La meta es octubre

Hacia sus marcas

Sin la realización del sueño de 2009, imposible soñar con el 2011. Oficialismo y oposición saben que la posibilidad de llegar a la presidencia dependeráde cómo queden políticamente posicionados en las legislativas del próximo octubre.

Horacio Serafini

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cmi

Hacia sus marcas, parecen haberse dicho todos en los últimos días del año que terminó. El gobierno, con decisiones económicas que buscan apuntalar la economía y de las cuentas fiscales, y políticas, que pretenden su relanzamiento a partir de hacerse fuerte detrás del broquel. La oposición, en sus distintas variantes, con las idas y venidas en procura de acuerdos electorales que trasunten los límites del simple acuerdismo opositor, aquel sustentado únicamente en el “no’ a lo que hay; cuando no en anticiparle los tiempos políticos al oficialismo.

Dentro del peronismo ya nadie parece temerle al forzado liderazgo oficial de Néstor Kirchner. Baqueano en eso de olfatear debilidades políticas, Eduardo Duhalde salió a augurar el principio del postkirchnerismo. Aunque a cuentagotas, las deserciones en el oficialismo, algunas legislativas, políticas en otros casos, parecerían darle en parte la razón.

Pero el indicio mayor de los últimos días resultó el madrugón que dio Carlos Reutemann: esta vez sí pensaría en la posibilidad de ser candidato, siempre y cuando en los próximos dos años no se le vuelva a cruzar, como en 2002, alguna aparición perturbadora. Aliado con idas y vueltas del gobierno, el hermético santafesino tiene que salvar, sin embargo, el escollo electoral que, en el caso de Santa Fe, implica también la elección de senador. Cómo lo hará sin un acuerdo con Kirchner, es una incógnita. Seguramente eso explica su oportunismo de romper sin romper con el kirchnerismo. Una diferencia sustancial, por caso, con otro potencial presidenciable peronista, que también tendrá que demostrar este año que puede serlo: Felipe Solá directamente partió lanzas con el jefe del PJ.

Hasta Carlos Menem parece no poder escapar a esta lógica de supuesto principio del postkirchnerismo cuando, cual autómata, implora desde su ocaso que le pongan una ficha a su candidatura.

En la otra vereda

Por el lado de la oposición no peronista, casi todo está por construirse. Elisa Carrió insiste en su estrategia de denuncia sobre Kirchner, que en este año electoral podría reportarle beneficios: los avatares de la causa por supuesta organización ilícita contra el ex presidente que movió el juez Julián Ercolini pueden convertirse en tema de debate electoral, pero su avance investigativo dependerá de la suerte política del gobierno.

El acercamiento de la jefa de la Coalición Cívica con la UCR empieza a tener sus bemoles. Buena parte del radicalismo, además, no quiere sacrificar en un acuerdo con Carrió las expectativas de recuperación que le abrió la figura de Julio Cobos. El socialismo, tercero en cuestión, tampoco parece dispuesto a ir porque sí a un frente opositor sin un mínimo acuerdo programático, en función de prevenir un riesgo que le es común a toda la oposición: unirse “contra”, en vez de hacerlo “por”.

Los síntomas, sin embargo, aún son insuficientes como para un diagnóstico terminal sobre el kirchnerismo. Roto el consenso social con sectores medios urbanos desde el conflicto con el campo, Kirchner aspira a reconstruir al menos parte de esa relación. Las medidas de estímulo al consumo, además de apuntalar la actividad económica ante la crisis, se orientan en ese sentido. Y a juzgar por una reciente encuesta nacional de la consultora Ibarómetro, han sido bien acogidas por la mitad de la población consultada en los principales centros urbanos. Ahora dependerá de la capacidad ejecutiva de las mismas por parte del gobierno.

Ante el riesgo de que la crisis internacional desembarque con todo en el país, la decisión ha sido el repliegue sobre sus propias fuerzas. Jefe político del gobierno, Kirchner ha dispuesto que dejó de ser la hora de los tibios. La designación al frente de la Afip de quien alguna vez se definió su “soldado”, Ricardo Echegaray, se orienta en ese sentido. El organismo es estratégico, tanto como lo son los depósitos traspasados y el flujo anual de los fondos jubilatorios privados, para garantizar la salud de las cuentas fiscales, y con ella las chances electorales, desde la óptica kirchnerista.

Ya dejó de ser un secreto, además, que con ese objetivo habrá más cambios en el gabinete de Cristina. Pero como cualquiera que se precie de ejercer la conducción, el momento será decidido desde Olivos. Sucedió así con el ascenso de Echegaray a la Afip.

Hacia sus marcas

Felipe Solá, Hilda “Chiche” Duhalde y Eduardo Duhalde.

Foto: Archivo El Litoral

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EL DATO

Futuro

La suerte hacia las legislativas ya comenzó a echarse. De acá a octubre también comenzarán a instalarse potenciales riesgos institucionales que pueden traer aparejados los resultados electorales. Si el oficialismo logra traducir sus iniciativas políticas en un restablecimiento de la confianza resquebrajada con sectores sociales medios y capear el temporal de la crisis global, las urnas pueden reponerle la cómoda mayoría legislativa que ostentó hasta el conflicto con el campo. Si fracasa en ese intento y ello se traduce en una severa derrota electoral, la oposición podría cebarse ante un gobierno debilitado. De la madurez de uno y otros dependerá entonces que la institucionalidad del país eluda debatirse los próximos dos años entre permítanse los neologismos-, un “chávez-kirchnerismo”, o una “opo-desestabilización”.