Accidentes y estadísticas

En los primeros diez meses del año, casi seiscientas personas perdieron la vida en rutas y calles de la provincia de Santa Fe, como consecuencia de accidentes viales. La estadística, elaborada por la Organización No Gubernamental Luchemos por la Vida, revela además que el número de muertos ubica a la provincia -igual que desde hace varios años- en el segundo lugar del país, en este dramático ranking que encabeza la vecina provincia de Buenos Aires.

En la Argentina fueron más de 6.700 las víctimas de este verdadero flagelo que impacta de manera definitiva en la vida de otras miles de personas, si se tienen en cuenta las pérdidas -o las limitaciones permanentes- que estos hechos significan para familiares y amistades que componen el entorno de quienes mueren en la vía pública o quedan lisiados de por vida.

Si se siguen atendiendo las cifras, son 22 fallecimientos por día los que registra la misma ONG, promedio que se mantiene en las últimas mediciones a pesar de las campañas de difusión y los sucesivos llamados de atención sobre el riesgo que implica la conducción de un vehículo, cualquiera sea su porte. En Santa Fe, de acuerdo con informes elaborados oportunamente por organismos provinciales, se suma a este preocupante panorama, que el promedio de edad de las víctimas de accidentes de tránsito es de 30 años.

El diagnóstico es bien conocido, igual que los efectos: muertes evitables o lesiones graves que se traducen en una discapacidad permanente, resultan de esta trágica lista que involucra, en numerosos casos, a personas muy jóvenes y menores de edad.

Los expertos distinguen entre el estado de las rutas, los desperfectos mecánicos y las fallas que pueden ser atribuidas a los propios conductores, como causas habituales de los siniestros. Y en este último punto conviene detenerse: maniobras peligrosas, velocidades excesivas, consumo irresponsable de alcohol, distracciones de riesgo, como hablar por teléfonos celulares mientras se conduce, son apenas algunas de las causas de accidentes que se producen en calles y rutas; más allá de cuestiones estructurales como el estado de los caminos, o de la cantidad y el volumen del parque automotor que circula por esas vías de comunicación.

Meses atrás la Organización Mundial de la Salud alertó sobre el notable aumento que registrarán las muertes por accidentes de tránsito en las próximas décadas. Se estima que ésta pasará a ser la quinta causa de muerte a nivel global aunque, cabe acotar, ya es la tercera en nuestro país.

Con la premisa de considerarlo un problema de salud pública, la accidentología vial -denominación que también está bajo la lupa, porque alude a una situación imposible de evitar- demanda de acciones conjuntas y sostenidas en el tiempo que aborden todos los factores que la problemática involucra. Pero también requiere de un serio compromiso de la comunidad para que comprenda, finalmente, que transgredir una norma puede tener consecuencias fatales.