MISCELÁNEAS

De neanderthales a Damas Gratis

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Una mujer “tiene” que vestir pollera. Esta afirmación desató un cruce de “intereses” en la redacción que compartimos a diario con los hombres. Y es un tema con mucha tela para cortar... TEXTOS. MARTA MITRAL. ILUSTRACIÓN. LUCAS CEJAS.

En nuestra redacción trabajan varones y mujeres, casi en idéntica proporción y, además cumplir con la labor cotidiana, se abren durante el día espacios de discusión de todo tipo. Es así que se defienden o atacan proyectos políticos, económicos, se critican declaraciones de funcionarios, se discute sobre fútbol y sobre cuanta cuestión espontánea surja. Lo llamativo es que -más allá de acuerdos y contrariedades- hay que reconocer que, en general, todo lo que se dice es sostenido por los participantes del foro con una gran dosis de inteligencia y altura (acá hay muchos inteligentes y muchos altos).

Quizás sea por el momento del año que nos encuentra a todos con bajo nivel de funcionamiento neuronal o porque -al parecer- el efecto de la “tinelización” no respeta profesiones, pero resulta que en este ámbito de periodistas lúcidos, el sector masculino armó una tribuna de análisis que ha llegado hasta -lisa y llanamente- agredir la autoestima del sexo “débil”. La discusión es en torno al mayor o menor uso de polleras.

La prenda, que inspiró a Damas Gratis para su “Pollera Colorá”, según puede deducirse es otro de los objetos fetichistas que enciende a más de un corazón masculino.

En nuestro caso el asunto es que cuestionan a sus compañeras de infortunios y congratulaciones, el escaso uso o consumo -para estar acorde a las reglas del mercado- que hacen de esa prenda. Pero la preocupación no ha quedado ahí,

Han ido aún más allá; armaron un ranking que contiene la frecuencia con la que cada una aparece con una pollera por la Redacción.

No es claro el nacimiento de la pollera. Algunos sitúan el origen del término en Europa, donde -por ejemplo-, para las damas españolas era la tercera de las faldas que usaban superpuestas.

Uno de estos parientes lejanos de los cromañones -que raramente adhiere al pensamiento progre, obviamente- respondió ante la pregunta de por qué las mujeres debían usar polleras, con la siguiente frase: “porque son mujeres”. Y ninguno más fue capaz de exhibir otro argumento.

¿Sabrán este hato de primates cuál fue la primera prenda que el hombre -genéricamente dicho- usó? Desde Neanderthal para acá, hombres y mujeres se cubrían con prendas similares a las actuales polleras. Está registrado ese uniforme “ambisexual” en todas las pinturas rupestres encontradas. Pero no por una cuestión de género, sino de factibilidad de confección. No había ni diseñadores ni talleres de costura. Pero aún si se decidiera ignorar ese aspecto, se puede avanzar en el tiempo: apóstoles, reyes, faraones, emperadores, gladiadores, guerreros, siguieron usando polleras. Hoy, los escoceses usan polleras y sería interesante que averiguaran qué piensa el Príncipe Carlos, cuando con orgullo saca a relucir su Kilt, respecto del argumento ofrecido por este líder machista que comparte con mujeres este ámbito de trabajo. ¿No lo ofenderá ser considerado una niña por estos muchachos sudamericanos posmodernos y tan inteligentes?

Bancanos Carlos

Por Salomé Crespo

No esperaba que sea precisamente un príncipe quien nos entienda a las chicas de El Litoral, sobre todo porque no soy de las que cree o confía en la existencia de los de color azul; para mí destiñen mucho antes de poder encontrar uno. Pero, en fin, si Carlos usa la prenda en cuestión seguro comprende lo que escribo, aunque él es de la realeza, por lo tanto no debe tener que andar ocupándose de que durante su rutina en pollera se le vean las partes pudendas.

A los que reclaman su uso les ofrezco un par de ejemplos de lo complicado que puede ser desarrollar nuestra tarea diaria “adentro” de una de ellas: vecinos de cualquier barrio de la ciudad reclaman por la falta de mantenimiento del lugar en general. Vayan ustedes si son machos a poner un grabador, previa cruzada de zanjas, pastizales llenos de mosquitos y terrenos minados de charcos.

Para ser más clara: conferencia de prensa multitudinaria y, sobre todo, extensa. Llegamos al lugar y no hay más sillas; la alternativa más cercana y segura es el piso. Obviamente que las chicas de la redacción de El Litoral fuimos educadas de tal manera que no se nos permiten los comportamientos masculinos, por lo tanto, previo contorsionismo, una queda sentada en el suelo y lentamente va perdiendo la sensibilidad del cuerpo por los calambres en pos de que no se “nos vea nada”. Eso con un jean no pasa.

En fin muchachos, todo bien... pero no jodan.