EN 1900

La historia de amor que escandalizó a Buenos Aires

El ex presidente Marcelo T. de Alvear y una de las damas del canto lírico europeo, Regina Pacini, protagonizaron un romance que recrea, en una novela, la escritora Ana María Cabrera.

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Marcelo Torcuato de Alvear.

Foto: ARCHIVO EL LITORAL

DOLORES PRUNEDA PAZ

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TÉLAM

En el libro “Regina y Marcelo, un duetto de amor”, Ana María Cabrera recrea, en tono de novela rosa, la historia de amor que escandalizó a la aristocracia porteña del 1900, entre el ex presidente argentino Marcelo T. de Alvear y una de las damas indiscutidas del canto lírico europeo, Regina Pacini.

La novela editada por Emecé pone la lupa en la talentosa soprano, sucesora de las grandes del “bel canto” Adelina Patti, Nellie Melba y Emma Nevada, que abandonó en pleno apogeo su magistral carrera para casarse con Alvear, el “enfant terrible” que se enamoró de ella el primer día que escuchó su voz en el teatro Politeama de Buenos Aires.

En el libro, Cabrera recrea con singulares detalles históricos la resistencia que provocó en la alta sociedad porteña el amor entre Alvear y “la Pacini” -como le decían-, ovacionada en los más calificados escenarios y cortes europeos durante 20 años de meteórica carrera, que comenzaron cuando era una adolescente.

“A medida que transitaba la trama de este largo amor, la figura de Regina se iba agrandando y haciendo más importante. Me impactó su gran talento y generosidad. Ella dejó todo por amor, ya que Alvear le exigía que sólo cantase para él”, dijo Cabrera.

Sobre esta extraordinaria artista –que compartió protagónicos con Enrico Caruso en el Covent Garden de Londres y deslumbró al público y la crítica especializada con un osado debut a los 16 años, en el teatro San Carlos de Lisboa– “no existía bibliografía en el país”, afirmó la escritora.

Cabrera dio de manera fortuita con datos sobre esta intérprete extraordinaria, ilustre desconocida en Argentina: una tarde que en el Teatro Colón le confirmaban que no tenían documentación sobre Pacini, un hombre que escuchaba el diálogo –aficionado a la ópera– se le acercó y le ofreció las copias en portugués de un libro que no se encontraba en el país.

“Siempre trabajo con personajes poco conocidos, agrandando la letra chica de la historia oficial, poniéndolo en primer plano. Escribo sobre las mujeres y hombres que tuvieron el poder pero fueron excluidos de la narrativa de esa historia”, dijo esta profesora en Letras especializada en la temática de género.

Tal es el caso de “Felicitas Guerrero”, su primera novela, a quien la prensa llamaba “la joya de los salones” y que nunca hizo referencia a su lucha por los campos; o el de “Cristián Demaría”, su segunda novela “sobre el primer defensor de los derechos de la mujer en Argentina”.

PRIMERA DAMA

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Regina Pacini.

Foto: Archivo El Litoral

Respecto de la Pacini, la autora afirmó que “si bien la aristocracia de la Buenos Aires de primera mitad de siglo XX siempre la resistió, la gente que la conocía la adoraba, principalmente en el ambiente del teatro”.

A ella se le deben “los avances en la lucha por los derechos del autor teatral y la creación en 1938 (bajo el gobierno del general Justo) de la Casa del Teatro, para refugio y vivienda de quienes hubieran contribuido con el desarrollo de la vida teatral”, agregó.

El cariño y respeto que sentían por esta mujer se refleja entre otros testimonios obtenidos por la autora para este libro, como el de Serafín Frois, el antiguo cuidador de la bóveda de los Alvear en el cementerio de Recoleta, que finalizado sus servicios continuó durante años yendo al lugar a mantener en condiciones la tumba de la ex soprano.

Para escribir este libro Cabrera entrevistó, entre otros, a Regina Valverde, la hija de José, el cochero que tomó Pacini apenas enviudó, a quien nombró su “ahijada del corazón” y cuidó hasta su muerte.

Esta artista, “que aportó tanto al mundo del arte y la cultura en el país y murió sola y rozando la locura a los 94 años (en la casa que compartió con Alvear en la localidad bonaerense de Don Torcuato) ni siquiera recibió los honores que le correspondían como Primera Dama que fue”, dijo Cabrera.

Cuentan que el abogado que administraba sus bienes, “además de estafarla había comprado con años de antelación el ataúd para Regina”, apuntó la escritora.

Cabrera recordó que “al momento de su muerte nadie dio aviso al presidente Justo, como hubiera correspondido, sino que el abogado subió el féretro a un tren y lo envió a la Casa del Teatro” que había inaugurado Pacini acompañada por Lola Membrives, Luisa Vehil y Enrique Muiño, entre otros.

“Me pareció terrible que no hayamos aceptado a una figura de su talla, responsable de que Radio Municipal transmitiera las galas del Colón para que pudieran escucharlas quienes no tenían acceso al teatro”, sostuvo la escritora.

“Por eso escribo sobre los que no escribieron la historia ni tuvieron la palabra. Para que cada lector pueda recapacitar sobre sus antecedentes como pueblo y como cultura”, concluyó Cabrera.



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EL DATO

Sin documentos

La autora -actualmente inmersa en un trabajo sobre la esclavitud de negros y niños en el país- investigó por más de un año documentos históricos, pero sobre todo con fuentes orales “porque se trata de una historia sobre la vida cotidiana, y eso no aparece en los documentos”.