De jugar la Promoción a terminar 12 puntos abajo del líder
El año que estuvo bien cerca es el mismo en el que quedó más lejos
Los dirigentes pensaron que manteniendo la base e incorporando refuerzos se podía, pero Quiroz no le dio nada a Unión.
Darío Pignata
Peligrosamente, Unión se empieza a acostumbrar a ser un equipo más del montón en la “B”. Ya van cinco años y medio desde que perdió la categoría, pero no logra encontrar —en un camino lleno de obstáculos— el cartel que le marque cómo volver a la felicidad de los domingos. Anoche, en la menor convocatoria del año, Unión estuvo a tono con el resto del torneo: jugó mal, perdió bien y se fue insultado por toda su gente.
A pesar de que muchas veces el dirigente se enoja con la crítica del periodista, les puedo asegurar que de este lado siempre uno se vive poniendo en la piel de los que conducen para intentar saber qué es lo que quieren hacer.
Nunca entendí por qué a mitad de año lo echaron a Gugnali, un técnico que consiguió mucho con poco. Pero sí me quedó claro que, más allá del entrenador, la idea de la dirigencia era clara:
— 1) Tener una plantilla “manejable” en cuanto a los sueldos para poder darle tranquilidad económica a los jugadores y estar al día.
— 2) Mantener, a pesar de algunos retoques forzados como la ida de Serrizuela y la venta de la “Chancha” Zárate, la base del plantel que había ganado el derecho de jugar la Promoción con los jujeños.
— 3) Darle el gusto a Quiroz de traer refuerzos para poder mejorar el plantel: llegaron Gorostegui, Alessandria, Guerra y De la Fuente, varios de ellos con pasado o pasajes en Primera División.
Hoy, una rueda después, nada salió en la cancha como lo pensaron los dirigentes a mitad de año. Apenas pudieron sostener el objetivo que dependía de ellos: tener, con mucho esfuerzo, la plantilla al día. En todo lo otro, fracasaron.
Porque Unión, en el mismo año que estuvo más cerca que nunca de volver a Primera con los dos partidos de Promoción, se quedó demasiado lejos de los puestos que otorgan chances para pelear el ascenso en el 2009. El simple hecho de saber que hay once equipos adelante y que son 12 los puntos que lo separan de la punta, califica por sí solo esta campaña mediocre.
El plus del entrenador
Cuando los dirigentes desplazaron a Gugnali para contratar a Quiroz seguramente apostaron a una mejoría en la calidad de juego del equipo. Si la base era, más o menos la misma, el pensamiento debe haber pasado —palabras más, palabras menos— por esta idea: “Un técnico con un par de ascensos en el lomo y conociendo la divisional lo tiene que hacer jugar mejor al equipo”. Hoy, 19 fechas después, nada de eso pasó en Unión.
El fútbol profesional rojiblanco involucionó en el segundo semestre del año, porque si Unión está decimosegundo y a 12 puntos de la punta no es por casualidad, mala suerte o por culpa de los árbitros. El simple dato que marca más partidos perdidos (8) que ganados (7) es toda una señal de la campaña.
Es por eso que el gesto de confianza de parte de la dirigencia —por lo menos así lo expresó Mieres, integrante de la subcomisión de fútbol— hacia un entrenador al que las paredes del vestuario vieron con algunas dudas es toda una puesta de escena a puro riesgo de cara al futuro.
No juega a nada
La principal responsabilidad que le cabe a Quiroz en las generales de la ley es nada más y nada menos que el juego en sí del equipo. Sólo eso y todo eso. Es que Unión jugó “a algo” en un par de partidos y el resto del campeonato fue pura confusión.
Unión no tiene un gran plantel ni es un gran equipo. En realidad, como dijo el “Tomate” Pena en Santa Fe, “en este campeonato no se puede elegir a ningún equipo como candidato”. Pero Quiroz tomó decisiones que lo único que hicieron fue quitarle confianza a algunos jugadores.
El caso más patético es el del carril izquierdo del equipo. Le quitó la titularidad a Jorge Torres para poner a Gorostegui, uno de sus refuerzos. Y el “Coqui”, figura con Gugnali, nunca más volvió a ser el que era. Lo peor de todo: Gorostegui, castigado por el error en el gol en San Juan, primero fue borrado y después se lesionó. Conclusión: no juega ninguno de los dos.
El “manoseo” que hizo de los arqueros —más allá del problema contractual con Aseff— es inadmisible. Lo sacó al “Turco” después de la primera fecha y sin tener responsabilidad en el gol de Belgrano. Apareció Ojeda, atajó espectacular y se lesionó. Cuando estaba el pibe para volver, lo mantuvo a Aseff. Y luego, ante el primer error del “Turco”, otra vez cambió los guantes.
En otros puestos y con menor repercusión, hizo lo mismo: Pereyra fue figura con Defensa pero vio la roja. Cuando estaba para volver, frente a All Boys, fue al banco y le dio titularidad a Weiner.
Así, con este técnico, nadie se siente titular en Unión. Y esto, para un plantel limitado en variantes técnicas, es mortal. Por eso Unión llegó donde llegó con Gugnali en la primera mitad del año: mensaje simple, continuidad a los mismos once y mucho trabajo sicológico para “agrandarlos”.
Que Mosset vuelva a ser titular cuando estuvo cinco meses sin tocar la pelota por la sanción es una falta de respeto para todos los otros zagueros del plantel. No por lo que es el “Tato”, sino porque el único que volvió a jugar igual después de un parate fue Maradona.
El colmo de sus errores es la posición de “Tarrito” Pérez, por lejos la mejor aparición en jugadores de campo para Unión en los últimos tiempos: es rápido, fuerte físicamente y con una actitud importante que el hincha reconoce. Fue mejorando la pegada con el correr de los partidos, con lo cual lo aconsejable sería ponerlo en la mitad de la cancha y por derecha. Quiroz lo pone atrás y en la izquierda.
El lunes se reunirá la comisión directiva para evaluar este torneo de 19 fechas que terminó ayer. Unión es el 12 y está a 12 de la punta. Aunque parezca, no es un juego de números. Es la realidad.
Porque en el año que estuvo más cerca —jugó la Promoción para ascender— es el mismo en el que queda lejos del ascenso. ¿Qué pensarán el lunes en la reunión de directiva los mismos dirigentes de Unión que primero echaron a Trullet y después a Gugnali por la falta de resultados?