De domingo a domingo

Los desafíos del 2009

Ernesto Behrensen

(DyN)

Las elecciones legislativas y los alcances en el país de la crisis financiera internacional serán los principales desafíos que deberá enfrentar el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner durante el año que comienza. Los estrategas oficiales tendrán un reto importante: cómo convencer al electorado nacional de votar, una vez más, la cuarta desde 2003, a los candidatos K.

La caída de la popularidad, la crisis económica, la adopción de políticas erráticas y los conflictos permanentes con diversos sectores, pero en especial con el campo, desgastaron fuertemente la gestión de Cristina en su primer año de gobierno. La permanente intromisión de Néstor Kirchner, también.

El estilo soberbio con el que se manejan en la Casa Rosada produjo un hartazgo en la sociedad, que se refleja en todas las encuestas.

A diez meses de los comicios en los que se renovará la mitad de Diputados y un tercio de los senadores, el escenario está abierto a cualquier posibilidad. Lo único cierto es que un resultado adverso condicionará fuertemente los últimos años de gestión de Cristina.

Desde los despachos oficiales, saben que el panorama es complejo. En los grandes centros urbanos, no tienen penetración. En el campo, luego del conflicto que le propinó el golpe más duro, el nombre de los Kirchner produce espanto. La clave, una vez más, será la provincia de Buenos Aires y especialmente el conurbano. Por esa razón, se refuerzan, desde lo político y desde la gestión, las relaciones con los caciques comunales.

Uno de los hombres que habita la Casa Rosada dio su versión del escenario para las elecciones. “Ganamos, pero no porque nosotros seamos bárbaros, sino porque los demás son desastrosos”. Se refería, obviamente, a la oposición, que hoy aparece anárquica y buscando alquimias electorales impensadas hace meses.

Elisa Carrió se autotituló “líder nacional de la oposición” y, en ese rol, intenta armar un frente con un solo norte: “La única batalla que voy a librar es contra el gobernante de facto Néstor Kirchner”, afirma. Las similitudes con la Alianza que llevó a Fernando de la Rúa al poder y que se creó con el único fin de derrotar al peronismo no son pocas. En ese afán no repara en tender puentes hacia enemigos hasta hace poco irreconciliables, como el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri. Ya tejió una alianza con los socialistas y avanzó con radicales, pero la inclusión del macrismo hace crujir el armado.

Julio Cobos también se mueve y prepara su regreso al radicalismo. El vicepresidente intenta aprovechar la notoriedad que le dio su voto no positivo y, quizás, sueña con convertirse en referente opositor pero sin resignar su cargo, al que llegó como parte integrante del proyecto que hoy gobierna al país.

En el peronismo, en tanto, reapareció en los últimos días Eduardo Duhalde, cargando duramente contra el matrimonio presidencial y recogiendo las quejas de los “compañeros” que fueron quedando a la vera del camino.

No son pocos los dirigentes peronistas que se alejan del oficialismo. Felipe Solá fue uno de los últimos. Otros, temerosos de perder sus prebendas, se conforman con quejarse por lo bajo y aplaudir en público.

Las primeras reacciones de Cristina ante el embate de la crisis fue minimizarla. Hasta se dio el lujo de circunscribirla al primer mundo y ponerle “efecto Jazz” como nombre.

Pero resultó que la Argentina sí estaba inmersa en el mundo y las consecuencias de la debacle la alcanzaron. Con un frenesí inusitado se anunciaron baterías de medidas en los últimos días de diciembre. Algunas nuevas y otras repetidas. En algunos casos, se anunciaron sin tenerlas totalmente digeridas.

Durante el 2009, la preocupación central del gobierno estará puesta en el control de la situación fiscal, el tipo de cambio y la balanza comercial, pilares del actual modelo económico.

Todos los indicadores demuestran que está en marcha una desaceleración de la economía. La construcción cayó casi un seis por ciento, el consumo se retrajo, la recaudación se vio afectada como así también el nivel de las exportaciones. Son señales de alarma a tener en cuenta.

Para Cristina, “el gran combate es contra la pobreza y la desigualdad”. Por esa razón, un importante hombre de gobierno confió que durante enero “se medirá el impacto” de las medidas que se anunciaron y reveló que el foco estará puesto en “aumentar el mercado crediticio y mantener el nivel de la actividad económica”. Otro de los temas que se intentará impulsar desde el gobierno será el del comercio internacional, con el objetivo de “abrir nuevos mercados”.

Para ello, afirman, se “meterá presión a las embajadas y se recurrirá a las misiones comerciales”. También confirmaron que se retomará la renegociación de la deuda argentina en default, que fuera anunciada por Cristina en Nueva York.

En el ámbito local, la discusión salarial, este año, será seguida atentamente. Antes de que finalice el receso estival, las paritarias pondrán otra prueba de fuego en manos del gobierno de Cristina. Ya comenzaron a negociarse los nuevos sueldos para 2009 (el 15 por ciento sería el parámetro) pero, a diferencia de los años anteriores donde la polémica se centraba sólo en el porcentaje a aplicar para no generar inflación, en este caso la crisis internacional pondrá un condimento nuevo: la amenaza de pérdida de empleos. Por ello, el gobierno deberá mantener un delicado equilibrio entre las demandas y las realidades.

El rechazo a un plus salarial a fin de 2008 es una señal a tener en cuenta. Para poder hacer frente a los compromisos electorales e intentar tener a la economía en caja, el matrimonio Kirchner parece haber decidido poner a los incondicionales en los lugares claves del poder. En ese marco se inscribe el cambio de Claudio Moroni por Ricardo Echegaray en la Afip. El trío conformado por Julio de Vido, Guillermo Moreno y Echegaray les garantiza a los K el control directo e incondicional de áreas clave del poder.

En estos tiempos turbulentos, los Kirchner parecen haber recogido una máxima atribuida a Carlos Menem, el mismo a quien combatieron desde los atriles durante toda su gestión como paradigma del país que no quieren. “Primero gobernaré con los amigos, después con los capaces y por último con los leales”.

Los desafíos del 2009

Cristina hasta manifestó alegría por la crisis del primer mundo, a la que quiso bautizar “efecto jazz”. Pero el tiempo le está demostrando que la crisis es para todos, especialmente para su gestión.

Foto: archivo el litoral