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MODA

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Con la luna como cómplice

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Llega la última etapa del año y las fiestas se amontonan en el calendario de diciembre. Hora de resolver qué look lucir en cada ocasión.TEXTOS. REVISTA NOSOTROS

Un viejo dicho recuerda “al mal tiempo, buena cara” y como los presagios de los tiempos por venir no son auspiciosos, Nosotros decidimos aportar la buena cara y mostrarle a nuestras lectoras que, aún sin poder acceder a ellos, es lindo y alegra la vista ver y conocer qué tipo de mujer imaginan los creadores del mundo. Quizás hasta podamos “robar” alguna idea para esa fiesta a la que debemos ir.

Todas las temporadas los diseñadores se las ingenian para demostrar que son dueños de una creatividad sin límites.

Para Lacroix, Elie Saab, Armani, Lagerfeld o Jean Paul Gaultier, por nombrar algunos, la noche explota en colores y detalles glamorosos.

Un apartado especial para el gran Valentino, que se despidió definitivamente de las pasarelas, dejando tras de sí el respeto compartido hacia un genio de la moda que llenó el escenario con numerosos vestidos rojos: su color favorito.

Casi todos dejan para el cóctel al blanco y al negro y a los colores “no colores” y se dedican a vuelos de largo infinito para los trajes que se lucen a la luz de la luna.

Secretos

Repasamos a continuación algunas claves que los diseñadores toman en cuenta para crear ese vestido de ensueño:

- Muselina, seda, crepé georgette, tul, organza y satén son las texturas favoritas.

- Bordados profusos, barrocos, en los que no cabe una piedra más, rodean escotes y zócalos. Los flecos rematan bordes y ruedos.

- Frunces, escotes profundos, cinturas bien marcadas terminadas con una flor importante o alguna hebilla rescatada del viejo arcón de la abuela.

- Plisados y cortes al bies movilizan las faldas y acompañan los movimientos.

- Verde agua, violeta claro, rosa Dior, oro, coral, beige, amarillo limón, marfil, caramelo, champán, naranja, lavanda, azul cielo, rojo, damasco, gris, burdeos, fucsia y marrón. Sí, el casi exclusivo tono del invierno aparece sobre todo en los trajes de estilo oriental.

- No todos son largos y los hay por encima y debajo de la rodilla. Las faldas son más complejas y se convierten en ánforas o se afinan tanto que sólo permiten hacer pasos cortos. Los más largos arrastran sus ruedos y los otros quedan a medio camino entre la rodilla y el tobillo.

- Todo se llena de vuelos, alforzas y flores hechas a mano, y los strass y paillettes Swarovski aportan brillo y estilo. Perlas y lentejuelas hacen lo suyo y a modo de cataratas están allí justo donde el creador las puso. Ningún detalle queda librado al azar. Las plumas bordean escotes y chales mezcladas con piedras y cristales.

- Al pie de los estampados, sutiles, con bordes difusos como pintados por un impresionista, alternan flores y figuras geométricas en igual proporción.

- Los hombros son los protagonistas y así se dejan al descubierto con atrevidos strapless, o con uno o dos breteles muy finos.

- Todo a la cabeza: peinados recogidos en rodetes, adornados con cintas y flores, piedras y vinchas, son los que están a la moda. Nada es informal y este año se despiden los pelos lacios y los peinados con escasa producción.

- Al ser tan elaborados los modelos, joyas y bijou se relegan a un segundísimo plano y sólo están permitidas unas pocas y elegidas con extrema sensatez.

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Casi todos dejan para el cóctel al blanco y al negro y a los colores “no colores” y se dedican a vuelos de largo infinito para los trajes que se lucen a la luz de la luna.

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