Atlético lo dejó escapar

Atlético empató 3 a 3 con Los Andes en un cambiante partido jugado en el Monumental de Rafaela y alcanzó transitoriamente a Chacarita en la punta del torneo de la B nacional.

Malano traslada el balón mientras Maidana lo sigue de cerca. El “9” no estuvo acertado y Atlético lo sintió. Igual salió un buen partido.

Foto: Gustavo Conti

Juan Calos Haberkon

Rafaela (Enviado Especial)

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En el fútbol, la mejor manera de defender sigue siendo cuidar la pelota. Atlético, que la había manejado con algún criterio en el primer tiempo, cometió el error de seguir regalando el terreno -como hizo en varios partidos de local- pero también el dominio del balón. Y lo pagó caro. Los Andes, con más ganas que fútbol, le empató un partido que tuvo un clima muy emotivo en todo el tiempo que duró por la cantidad de goles y por las situaciones que se generaron frente a los arcos de Sara y de Cáceres.

Apenas comenzó, Atlético le dejó manejar la pelota a Los Andes. No presionó sobre la salida. Esperó con mucha gente atrás y le dejó pocos espacios a los volantes en la zona cercana a su área. Y cada vez que se equivocaba o fallaban en las entregas los volantes de la visita, los locales salían de contraataque con mucha rapidez y complicaba a los cuatro del fondo, quienes eran superados en velocidad y casi siempre quedaban en inferioridad numérica. Así, Atlético tuvo dos claras frente al arco de Cáceres, una de Malano y otra de Gil.

Y Atlético siguió esperando el error rival. ¿Y qué pasó? todo lo contrario, Martín, el “9” de la vista aprovechó una distracción en el fondo de Atlético y la mandó a guardar de cabeza después de un centro de Acosta. Fue un susto para Atlético que trató de responder de la misma manera. Error en la defensa de Los Andes y golazo de Zampedri cuando habían pasado 4 minutos. Ocho minutos después, otro descuido de Atlético en la marca y Grgona de cabeza ponía arriba a la vista nuevamente cuando parecía que todo se cerraba con un triunfo visitante. Enseguida, Cravero recibió un rebote de Cáceres, después de un tiro de Malano y la cosa pasó a estar como antes pero esta vez 2 a 2.

Cuando todo estaba en calma y se iban a los vestuarios, Fontanini le metió un manotazo a Friedrich y el volante se lo devolvió. Ambos se quedaron bajo las duchas por lo que el resto del partido se jugó diez contra diez. Así lo determinó Mauro Giannini en los vestuarios.

En la parte final

En lo táctico no cambió nada. Atlético se tiró un poco más atrás. Sin embargo, lo pudo definir en los primeros minutos cuando ya había ingresado López que se lo perdió dos veces y otra de Malano que salvó Cáceres. Los Andes comenzó a sentir la presión pero nunca se desesperó y fue al frente a pesar de los riesgos que corría cada vez que salía del fondo.

Cuando se cumplió un cuarto de hora del final, Zanabria habilitó a Cravero para que el “zurdo” defina con mucha categoría sobre el ángulo izquierdo del muy buen arquero Cáceres: 3-2.

Cuando toda la gente festejaba por el fin la victoria de Atlético, apareció Brites Ojeda para volver a poner todo como antes. Tiro libre cerca del área de Sara y zapatazo infernal que se metió en el ángulo izquierdo del arquero que hizo estéril su volada. En medio del ida y vuelta permanente, Ribolzi y Brites Ojeda le ponían siempre una cuota de creatividad y así salió el partido que se hizo vibrante y emotivo porque ambos querían ganarlo.

Los minutos que faltaban ya no eran los de antes y eso se podía notar en el rendimiento de cada uno. Diez contra diez aseguraba más espacios en el terreno pero la respuesta física ya no era la de antes. Terminaron en empate y lo cierto es que cada uno puso lo que tenía que poner para ganarlo.

Atlético de Rafaela sumó un punto que le permite por ahora llegar a lo más alto compartiendo el primer puesto con Chacarita que todavía no jugó y Los Andes, el equipo de Rabina, sigue en franca mejoría y quedó demostrado que ya no es el de las primeras fechas que perdía todo lo que jugaba.

El cierre encontró el festejo de la visita y con una cuota de desencanto en el local que no pudo concretar su sueño de volver a la soledad de la punta, algo que costó más de la cuenta.