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El santafesino Eduardo Cariaga ganó varias medallas doradas en la última competencia.

Foto: gentileza Incucai

Una apuesta por la vida después del trasplante

Logros de un santafesino en juego para deportistas trasplantados

Eduardo Cariaga recibió un trasplante de médula hace 12 años y dejó de participar de la liga de fútbol de Helvecia para dedicarse al atletismo. Recientemente, obtuvo varias medallas doradas y entrena para seguir en carrera.

Mariana Rivera

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Hace 12 años, Eduardo Cariaga consultó al médico porque se sentía débil, estaba amarillo y pensaba que tenía hepatitis. Pero el diagnóstico fue otro: los médicos le dijeron que padecía leucemia y que necesitaba un trasplante de médula ósea para poder seguir viviendo.

Su apacible y laboriosa vida en su chacra de Helvecia cambió completamente a partir de entonces. Debió someterse a una cirugía y tomar medicación durante un tiempo. El trabajo mermó y complicó su situación económica —actualmente sólo recibe una pensión graciable—, pero la vida lo está compensando con logros personales por su desempeño como deportista.

Eduardo es atleta y participó en los últimos Juegos Para Deportistas Trasplantados —que se realizaron del 26 al 30 de noviembre, en Buenos Aires—, adonde obtuvo varias medallas doradas en las carreras de 200, 400 y 800 metros y salió segundo en la de 100 metros. Fue el único participante de nuestra provincia y representó a Donar, la ONG que trabaja en donación de órganos y sangre en nuestra ciudad. Días antes, Eduardo había participado en el XIX Maratón por la Vida, también organizado por esa institución.

Con una charla pausada, propia de hombre de campo, y con el canto de un gallo y de algunos pájaros de fondo durante la entrevista telefónica, Eduardo contó sobre sus logros presentes y pasados, no sólo en lo deportivo, sino también en lo personal, ya que su caso fue clave hace más de 10 años, cuando en la provincia no se destinaban fondos para las personas que requerían ser trasplantadas para recuperar su calidad de vida.

“Soy trasplantado de médula ósea. La operación se realizó el 16 de julio de 1996, hace 12 años. Después, cambió todo: antes era una persona como cualquiera, de pueblo, trabajaba en la chacra y en un lavadero. Pero, luego del trasplante, no trabajé más, para qué le voy a decir. Es como que nadie se quiere comprometer con uno ni darle trabajo. Fue todo muy difícil en ese aspecto. Estoy en un pueblo donde todos me conocen; quizás en la ciudad, donde no me conocen, sería más fácil; pero acá, no”, comenzó su relato este hombre de 46 años, que participa como atleta en la categoría senior.

Y explicó: “La gente tiene miedo por el escaso conocimiento de cómo quedamos los trasplantados. Tienen miedo a que me pase algo, pero no tengo riesgo. A veces, me voy a San Pedro, a la casa de un primo, a trabajar un mes, y después vuelvo, pero no tengo otro empleo. A veces, salen algunas changas, pero nada más. Tengo mi señora y una nena de 8 años, y recibo una pensión graciable, de 400 pesos, la mínima, y eso no es para vivir. Pero, lamentablemente, la tengo que cobrar porque es de lo que vivo, además de algunas changas que hago en el pueblo. Por ejemplo, tengo un sobrino que tiene colmena y le armo los cajones. Es lo que hago”.

Con fuerza y empuje

En relación con su desempeño como deportista, Eduardo recordó que “participo desde el ‘98 y éste es el séptimo juego argentino y el cuarto latinoamericano al que voy. Vengo participando de los que organiza la Asociación de Deportistas Trasplantados (Adetra), a la que pertenezco, como el de Córdoba, Río Tercero, Tucumán, y en los Juegos Bonaerenses de Mar del Plata, el año pasado. Y ahora me estoy preparando para participar de los juegos de marzo del año que viene”.

