Siguen los anuncios de la presidenta

Amanecer de un año agitado

Sergio Serrichio

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CMI

El diálogo y la incipiente convergencia en la provincia de Buenos Aires entre la radical “rebelde” Margarita Stolbizer y el peronista “traidor” Felipe Solá es, tal vez, el primer intento serio de la oposición para intentar capitalizar la bancarrota moral del oficialismo, reflejada esta semana en la aprobación de la parte más resistida del “paquete anti-crisis”: el blanqueo de capitales propiciado por quienes prometieron “traje a rayas” a los evasores en un país cuya agencia recaudatoria, la Afip, mantuvo hasta hace poco una intensa campaña pública “por una nueva cultura tributaria”.

Es probable que la Corte Suprema evite pronunciarse sobre el desafío opositor a la legalidad de la votación en particular de esta suerte de amnistía capaz de convertir a la Argentina en un paraíso del lavado de dinero. Es de esos casos en que una mitad de la biblioteca dice una cosa y la otra mitad lo contrario, según surge de los testimonios de los primeros constitucionalistas consultados.

En todo caso, la decisión oficial de avanzar a como dé lugar (menos de diez horas después de la aprobación en Diputados, cuando ni había copia del texto aprobado en Diputados, los senadores K ya simulaban un debate en Comisión), sin preocuparse por ahuyentar las peores dudas ni por dotar de un robusto consenso a una decisión de tanta gravedad, tiene pocas lecturas posibles. O el gobierno avizora un serio riesgo de quiebra fiscal en 2009, o se siente urgido a usar sus últimos cartuchos legislativos, o ambas cosas a la vez.

El objetivo del acercamiento Solá-Stolbizer es estrechar al mínimo posible (y en lo posible revertir) la ventaja oficial en el principal distrito electoral del país, el único entre los grandes en el que el kirchnerismo mantiene primacía de votos, ya que no mayoría absoluta. El que le permitió a Néstor Kirchner deshacerse de su padrino político, Eduardo Duhalde, y el que en las elecciones de octubre de 2007 le permitió a Cristina Fernández compensar su mal desempeño electoral en los principales centros urbanos del país.

Respuesta bifronte

Por ahora, la respuesta oficial es bifronte: desde Olivos, el actual titular del PJ y ex presidente explícito evalúa respuestas electorales, de las cuales no se excluye, aunque de momento las encuestas no le den. Desde el gobierno, en tanto, la presidenta ametralla con anuncios que producen el doble efecto de mostrar una administración laboriosa y ocupada en mejorar la situación de los argentinos y de sugerir que los problemas ocurrieron de golpe, en línea con la teoría de que “de repente apareció el mundo”.

Hay, además, áreas en común, como la asignación de 100.000 millones de pesos en obra pública, un plan trienal que la presidenta presentará el lunes y en cuya confección trabaja Néstor. Dos tandas de intendentes cordobeses ya pasaron por el despacho del ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el gobernador mendocino, Celso Jaque, recibe el trato ceremonial que se otorga a los leales mientras el Ministerio de Producción prepara respuestas a las urgencias productivas de la provincia. Si no la próxima, la siguiente, la ministra Débora Giorgi visitaría Mendoza para precisar los planes oficiales. Si los anuncios tienen entidad suficiente, hasta podría ir la presidenta.

Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Capital Federal, son todos distritos grandes en los que el oficialismo no puede seguir resignando terreno. No es sólo cuestión de no perder, sino también de impedir que en alguno de esos lugares, o en más de uno, germine, con proyección nacional, una incipiente alianza opositora, cualquiera sea.

Ganar en Buenos Aires especialmente, si es por poco margen- difícilmente le alcance al kirchnerismo para cantar victoria. Pero también a la oposición le será arduo mostrar que ganó a secas. Tiene por delante una doble faena. La obvia y más sencilla es sacar más votos. La difícil es lograr que la constelación de egos no impida acercamientos y alianzas y evitar, a la vez, el riesgo opuesto: un rejunte de nombres y propuestas en el fondo incompatibles.

Políticamente, Cristina Fernández perdió su primer año de gobierno. De cara a 2009, la cuestión es si la oposición sabrá ganar el segundo.

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EL DATO

Eficiencia

Según el Banco de Proyectos de Inversión Pública (Bapin), que elabora la secretaría de Política Económica del ministerio de Economía, de 1.596 obras en ejecución desde 2003, sólo 643 (el 40 por ciento) están terminadas. En tanto, de las 120.000 unidades prometidas en primer Plan Federal de Viviendas, que Kirchner anunció en 2004, se terminó el 62 por ciento (se suponía que el plan estaría completo en 2006) y del segundo, anunciado en 2005 y reanunciado en 2007, un magro 2,2 por ciento.

Otras promesas como el Gasoducto del Norte Argentino y proyectos faraónicos como el Gran Gasoducto Sudamericano desaparecieron hasta de los discursos.