Los comerciantes judíos en la Berlín nazi

Delatados, vendidos y... olvidados

Especialistas de la Universidad de Humboldt recopilaron documentación sobre los comercios judíos de la capital alemana en la década del “30, del siglo pasado. Quieren que los berlineses de hoy sepan quiénes fueron sus vecinos devorados por el horror.

 

Delatados, vendidos y... olvidados

El régimen nazi identificó a los judíos con el origen de todos los males de Alemania. A partir de allí, comenzó una historia de horror y muerte sin parangón. De los 10.000 empresarios de la colectividad que había en Berlín, sobrevivió apenas un puñado. Sus comercios fueron destruidos y saqueados.

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Itziar Reyero Arregui

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Una exposición organizada por la Universidad de Humboldt documenta el infortunio de las pequeñas tiendas de barrio, regenteadas por judíos en la Berlín de los años “30, que fueron víctimas de la persecución orquestada por el régimen nazi.

“Delatados y vendidos. Empresas judías en Berlín 1933-1945” es el título de la muestra, situada hasta finales de mes en el vestíbulo del edificio principal de la Universidad, en la avenida Unter den Linden, y que en marzo será traslada al Archivo Nacional.

La muestra explora en la “intrahistoria” del Holocausto, dentro de la historia de los cerca de 10.000 empresarios judíos que en mayo de 1933 habían echado raíces capitalistas en Berlín, confiados en que allí les iría bien.

Sin embargo, de la noche a la mañana, el 1 de abril de 1931 las vitrinas de los comercios propiedad de judíos amanecieron en todo el país apedreadas y pintarrajeadas, con una consigna recurrente: “Alemanes, defendeos. No compréis donde los judíos”.

Aquella llamada al boicot, que fue secundada en muchos rincones del país, era obra de militantes de las SA, la guardia pretoriana del partido nazi, los mismos que saquearon el interior de aquellos negocios y deportaron a sus dueños a los campos de concentración.

Hace ya tres años y apoyándose en los documentos del Registro Mercantil, un grupo de investigadores de la cátedra de Historia Contemporánea de la Universidad de Humboldt, encabezado por el historiador Christoph Kreutzmüller, se puso tras la pista de aquellos pequeños y medianos comercios, propiedad de algunos de los 160.000 ciudadanos judíos que residían en la capital.

“Queremos recordar a los berlineses dónde estaban las tiendas en las que compraban los huevos, la mantequilla o el pan y contarles qué les pasó a sus dueños, antes vecinos”, señaló en una entrevista con EFE Kreutzmüller, principal responsable del proyecto que, hasta la fecha, ha reconstruido la historia de 5.600 de aquellas empresas.

Sus protagonistas son empresarios anónimos, como Martin Breslauer, un alemán que regentaba una pequeña librería de viejo en la calle Französischestrasse, justo en el lugar en que hoy se levanta un lujoso hotel.

O los hermanos Max y Eduard Wassermann, ciudadanos de pasaporte polaco y dueños de una huevería en el área comercial de Prenzlauer Berg y una heladería en Mitte, otrora barrio judío de Berlín.

También destacan los relatos sobre el estudio de fotografía Yva, que tuvo a Helmut Newton como aprendiz, o la casa de disfraces Kostümhaus Theaterkunst, de la que salió el quimono que vistió la gran Marlene Dietrich en la película “El ángel azul” (1931).

“Hay que saber que Berlín era entonces el centro económico y financiero de Alemania, una ciudad mucho más importante de lo que es hoy”, destacó el historiador, quien apuntó que empresas como Siemens y AEG nacieron en la ahora capital alemana, mucho antes de que los grandes consorcios se mudaran a Munich o Francfort.

Pero de aquel tejido empresarial judío en Berlín, apenas quedó nada. Sólo algunas excepciones sobrevivieron a los ataques del nazismo hasta bien entrada la guerra, como la mayor mantequería de la ciudad, propiedad de los hermanos de pasaporte polaco Weinberger, que contó con el apoyo de su embajada.

Estos empresarios, algunos de los cuales fueron aniquilados en los campos de concentración nazi, se vieron obligados a cerrar y vender sus negocios familiares o fueron impunemente expropiados.

Kreutzmüller dibuja los tres escenarios posibles: “con frecuencia, los miembros de las SA se apoderaban del negocio; en ocasiones, los dueños se vieron forzados a vender sus empresas a la competencia no judía y, otros, dejaron sus comercios en manos de amigos o empleados de confianza con la esperanza de recuperarlos una vez hubiera pasado todo”.

“Incluso -prosigue el autor de la investigación- el régimen nacionalsocialista intentó borrar toda prueba de su existencia mediante la destrucción de los registros mercantiles”. Como se trataba de documentos públicos, los estudiosos han podido acceder a ellos, gracias a los periódicos de la época.

Ahora, este ambicioso proyecto de recopilación, llevado a cabo en colaboración con la Fundación para el Fomento de la Ciencia y la Cultura y el Aktives Museum, rescata del olvido la historia de esos establecimientos comerciales, muchos de los cuales dejaron una huella imborrable en la memoria de los berlineses.