Sin embargo, admitió que “nunca me dediqué de lleno al deporte. Lo seguí haciendo porque antes de enfermarme jugaba al fútbol, en la liga. Pero, de un día para el otro, me enfermé, parece que fue por una intoxicación, y cambió todo. No pude esperar mucho a que me hicieran el trasplante, desde febrero: la aplasia que sufría era terminal porque tenía la médula muerta totalmente. Si no me trasplantaban en ese tiempo, me moría, según me habían dicho los doctores”.

En este sentido, recordó con tristeza: “Fui al médico porque me sentía débil. Primero pensé que era hepatitis porque parecía un ataque al hígado, y estaba amarillo. Pero eran los síntomas de las defensas que se iban; es como una fábrica que deja de trabajar porque sus obreros se iban y no quedaba nada. Cuando fui, tenía 1.500 glóbulos, que no eran nada. Me dijeron que tenía aplasia, bah, leucemia tenía. Los doctores te dicen que tenés una aplasia porque primero no te quieren asustar, pero, de todas maneras, es leucemia lo que uno tiene”.

Y aclaró: “Luego del trasplante tomé 90 días medicamentos; después, no tomamos más los trasplantados de médula. La mayoría de nosotros en los juegos somos los que corremos, pero los trasplantados de riñón y corazón toman medicamentos y se tienen que cuidar un poco más”.

Un caso testigo

Consultado respecto de cómo es su vida después de esta situación que le tocó vivir, Eduardo aseguró: “Trato de seguir viviendo, de disfrutar todo los momentos porque uno no sabe qué le va a ocurrir si me pasó esto cuando tenía 33 años. En estas competencias uno se encuentra con gente que ha estado peor que uno. Nunca fui de trasnochar, siempre me cuidé. Ahora me cuido mucho más que antes, por supuesto. Siempre hice las cosas como me indicaban los médicos. Cada dos meses, voy al Iturraspe para hacerme los controles con la Dra. Valentini, hematóloga”.

También contó que, “en su momento, cuando necesité el trasplante, no había fondos para los trasplantados. Era la época del Dr. Juan Carlos López Candioti y no había plata, no sé por qué no había. Como había una ley que dice que uno no se puede morir por no tener los medios, pedimos un recurso de amparo y no nos dieron bolilla. Después, le iniciamos juicio a la provincia y muchos medios de comunicación nos ayudaron para conseguir fondos en esa época. La plata apareció de un momento para el otro y me la dieron: 85.000 dólares, que no estaban al alcance mío ni de ninguno de mi familia. Mi caso fue testigo para que después hubiera plata para este tipo de operaciones para otras personas como yo”.

Por último, Eduardo Cariaga quiso dejar un mensaje para otras personas que, como él, fueron trasplantadas: “Quiero pedirles que se animen porque hay mucha gente que viene de Tucumán y de Jujuy. Todos los años aparece gente nueva: primero, hacen caminatas y participan de esa manera, y después, se van metiendo en la competencia. Además, hay muchas cosas que pueden hacer, como bowling, jabalina, vóley. Los que hace más años que estamos nos entreveramos con los más nuevos, para integrarlos y enseñar qué pueden hacer, porque muchos tienen miedo y no saben qué hacer. Yo pienso seguir en esto hasta que sea como “Chacarita’ (García), que corre el maratón de Donar, que tiene más de 80 años”.

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ADEMÁS

Eduardo Cariaga aseguró que “este deporte me da muchas satisfacciones, ya que he ganado 39 medallas, 32 de las cuales son doradas”, aunque admitió que “nunca me dediqué de lleno y me preparo por mi cuenta, ya que lo hago porque es lo que tengo a mi alcance”.

Eduardo entrena en Helvecia en el club El Halcón, “donde se hace la Fiesta del Amarillo”, aclaró, como un símbolo de su pueblo. Y continuó: “Corro solo en la cancha, unas 20 ó 25 vueltas alrededor de la cancha y hago algo de gimnasia. Lo hago solo, para entrenarme y mantenerme. A Mar del Plata fui con una profesora de Santa Fe, que se llamaba Gilda, porque se había hecho un convenio con Deportes para que le enseñen a los trasplantados a hacer deportes”.

Pero hay algo que no le termina de cerrar: “Clasifico para ir a los juegos mundiales pero nunca me llevaron, a pesar de que gané medallas doradas. Nunca me tuvieron en cuenta para las Olimpíadas pero yo igual sigo entrenando, aunque cada vez se torna más sacrificado. Participo porque el Dr. Zukas (el presidente de Donar) me ayuda, me consigue algunas remeras o hasta me ha comprado un par de zapatillas para correr en la pista”, admitió.

En este sentido, Cariaga adelantó que “estoy entrenándome para ir a Mar del Plata a los Juegos Bonaerenses. Cuando voy, voy así nomás, con mis cosas y alguna remerita de Donar, pero las delegaciones tienen sus equipos de buzos, todos del mismo color. Por ahí me da cosa. La comuna de Helvecia me da algo de plata para mis gastos cuando voy a participar y los muchachos de Red Sport alguna vez me dieron unas zapatillas”.

Muchas medallas, poca ayuda

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Deportistas trasplantados comparten sus experiencias en diferentes eventos que se organizan.

Foto: gentileza Incucai

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La prueba se llevó a cabo en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo. (Cenard), de Buenos Aires.

Foto: gentileza Incucai

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EL DATO

¿Ningún beneficio?

Eduardo Cariaga fue trasplantado de médula ósea en La Plata y posteriormente concurrió a hacerse los controles, gracias a que había conseguido un pase para viajar gratuitamente. Pero posteriormente debió seguir realizando su tratamiento con médicos del hospital Iturraspe, de nuestra ciudad, porque dejaron de darle ese beneficio.

En este sentido, contó que “a La Plata, donde me trasplantaron, no pude ir más. Tenía un pase para viajar pero me lo sacaron porque tenía que presentar certificado de discapacidad y los trasplantados no lo tenemos, no nos lo dan en Santa Fe. Después no pude viajar porque me sacaron el pase y por falta de plata”.

Logros de un santafesino en juego para deportistas trasplantados

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LO IMPORTANTE

Difundir y educar

Los VII Juegos Argentinos y IV Latinoamericanos Para Trasplantados, organizados por la Asociación de Deportistas Trasplantados de la República Argentina (Adetra), se realizaron con el apoyo del Incucai.

A través de estos juegos se busca difundir la donación y el trasplante de órganos y tejidos y mostrar la mejora en la calidad de vida de los deportistas. El evento, que contó con la participación de deportistas de distintos países de Iberoamérica, tuvo lugar en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard), dependiente de la Secretaría de Deportes de la Nación.

Estas jornadas se realizan cada dos años y vienen manifestando un notorio incremento en la participación de los deportistas. En esta competencia, participaron cerca de 200 personas provenientes de delegaciones de todas las provincias del país, de Uruguay y de España.

Se entregaron 700 medallas en atletismo, natación, bowling, tenis, golf, ciclismo, vóley, squash y ajedrez. Dichas disciplinas son indicadas como parte del tratamiento postrasplante, gracias a sus beneficios físicos y psíquicos.

El Incucai apoya actividades como estos juegos, ya que considera al deporte como un ámbito favorable para difundir la temática de la donación y el trasplante de órganos y tejidos, el cual permite llevar un mensaje esperanzador a las miles de personas que se encuentran en lista de espera y un estímulo para quienes ya recibieron un trasplante.

Entre los hechos deportivos más destacados de la última competencia, se encuentran las marcas en atletismo del tucumano Juan Pablo Juárez, trasplantado de médula ósea, quien batió los récords mundiales en los 5.000 y 1.500 metros.

+ para colaborar

Aquellas personas que quieran apoyar el esfuerzo de este deportista santafesino pueden comunicarse con él al teléfono: (03405) 15410075