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Un paraíso encallado en el Pacífico mexicano
 

La ciudad está recostada sobre la Sierra Madre Occidental, en la Bahía de Banderas.

Un paraíso encallado en el Pacífico mexicano

Puerto Vallarta es uno de los destinos más elegantes y atractivos de México, sobre el Océano Pacífico, que cautiva al visitante por su belleza natural, su historia y su cultura.TEXTOS Y FOTOS DE MARIANA RIVERA

Puerto Vallarta puede ser definida como una ciudad a orillas del Pacífico mexicano, sobre la Bahía de Banderas, en donde todo a su alrededor respira arte, tradición e historia. Mi primera impresión al vislumbrarla desde el avión fue de asombro, con sus largas playas bañadas por el mar azul y sus montañas verdes, que le dan contención a una prolongada línea de edificaciones que combinan antiguas viviendas y modernos complejos hoteleros.

La ciudad -ubicada en el Estado de Jalisco, cuna de los Mariachis, al noroeste del Distrito Federal- debe su nombre al Lic. Ignacio L. Vallarta, notable jurisconsulto y ex gobernador de aquel Estado. Es probable que los primeros asentamientos se hayan establecido alrededor del año 300 a.C. en el Preclásico Medio. Mil años después llegó la gente de Aztatlán en el Post Clásico Temprano y finalmente estuvo habitado por grupos de la cultura Banderas en el Post Clásico Tardío. Esta cultura fue la que encontraron los españoles cuando llegaron al valle.

Puerto Vallarta fue fundada el 12 de diciembre de 1851 por Guadalupe Sánchez Torres, su esposa Ambrosia Carrillo y algunos amigos como Cenobio Joya, Apolonio de Robles, Cleofas Peña y Martín Andrade, entre otros, quienes le dieron el nombre de Las Peñas de Santa María de Guadalupe, por ser ese día el dedicado a la Virgen.

Durante un paseo por las callecitas empedradas que caracterizan a esta ciudad pudimos encontrar en una esquina una antigua casona que había sido la que habitó Guadalupe Sánchez Torres, uno de los fundadores de la ciudad. Sólo una pequeña plaqueta recordaba la morada de aquellos primeros habitantes, ya que en la vivienda actualmente funcionaba un comercio.

Según cuenta la historia, los naturales llamaban a este valle “Xihutla”, que quiere decir “lugar donde crece la hierba”, que fue conquistado por el capitán Francisco Cortés de San Buenaventura. Los indios de este lugar se rindieron ante los españoles en marzo de 1525, y estos últimos fueron los que le dieron al valle el nombre de Banderas, que aún conserva.

LAS PEÑAS

Anteriormente, como se mencionara, Puerto Vallarta había sido llamado Las Peñas o Peñitas y, probablemente, en años más lejanos El Carrizal, por los enormes peñascos que se yerguen cerca del límite del mar.

Durante una recorrida en barco que realizamos por las costas de esta histórica ciudad pudimos apreciar aquellas enormes rocas ubicadas al sur, en donde la erosión del mar formó pequeños túneles que permiten ver en su interior. Incluso, uno de ellos -según cuentan los lugareños- muestra al atardecer la imagen del diablo, con su enorme capa negra, sus cuernos y su legendario tridente.

En aquel lugar, pudimos ver hermosos peces de colores que acompañaban a la embarcación y daban el marco ideal a aquella bella postal que formaban las playas de arenas amarillas, el Pacífico color azulino, las construcciones costeras en terrazas y una frondosa vegetación de verdes montañas. El atardecer nos regaló un cielo soñado con pinceladas rojas y anaranjadas y la danza de un grupo de delfines que acompasaban las olas.

OTRAS ATRACCIONES

El sitio más importante para los vallartenses es el popularmente conocido Malecón o Paseo Díaz Ordaz. Es una costanera de aproximadamente un kilómetro que bordea la playa, desde el parque Aquiles Serdán (donde está la famosa escultura de Los Arcos, uno de los emblemas de la ciudad) hasta el tradicional hotel Rosita.

Es el lugar ideal para dar largas caminatas hasta llegar al puerto y apreciar la ciudad desde su costa, además de tener una vista privilegiada de las puestas del sol. En toda su extensión se pueden ver numerosas obras de artistas locales, algunos de los cuales se utilizan como bancos para dar un descanso en el paseo. Unas estatuas que se destacan están ubicadas casi en el centro del Malecón, en la Rotonda del Mar, del artista local Alejandro Colunga.

Pero también hay varios faros, que se utilizaban antiguamente para señalar a los barcos el ingreso al puerto. Uno de ellos se encuentra frente a otro ícono de la ciudad: el monumento a El Caballito. Se trata de una figura en bronce del artista local Rafael Zamarripa, que originalmente se había colocado sobre un conjunto de rocas llamado Las Pilitas, al final de la playa de Los Muertos, pero las olas y los vientos derribaron la estructura, que permaneció perdida durante varios años. En 1976, el mismo escultor hizo otra figura y la colocó en el malecón, frente al viejo faro.

