La semana política

El olor del dinero

El olor del dinero

Los Kirchner arrancaron la semana redoblando la ofensiva contra Cobos y la cerraron con la aprobación de un indulto al capital.

Sergio Serrichio

[email protected]

CMI

¿Será sólo rencor lo que movió a Néstor Kirchner a emprender su nueva ofensiva verbal contra Julio Cobos?

“Máquina de impedir”, le espetó el ex presidente explícito al vicepresidente. Pero a más de cinco meses del voto “no positivo” con que Cobos acabó en el Senado con el esquema de “retenciones móviles” a las exportaciones agrícolas, es dudoso que sea pura y simple “calentura” lo que guíe las declaraciones de Kirchner.

Más bien, el presidente del PJ y estratega de facto del gobierno pareció apuntar con su andanada -seguida luego por la disciplinada tropa K, incluidos el titular de la bancada oficial en el Senado, Miguel Pichetto, y el diputado ultrakirchnerista Carlos Kunkel- a un doble objetivo: de un lado, poner a la defensiva a Cobos; del otro, empiojar el incipiente agrupamiento opositor, del que hoy por hoy la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, está emergiendo como la figura más visible y con mayor poder de capitalización política. El “non-plus-ultra” de Kirchner es la dimisión del vicepresidente, que le permitiría al kirchnerismo controlar toda la línea de sucesión presidencial y arrojar a Cobos a pelear espacio opositor.

Pero aún si no logra ese objetivo, poner nominalmente al ex gobernador de Mendoza en la “oposición” le sirve al oficialismo en la medida que refuerza la tendencia a la multiplicación -ergo, a la dispersión- del espectro no-kirchnerista.

Votos y costos de Cobos

Sucede que Cobos, a quien las encuestas coinciden en señalar como el político con mejor imagen del país, no ha logrado -y tal vez nunca lo logre, por la naturaleza del problema- resolver la cuadratura del círculo que significa ser el vicepresidente de un gobierno que no le gusta y que no lo quiere y, a la vez, referente de una oposición que no puede integrar explícitamente. Esas contradicciones quizás se puedan salvar, operando a nivel local, en 2009, pero no en 2011. Y las decisiones hay que tomarlas antes.

Se coincida o no con él, se sospeche o no de sus argumentos y de sus motivos, Cobos puede explicar por qué votó como votó en la madrugada del 17 de julio. Lo que no puede es constituirse como el gran referente no-K (o, peor aún, anti-K) parado sobre el tamaño de su error.

Como gobernador de Mendoza, Cobos convivió cuatro años con el gobierno de Néstor Kirchner. Como miembro de la fórmula presidencial, debió acceder a los recovecos de la campaña, cuyo financiamiento está siendo investigado por la Justicia. Si suyos fueron los votos, como dice, también suyos deben ser los costos por lo que se hizo mal o no se controló bien.

Indultando al capital

Esto nos lleva de vuelta a los hechos de los últimos días. Uno de ellos, en pleno desarrollo político, es la denuncia de Carrió y del ex intendente cordobés Luis Juez, sobre intentos non-sanctos del kirchnerismo -gestión del secretario Legal y Técnico y hombre de la mesa chica K, Carlos Zannini, incluida- para que Cristóbal López -un patagónico todoterreno empresario petrolero, de medios, constructor, transportista, productor olivícola, zar del juego- que mantiene una larga y privilegiada relación con Néstor Kirchner, desembarcara con sus casinos y tragamonedas en la capital mediterránea.

Para colmo, la movida dejó en falsa escuadra al gobernador Juan Schiaretti, que apostaba a aumentar el peso del juego en los municipios de la provincia.

En la misma clave, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, se vio obligado a renegar de un acuerdo que había abrochado con Lotería Nacional y que dejaba a salvo de desafíos legales y políticos significativos el sospechosísimo decreto con el que, días antes de pasarle la presidencia a su esposa, Kirchner prorrogó por quince años, y con diez de anticipo respecto al plazo de caducidad original, la concesión del Hipódromo de Palermo, a cambio de la “obligación” del concesionario de duplicar el número de tragamonedas en servicio, que provee, precisamente, el amigo Cristóbal López, con la ventaja de quedarse con el 20 por ciento de la recaudación.

Las condenas de la Iglesia pusieron a la defensiva tanto a Macri como a Schiaretti y dieron alto impacto a las denuncias de Carrió, pues compensaron el efecto adormecedor que la sobredosis de denuncias de la líder de la Coalición Cívica suele tener sobre la opinión pública.

Esta vez, todo parece más a la vista y tintineante. Hay fechas, direcciones y un testigo Luis Juez- que se ofrece a declarar. Tal vez resulte menos impresionante que los 30 millones de dólares que la alemana Siemens confesó pagarle en coimas al gobierno de Carlos Menem, pero es también más actual.

Plata sucia

La aprobación del blanqueo de capitales, por si faltara, vino a completar un cuadro de sospechas, en el que el dinero, bien o mal habido, tuvo un nuevo jubileo promovido por el mismo matrimonio presidencial que alega defender a los que menos tienen.

El continuo ensombrecimiento del panorama económico -aquí, allá y en todos lados- obliga, es cierto, a buscar soluciones. En el mundo los intentos van por del lado de la inyección de crédito, el gasto público genuino no la destrucción del primero ni una reasignación de fondos ya existentes o el doble y triple recuento de los mismos porotos para trasvestida de inversión. Aquí, en cambio, la apuesta sigue siendo al dinero, y no a la producción que lo genera y le da sentido.

¿Qué grado de “éxito” debería tener el indulto al capital promovido por el kirchnerismo para compensar, por caso, la baja de casi 20 por ciento de la producción agrícola, hija de la sequía pero también de las absurdas políticas del gobierno hacia el campo, y agravada por la caída de los precios internacionales, cuyo mejor momento el país no supo aprovechar?

“Pecunia non olet” (el dinero no tiene olor) le dijo Vespasiano a Tito, cuando éste lo increpó por recaudar fondos mediante una gabela sobre el uso de los baños públicos de Roma. El emperador necesitaba el dinero para mejorar las alicaídas finanzas romanas, y no iba a retroceder ante las objeciones de su heredero.

¿Con qué argumento la habrá convencido Néstor a Cristina?

“Pecunia non olet” (el dinero no tiene olor) le dijo Vespasiano a Tito, cuando éste lo increpó por recaudar fondos mediante una gabela sobre el uso de los baños públicos de Roma.