Martín Zapata es siempre el primero en todo. Como debe ser un buen referente, el “Chapa” es líder en este plantel tatengue que tuvo todo para ganar el sábado, pero se vino con un punto que no conformó a los jugadores.
Foto: Pablo Aguirre.
Ha mejorado con la pelota. Fue influyente en el trámite y en el funcionamiento del equipo. Se juntó bien con Arrúa y metió un lindo gol el sábado en Varela.
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Cuando Martín Zapata amaneció en el fútbol de Unión, allá por 1999, apenas tenía 19 años. Su historia estuvo ligada a Unión desde su mismo nacimiento. Es que se produjo el 18 de diciembre de 1979, justo el día previo a la primera final entre Unión y River por el Nacional de ese año, hito importante e histórico de la vida deportiva de la institución, que nunca estuvo tan cerca de ser campeón como aquella vez.
Martín Zapata era volante ofensivo cuando apareció en la primera de Unión. A partir de allí empezó a pasearse por todos los puestos de la mitad de la cancha. Fue volante por derecha, también por izquierda, y jugó de doble 5, en un esquema sin enganche o con tres en el fondo. Supo de la frustración del descenso, pero se quedó a intentar el retorno en el 2003-2004, hasta que Eduardo Anzarda se decidió a llevarlo como refuerzo a Huracán de Tres Arroyos, para volver a jugar en la máxima categoría. Tuvo luego un paso por el fútbol venezolano y por Chacarita, pero ancló nuevamente en Unión. Hoy, con 29 años a punto de cumplir, es referente y capitán. El sábado, en Varela, jugó uno de sus mejores partidos en los últimos tiempos y clavó un remate que fue inatajable para Hernando en el segundo gol tatengue.
—¿Te vas amargado por el resultado, Martín?
—Me voy triste, sí, porque era un partido para ganar. Habíamos jugado un gran primer tiempo y lo teníamos controlado. De pronto, se empezó a complicar injustamente.
—¿Qué opinás del arbitraje?
—No soy de andar llorando, pero nunca en nuestra cancha nos dieron siete minutos de descuento para que podamos empatar o ganar un partido. También creo que se apura en la expulsión de César Pereyra, pero lo cierto es que con los árbitros nos cuesta todo muy caro y pecamos de cierta inocencia en un aspecto que se hizo recurrente para nosotros en los últimos tiempos.
—Entonces, influyó...
—Estoy seguro de que en el último gol hubo offside, por lo menos un metro... El último en salir soy yo y te puedo asegurar que detrás mío no había nadie y que el jugador que metió el gol estaba detrás mío cuando vino el centro. No me quiero apresurar en decir cosas, porque después las miro por televisión y me desengaño. Pero terminó siendo influyente y hasta incidió en el trámite.
—Seguro que lo decís porque en el segundo tiempo tuvieron que pararse diferente al estar con uno menos...
—Claro, obviamente. Tuvimos que retroceder un poco, nos paramos con dos líneas de cuatro, dejamos un solo delantero... Eso nos complicó un poquito también, porque si todo seguía como en el primer tiempo, ganábamos tranquilos y bien.
—¿Se falló en algo?
—... Podríamos haberlo definido antes metiendo otro gol, pero la influencia de Giannini fue evidente.
—¿Sentís que a Unión lo perjudican y no lo benefician los arbitrajes?
—Nunca ganamos porque un árbitro se equivocó a favor nuestro, o porque nos dio 7 u 8 minutos de descuento o por cosas así. Los perjudicados siempre somos nosotros. Si hubiésemos jugado mal, parecería una excusa, pero hoy estábamos para ganar y bien. Me molesta que sigamos siendo ingenuos con los árbitros. Parece que si Unión gana es porque lo merece sobradamente, pero nunca porque un árbitro se equivoca a favor nuestro.
—¿Fue tu mejor partido?
—Me sentí bien, tenía muchas ganas de ganar, empezamos bien y tuvimos espacios. Además, nos juntamos bien con César y con Matías (por Pereyra y Arrúa), pero a la bronca no me la saca nadie, porque teníamos tres puntos en el bolsillo y sólo nos quedamos con uno.
No importa si juega por izquierda, por derecha o de doble 5. Importa que Martín Zapata esté adentro de la cancha. Hoy, es un jugador que, por temperamento y entrega, no puede estar afuera del equipo. Y si le agrega el fútbol que puso en el primer tiempo en Varela, mejor todavía.
