Hoy se celebra su día

¿Qué se hace y qué falta hacer por

las personas con discapacidad?

Este año se incorporaron los primeros colectivos con rampas. El municipio apuesta al Plan de Accesibilidad. Reconocen los avances, pero afirman que todavía queda mucho por hacer.

Agustina Mai

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“Durante 16 años me llevaron al trabajo en la silla de ruedas, mi mamá o alguna otra persona. Cuando conseguí una silla de ruedas eléctrica, iba y volvía sola, con lluvia, con viento, calor o frío. En invierno veía pasar los colectivos con los vidrios empañados y pensaba “qué calentita debe estar toda esa gente’. Después encontré un remisero que durante cuatro años me llevó y me buscó. Ése es otro problema: los taxis y remises no quieren subir pasajeros con sillas de ruedas. Ahora puedo ir a trabajar en colectivo. Tengo la suerte de vivir en la zona céntrica, así que puedo tomar el 4, el 8, el 10 ó el 14; a la vuelta, me tomo el 9”. De esta manera relata Noemí Imhof, presidenta de la Asociación de Discapacitados Santafesinos, el cambio que implicaron los colectivos adaptados que se incorporaron este año.

A pesar de considerar que el sistema de colectivos bajos (ver relacionada) es más práctico y seguro, Noemí reconoce la incorporación de unidades adaptadas como “un gran avance”.

Los puntos débiles

Todas las líneas de colectivos -salvo la 2 y la 13- incorporaron un coche adaptado. Jorge Alevi, presidente de la Unión de Entidades de y para las personas con discapacidad, reconoce esto como una mejora, pero sostiene: “Todavía falta mucho para cubrir las expectativas. Hacen falta más unidades para que haya más frecuencia de colectivos, si no los usuarios tienen que hacer coincidir sus actividades, la ida al trabajo o a un centro de salud con los horarios del transporte”.

Esta opinión también es compartida por Imhof, quien advierte que estos micros no circulan después de las 21 y que los fines de semana y feriados no permiten el ascenso de personas discapacitadas. Noemí espera que en la próxima licitación se tengan en cuenta estas cuestiones.

Por su parte, Alevi especifica otros reclamos: “Los sordos piden una señal luminosa para avisar que quieren bajar del colectivo. Los micros tendrían que tener carteles más grandes para las personas con baja visibilidad. Por último, podrían colocarse los datos de la empresa y el recorrido de la línea en sistema Braille, para los ciegos”.

Taxis y remises

“Tenemos un problema con los taxis y remises: se niegan a llevar pasajeros con sillas de ruedas”, denuncia Stella Maris Vallejos, delegada del Inadi Santa Fe.

En tanto, Alberto Scarpa, presidente de la Sociedad de Taxis, explica: “La dificultad radica en el sillón, no en la persona. La mayoría de los autos tiene GNC y lleva el tubo en el baúl, entonces no entra el sillón”.

Para resolver este problema, piden a los usuarios que cuando llamen un taxi por teléfono aclaren que es para una persona que tiene sillón de ruedas. “Así nosotros le podemos enviar un auto adecuado, sin GNC o con un baúl más amplio”.

En tanto, existe un proyecto de ordenanza municipal por el cual se les exige a las empresas de taxis que cuenten por lo menos con cuatro unidades adaptadas para personas discapacitadas.

Edificios y veredas

En julio del año pasado, estudiantes de la Escuela Industrial Superior y el Colegio Nacional, especialmente capacitados, hicieron un relevamiento de cuáles eran los edificios de uso público accesibles. Según la delegada del Inadi, “el resultado fue terrible”: “Sólo un edificio era accesible; porque algunos pueden tener rampas, pero no cumplen con ciertos requisitos técnicos, que son los que realmente los hacen accesibles”. Asimismo señala como un problema “la falta de salidas de emergencia accesibles”.

