Al margen de la crónica

Los Power, Backyardigans y otros

¡Socorro! Para los tíos, padrinos y abuelos que para estas fiestas queremos mimar a nuestros amados niños, la elección del juguete se transforma en una “misión vergonzosa”.

Es que la opción ya no es una muñeca o un camioncito. Al entrar hoy a una juguetería, la primera reacción de quien está al margen del mundo infantil, es de “desubicación” seguida por un leve “mareo” al ver semejante oferta de chiches y personajes de dibujos animados y películas, cuyos nombres jamás habíamos escuchado en la vida.

Por si fuera poco, la cosa se complica porque todo está en inglés. Entonces tenemos el caso de una amiga que quiso comprar un muñeco de PowerPoint 3 (un programa de informática), en lugar de pedir que le muestren los ya clásicos superhéroes de Power Rangers.

Otra mujer, aleccionada por una madre actualizada, fue a pedir un disfraz de Tinkerbell, pero al no recordar el nombre, le dio a la empleada de la juguetería una explicación pormenorizada de que se trataba de la mítica “Campanita” que acompaña a Peter Pan en sus aventuras. Y para que quede más claro de qué estaba hablando, añadió que ese personaje ahora alzó vuelo y tiene su película propia. Y que además, su sobrina adora ese personaje de Disney y que por eso le quería regalar algún juguete con su figura. ¡Toda esa perorata para comprar un diminuto disfraz infantil!

Si uno va con el guión estudiado y pide, después de haber repasado varias veces la pronunciación, “un juguete de Backyardigans”, la empleada le preguntará cuál es el que le gusta al niño. Y ahí usted volverá a quedar pintado, se encogerá de hombros y tendrá que soportar la humillación de llamar por celular a la mamá para saber si al nene le gusta el pingüino Pablo, el alce Tyrone o una criatura morada de nombre Uniqua.

Así las cosas, comprar un juguete hoy no es tarea cualquiera. Y más vale que no piense que sólo es una cuestión de presupuesto. Porque aunque vaya a elegir algo de unos pocos pesos, le tirarán encima un artillería de preguntas sobre las preferencias del nene que lo dejarán perplejo o, al menos, dudando sobre si usted es un buen tío, padrino o abuelo.