AL MARGEN DE LA CRÓNICA

Contrastes

A la 1 entra al colegio. Puntualmente todos los días arriba a la escuela a las 13 más precisamente. El niño de 9 años carga su mochila, su guardapolvo blanco, saluda a su mamá en la esquina y se dirige al establecimiento escolar. Contento, a veces; chinchudo, otras tantas.

A la 1, puntualmente todos los días, de lunes a viernes, a las 13 más precisamente, él ocupa la esquina de la escuela. Su piel es oscura, su pelo lleva mechones gastados de agua oxigenada, lo visten trapos usados holgados para su cuerpito de niño. Todos los días está con el balde de agua, alguna botella vacía y su rostro adulto serio. Ahí en el semáforo limpia los parabrisas de los autos, de conductores que a esa hora están apurados. A esa hora recibe negativas, insultos, miradas de desprecio, indiferencia.

El contraste es grande. A esa hora, en esa esquina, todos los días desentonan los destinos.

***

La Costanera Este está alumbrada. El movimiento le da vida. El restaurante está en un lugar privilegiado, al costado la laguna refleja las luces de la Costanera que inmutable asoma en la otra orilla. El agua contiene también la poesía de los astros. La brisa reconforta en la profundidad de la noche. Sobre las sillas de madera, esa porción de humanidad —jóvenes, niños, adultos y más— espera satisfacer el deseo de algún bocado, el sabor de alguna cosecha elegida. Los mozos van y vienen atendiendo pedidos. La madera es fuerte, parece poder con los kilos de algunas almas: parejas que no se hablan y miran en derredor; familias que ríen e intercambian estados de ánimo; traviesos que desaparecen de sus mesas; miradas apasionadas; amigas que viajan; perros que se interponen; clientes alucinados y otros imposibles de contentar.

Afuera un pequeño está cansado de ser grande; sin embargo no baja la guardia al lado de su madre, parece su bastón. Ella también está cansada y en su rostro hay más resignación que enojo. Todavía quedan muchos autos, aún hay por recaudar.

Son dos almas desoladas que arruinan el paisaje, la noche deslumbrante, y se empecinan en silenciar los fuegos artificiales de esa ficción de fin de semana.