Accesibilidad implica terminar con las barreras arquitectónicas y contar con señales para sordos y audio o Braille, para ciegos. “Hay avances y una voluntad política de hacer una ciudad accesible: tenemos algunos colectivos con rampas y cajeros accesibles, también se han construido rampas en la vía pública, pero todavía falta; por ejemplo, traductores de señas en los actos públicos”, puntualiza.

En tanto, Alevi remarca la dificultad que representa el estado de las veredas para la transitabilidad de las personas discapacitadas y que los edificios públicos no tengan accesos ni baños adaptados, aunque reconoce que, por primera vez, tanto el gobierno provincial como el municipal tienen una política en materia de discapacidad.

Noemí destaca la construcción de rampas en las calles del centro —como 4 de Enero, 1º de Mayo e Hipólito Yrigoyen, entre otras— y se alegra por la incitativa de convertir a la Colón en la primera plaza inclusiva. “Por primera vez en mi vida me pude hamacar y experimentar una sensación que no conocía”.

Plan municipal de accesibilidad

“Este plan responde a políticas de Estado que superan el período de una gestión. Su objetivo es mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos, independientemente de sus estados físicos, sensoriales o de si tienen alguna discapacidad. Se pretende eliminar los obstáculos físicos y arquitectónicos, las barreras de comunicación y darle accesibilidad a todas las actividades de la vida diaria: educación, salud, trabajo, recreación, ocio y turismo”, detalla el arquitecto Darío Gattarelli, director del Plan Municipal de Accesibilidad.

En una primera instancia, las acciones se focalizarán en el centro “porque tiene mayor infraestructura y servicios, y concentra la mayor cantidad de edificios de uso público”, explica Gattarelli. En este sentido, ya se construyeron 250 rampas y el año que viene se concretará el Programa 1.000 Rampas. Capacitación, navegación a vela y bowling para discapacitados, turismo accesible y mapas ápticos (son maquetas con texturas y olores para que el ciego pueda ubicarse antes de ingresar a un edificio) son otras medidas que se han concretado.

Tras varios años de invisibilidad de las personas discapacitadas, empiezan a vislumbrarse en la ciudad acciones tendientes a integrarlas. Se trata de un largo camino, con no pocos obstáculos, que requiere de la definición de políticas claras y de la participación y compromiso por parte de toda la ciudadanía.

 

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ADEMÁS

¿Rampas o pisos bajos?

Los colectivos adaptados poseen, en la puerta trasera, un elevador automático: la rampa realiza un movimiento horizontal electromecánico sólo para la extensión y retracción del equipo y los usuarios con alguna discapacidad pueden subir y descender solos.

En Buenos Aires se usan los colectivos de piso bajo que, al acercarse a la vereda, quedan prácticamente a la misma altura del cordón. Con la ayuda de una pequeña rampa, ubicada en la mitad del coche, la persona discapacitada puede ascender y bajar.

Emiliano Moreira es un joven que sufre distrofia muscular y utiliza una silla de ruedas. A pesar de la incorporación de colectivos adaptados, sigue sin poder cumplir su sueño de manejarse por sus propios medios. “No puede usar los colectivos adaptados, porque no son realmente para discapacitados. Las rampas nuestras no son como las de Buenos Aires, sino como una especie de elevador, que no es para nada seguro. Emiliano siente vértigo y no las puede usar”, explica su padre Gerardo. Además, señala que “los colectivos no cuentan con el espacio adecuado para las sillas de ruedas. Por su parte, Noemí Imhof también considera que la rampa elevadora es un sistema “vetusto y peligroso” y que los colectivos de pisos bajos son los ideales, porque no ponen en riesgo a la persona con discapacidad y permiten maniobrar con mayor facilidad.

Consultado al respecto, el subsecretario municipal de Transporte, Sergio Ludueña, aseguró que se trata de un sistema “estable, seguro y confiable, y que ha sido aprobado”. Además explicó que se optó por “adaptar” los colectivos, porque “ya habían sido adquiridos y eran cero kilómetro. Si se hubiese optado por comprar colectivos de piso bajo, se hubiese demorado la medida y, con esta crisis mundial, no sé si los hubiésemos podido adquirir”.