Gustavo Bossert, ex ministro de la Corte Suprema de Justicia

“Soy bipolar, voy entre el derecho y la literatura”

El jurista sostuvo que la Corte actual “le merece todos los respetos” y saludó el fallo sobre libertad sindical. Los cambios en el Derecho de Familia y la frustración sobre un proyecto de penalizar el acoso sexual.

Mario Cáffaro

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Gustavo Bossert se fue de la Corte Suprema de Justicia en el 2002 “por hartazgo espiritual” cuando avanzaban las denuncias de juicio político contra algunos de sus pares acusados de haber formado una “mayoría automática” en la etapa del menemismo. Ahora opta por hablar poco de esa etapa y por destacar la calidad intelectual de la actual integración del actual tribunal superior de la Nación. En cambio se entusiasma porque el cine francés llevará a la pantalla su obra “Los sirvientes”, novela de gran éxito en aquel país y mantiene dos amores: la democracia progresista y Rosario Central.

Precisamente vino a Santa Fe a los festejos de los 94 años del PDP -fue el orador central en los actos llevados a cabo- y a reconocer la figura de Rafael Martínez Raymonda a quien define como “un prestidigitador que saca soluciones de la galera cuando aparecen los problemas”.

“Me da alegría que me inviten ya que por más que a mediados de los 60 dejé de militar en el PDP, siempre he seguido y seguiré siendo demócrata progresista, mi corazón se quedó para siempre allí. En reunión con mis correligionarios es un placer, es como recuperar un placer perdido hace tiempo. Ya en los años 50 yo andaba en las tribunas al lado de mis ídolos como Rafael, Theddy, Muniagurria; a mediados de los 60 me derivé más a la jurídica, a producir obras jurídicas, a las cátedras universitarias”.

Se jacta de ser docente de universidades públicas únicamente durante gobiernos democráticos y hoy, a los 70 años, es profesor titular de consulta “esperando que un concurso designe reemplazante”. A propósito de la ley que a los 65 años deja fuera del sistema universitario a los docentes afirma que “es una ley estúpida pero que también existe en Francia, entre otros países. Fui profesor en la Universidad de París II donde dictaba mis cursos y cuando cumplí los 65 se cumplió la ley. Esto es así porque antes uno a los 65 años era mucho más viejo, hoy se es más joven; ahora el argumento es ridículo, para dejar el lugar a personas jóvenes que vengan a ocupar el lugar. Esto se hace por concursos. Gané mi concurso en 1984, siete años después ante jurados españoles revalidé el cargo al competir con gente de todas las edades. A mi no me tienen que sacar por tener 65, sino por perder el concurso, pero así es la ley”.

Aquella y ésta Corte

“La Corte actual es digna de todo respeto. Yo nunca vuelvo para atrás, termino una etapa, sigo adelante y hago las cosas que me gustan hacer. En estos momentos estoy con el cuerpo y el alma en otras cosas. He vuelto a ser abogado, ejercito haciendo escritos para estudios jurídicos; soy bipolar porque practico la literatura, voy y vengo entre derecho y literatura, siempre estoy publicando alguna novela” es la respuesta que elige cuando se le pregunta si no se arrepiente de haber abandonado la Corte en 2002. Insiste en respaldar la Corte actual. “Es tan digna que ha dictado lo que considero una de las buenas noticias de los últimos tiempos: el fallo que va a posibilitar el camino a la libertad sindical que la Argentina debería cumplir de acuerdo al artículo 14 bis de la Constitución y a los tratados de la OIT y que no cumplimos porque desde 1945 rige la ley de Mussolini que le da todos los poderes al sindicato-unicato reconocido. Este fallo empieza a revertir esta situación, es el reconocimiento de la libertad sindical”.

Bossert llegó a la Corte por el “Pacto de Olivos’ y formó parte de un cuestionado cuerpo. “Éramos cuatro en minoría. Los nueve sólo nos veíamos en los acuerdos, solamente me encontraba para hablar de los temas con los otros tres colegas que integrábamos la minoría. Son personas excelentes, dos de los cuales siguen honrando la Corte Suprema como Carlos Fayt, que sigue llegando a las 7.30 de la mañana pese a que tiene 90 años, y Enrique Petracchi quien ha nacido en la Corte y sabe todo lo que hay que saber sobre recurso extraordinario que es la materia central del tribunal. Son figuras de primera línea”.

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ADEMÁS

El derecho de familia

Bossert se especializó en derecho de familia y asegura que en esa rama del derecho “hay un antes y un después con el regreso de la democracia”. Señala que las leyes dictadas entre 1985 y 1985 “cambió el pasado medieval que prevalecía en la Argentina. Con Eduardo Zanoni hemos participado largamente en la redacción de las leyes. Los que nos convocaron para trabajar en las leyes sobre igualdad del hombre y la mujer, de igualdad de los chicos matrimoniales y extramatrimoniales, la patria potestad compartida, el divorcio, todo eso fue sin distinción entre peronistas, radicales y de otros partidos. Ibamos con Zanoni a exponer porque veníamos militando estas cosas desde los 60. En esas reuniones no había distinción de partidos, estábamos todos unidos en torno de la idea de modificar el derecho de familia”.

En cambio, se frustra porque la Cámara de Diputados no avanzó con un proyecto para convertir el acoso sexual en delito. “Me empecé a indignar con esos asquerosos que por ocupar un cargo alto sea en la administración pública como en una empresa privada, pretenden obtener favores de una mujer a través de amenazas. Estudié el tema y empecé con publicaciones. Amnisty Internacional vino a buscarme y con Ricardo Gil Lavedra hicimos el proyecto de ley que llevamos al Senado y se aprobó por amplia mayoría. En Diputados, la comisión de Asuntos Penales nos convocó y empezamos a notar que algunos diputados hacían objeciones incomprensibles. Pasaron los meses y el tema se cayó porque intentaron canjear la aprobación por otros. Así se terminó el intento de convertir en delito específico el acoso sexual”.

“Soy bipolar, voy entre el  derecho y la literatura”

Bossert dice estar hoy más dedicado a la cátedra y a literatura.

Foto: Luis Cetraro

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EL DATO

Canalla

“Nunca dejé de ser rosarino pese a vivir en Buenos Aires”, asegura Bossert quien dice haber nacido con la camiseta de Rosario Central, club cuyo padre presidió. “Mi papá me llevaba a los siete años, allá por los 40, a la cancha. Ví el nacimiento del bleff de los directores técnicos. Fue un invento de mediados de los “50. Nació porque en ese momento en Europa aparecieron preparadores físicos que convirtieron a los futbolistas en atletas; empezó un fútbol de roce, atlético; pegado a esto aparecieron los directores técnicos que antes los llamábamos entrenador y que no cobraban por su tarea. Se les dio manija porque pasaron a ser el fusible que antes era la comisión directiva y cuando anda mal el equipo cae el técnico. Quiere cosa más estúpida que esto. Esto fue un invento de los años “50 para preservar las comisiones directivas de los clubes”.