Puerto Vallarta fue originalmente un pueblo de pescadores pero creció y ganó fama por su clima estival y por conservar las tradiciones de su cultura autóctona. Precisamente en el monumento a El Caballito tuvimos la oportunidad de presenciar un espectáculo que ofrecían los lugareños, ataviados con trajes indígenas típicos. Allí había una especie de mástil del cual colgaban unas sogas y estos artistas subían hasta su tope y luego comenzaban a caer, pero dando giros alrededor del palo y cantando una sonora melodía. Según nos comentaron, era una especie de ritual que conservaban como tradición, que se realizaba cada atardecer.

ARTE Y RELIGIÓN

Esta ciudad del Pacífico mexicano conjuga las más exclusivas joyerías con gran cantidad de artesanos callejeros, más de 50 galerías de arte y un pintoresco mercado municipal, a la vera del río que atraviesa la ciudad, en donde no faltan artesanos y puestos de comidas al paso, para disfrute de los visitantes.

Casi al final del Malecón se empieza a vislumbrar la cúpula de una iglesia que sale de lo común: una gran corona surge detrás de la plaza principal de Puerto Vallarta. El templo de Nuestra Señora de Guadalupe fue construido en 1918 y está perfectamente conservado. Su fachada es de ladrillo visto; la torre central de cuatro cuerpos se construyó en la década del “50 y en 1965 se le agregó una corona de concreto, sostenida por ocho ángeles del mismo material. Sin embargo, pudimos saber que la corona original se cayó con el temblor del 9 de octubre de 1995, por lo que la actual es de fibra de vidrio.

Posteriormente, en 1987 se construyeron las pequeñas torres laterales y se terminó la fachada.

En el interior, las bóvedas guardan obras de arte como las estaciones del Vía Crucis, modeladas en yeso; el comulgatorio, el púlpito y los confesionarios de madera labrada; el altar de mármol y la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, pintada por el notable artista jalisciense Ignacio Ramírez.

Otro sitio que no debe dejar de conocerse es la marina de Puerto Vallarta, un paseo tradicional bordeado de comercios, restaurantes y puestos donde los artesanos ofrecen sus productos. Allí también se destaca un añoso faro, además de la cantidad de yates, lanchas y grandes embarcaciones allí amarradas. Desde estos muelles salen los barcos para hacer los paseos para admirar las costas vallartenses desde el mar.

PLAYAS CON HISTORIA

Puerto Vallarta cobró fama porque en la década de 1960 recibió a grandes estrellas de Hollywood, además de celebridades nacionales e intelectuales estadounidenses, que le dieron renombre. En 1963 se filmó en esta ciudad y sus alrededores, en especial la playa llamada Mismaloya, la famosa película “La noche de la iguana” del director cinematográfico John Huston, basada en la obra teatral de Tennessee Williams, que protagonizaron Richard Burton, Deborah Kerr y Ava Gardner.

Por este motivo, comenzó a fomentarse el turismo internacional en Puerto Vallarta y también tuvo su época de auge el desarrollo inmobiliario, principalmente de grandes cadenas de hoteles y condominios que cubren la costa de esta ciudad.

Pero su fama no quedó allí: después de “La noche de la iguana”, Puerto Vallarta continuó siendo lugar de filmación de varias películas. En las zonas selváticas circundantes se filmó la película Depredador, protagonizada por Arnold Schwarzenegger y la serie televisiva Acapulco Heat.

En definitiva, recorrer esta encantadora ciudad fue una agradable experiencia, en especial porque ocurrió en sus cálidos días de verano, con sus playas a pleno sol, y su despliegue de turistas y lugareños que le dieron el marco ideal para disfrutarla intensamente.

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la cúpula de Nuestra Sra. de Guadalupe termina en corona.

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El Caballito es el monumento que identifica a esta ciudad.

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artesanos ofrecen novedosos objetos en madera.

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El Malecón es la costanera de Puerto Vallarta.

Festejos astronómicos

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Unión Astronómica Internacional (IAU) decidieron celebrar este año el Año Internacional de la Astronomía, debido a que hace cuatro siglos el científico Galileo Galilei construyó el primer telescopio y realizó las primeras observaciones astronómicas a través de éste objeto.

La inauguración oficial del Año Internacional de la Astronomía fue el 14 y 15 de enero, en la sede de la UNESCO en París, Francia, bajo el lema “El Universo para que lo descubras”. En México, el 31 de enero se realizará una Noche de Estrellas que consiste en una observación astronómica simultánea en diversos espacios públicos en todo el país, incluyendo algunos sitios arqueológicos en custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), organismo que cumple 70 años de vida.

Las rejas de Chapultepec, en la Ciudad de México, la galería abierta más grande de América, presentará del 9 de febrero al 15 de marzo una selección de más de un centenar de fotografías astronómicas, que luego serán exhibidas en las rejas de otros lugares emblemáticos de esa ciudad.

Éstas y otras actividades se tiene previsto realizar por este motivo en aquel país. La programación planeada está disponible en www.astronomia2009.org.mx, según informó el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM).