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Una mansión que recrea el mundo literario del siglo XX

Fachada de la Villa Ocampo que fuera residencia de Victoria Ocampo en la localidad San Isidro.

Una mansión que recrea el mundo literario del siglo XX

Un recorrido por la imponente vivienda de la fallecida escritora argentina Victoria Ocampo, en las afueras de Buenos Aires, permite descubrir momentos memorables, como cuando se conocieron Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. TEXTOS. MARICEL SEEGER. FOTOS. EFE REPORTAJES.

“A Victoria, mujer de este siglo única. Jaques Lacan”. “A Victoria Ocampo para que sepa que la quiero, aunque no sé si me quiere o no me quiere. Pablo Neruda”. Estas son sólo algunas de las tantas dedicatorias que se pueden hallar en la mansión de la fallecida escritora, la primera mujer aceptada por la Academia Argentina de Letras.

Un recorrido por la imponente vivienda situada a las afueras de Buenos Aires permite recrear el paso de famosos artistas y descubrir momentos memorables, como cuando se conocieron los escritores Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.

Decenas de argentinos y extranjeros visitan a diario los salones de Villa Ocampo, una imponente mansión situada en la localidad bonaerense de San Isidro, que ha sido objeto de trabajos de restauración que demandaron cinco años y una inversión de unos 606.000 dólares para reparar los daños de un incendio ocurrido en 2003.

“Sólo queda reparar aspectos menores de infraestructura” tras la restauración de la casa, declarada Patrimonio de la Humanidad y Monumento Histórico Nacional, explicó Nicolás Helft, director ejecutivo del Proyecto Villa Ocampo, que administra la mansión y las actividades culturales que allí se realizan.

Los trabajos de restauración permitieron devolver a la mansión y a sus extensos jardines el atractivo que la caracterizó durante el siglo pasado, cuando era sede de reuniones entre destacados personajes de la época, tanto de la política como de la literatura.

UNA CASA LLENA DE ANÉCDOTAS

Las visitas guiadas abren paso a los diversos salones que conviven en la construcción, donde se conjugan los muebles Luis XV, los cuadros académicos franceses, la decoración de inspiración medieval y los objetos antiguos, con las pinturas de seda japonesa y los accesorios modernistas, que alimentan el valor cultural de la casa.

El universo de Villa Ocampo puede ser explorado mediante conciertos, cursos y exposiciones, los cuales permiten adentrarse en las experiencias de esta escritora, que compartió momentos en su casa con el poeta español Federico García Lorca, el Premio Nobel de Literatura indio Rabindranath Tagore, el ensayista español José Ortega y Gasset, el compositor ruso Igor Stravinsky y el autor británico Graham Greene, entre muchas otras celebridades.

Las anécdotas vividas con varias de estas figuras de la literatura se multiplican en los rincones de la mansión. Los responsables del Proyecto Villa Ocampo cuentan que Ortega y Gasset fue quien introdujo en las delicias del idioma español a Victoria, que no había ahondado en la literatura española durante su educación a la europea, en la que el francés y el inglés fueron las lenguas predominantes. Y aún más: Ortega fue además quien sugirió el nombre Sur para la prestigiosa revista que fundó Ocampo y en la que escribió el autor español, además de otros intelectuales, como Borges.

Ortega y Gasset también influyó para que Ocampo utilizara la primera persona para sus relatos, una característica que le valió muchas críticas a la autora de los “Testimonios”, aunque abrió paso a la autobiografía de la escritora, su obra más importante.

Ocampo también mantuvo fuertes lazos con otros hombres de la literatura como Tagore. “No conocía el idioma de ella pero lo que me decían sus ojos perdurará para siempre, elocuentes en su angustia”, manifestó el poeta sobre la autora, poco antes de morir. De hecho, los responsables de la administración de Villa Ocampo creen que la mujer de cara oval y ojos penetrantes que aparece en muchos de los dibujos de Tagore pudo haber estado inspirada en Victoria.

La escritora fue una figura que se impuso en el mundo literario del siglo XX. Su fuerte personalidad, sumada a su ideología contraria al tres veces presidente argentino Juan Domingo Perón le valieron acercamientos a determinadas figuras pero también fuertes enfrentamientos.

El 8 de mayo de 1853, la escritora fue detenida como presa política durante un allanamiento de la Policía en su casa de la ciudad bonaerense de Mar del Plata. Ocampo fue trasladada a la cárcel El Buen Pastor, en la provincia de Córdoba (centro), donde permaneció hasta el 2 de junio, cuando fue liberada.

“En la cárcel uno tenía la sensación de que tocaba fondo, vivía en la realidad”, señaló la autora, poco después de haber estado detrás de las rejas. Al ser liberada, la escritora regresó a la mansión de San Isidro, visitada frecuentemente por celebridades.

ATRACTIVOS AMBIENTES.

Los asistentes pueden recorrer ahora sus atractivos ambientes, como el comedor en el que intelectuales de la época analizaban diversas temáticas y la sala de música donde aún se puede apreciar el piano con el que Stravinsky se inspiró y deleitó a los invitados.

En el primer piso de la casa se encuentra la habitación de Ocampo, tal como estaba cuando ella la ocupaba, y su biblioteca, con unos 1.300 libros, muchos de ellos con privilegiadas dedicatorias y anotaciones de la escritora.

“Victoria, mi amor”, reza una dedicatoria firmada por el psicoanalista francés Jacques Lacan, mientras otra, del poeta argentino Oliverio Girondo, destaca su “auténtica estimación intelectual” por la fundadora de la prestigiosa revista “Sur”.

Borges también elogiaba en sus dedicatorias a la escritora. “Al alma entusiasta de Victoria Ocampo”, firma el autor en la dedicatoria que figura en un ejemplar de “Fervor de Buenos Aires”.

Sin embargo, a sus espaldas la criticaba junto a otros escritores porque siempre “les indicaba lo que tenían que hacer y los tenía corriendo de un lado a otro”, según contó Helft.

“Siempre venía mucha gente a la casa. Pero Victoria era muy ordenada y autoritaria y le decía a cada uno qué tenía que hacer. Y algunos como Borges y Xul Solar la criticaban porque no los dejaba sentarse a meditar e inspirarse en sus libros”, relata el director ejecutivo del Proyecto Villa Ocampo.

Pero su carácter estricto no le impedía ser amiga de intelectuales con los que se distanciaba ideológicamente, como son los casos de los poetas chilenos Pablo Neruda y Gabriela Mistral, ambos ganadores del Premio Nobel de Literatura.

Así quedó reflejado en otras dedicatorias que recibió Ocampo, también cercana a otras figuras como los franceses Antoine de Saint-Exupéry y Albert Camus, con quienes se vinculó gracias a sus múltiples viajes a Europa.

Mientras los políticos y embajadores del siglo XX se reunían en el comedor de la mansión, los escritores preferían perderse por los imponentes jardines de la residencia para que sus mentes abrieron paso a la creación.

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Sala de estar, donde Victoria Ocampo recibió a ilustres invitados.

DONADA A LA UNESCO

La residencia, construida en 1891, fue donada en 1973 a la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) por la escritora argentina Victoria Ocampo (1890-1979) para convertirla en escenario de muestras de arte, conciertos y conferencias.

La autora donó su casa a la Unesco “para que sirva, en un espíritu vivo y creador, para la promoción, el estudio, la experimentación y el desarrollo de actividades que abarquen la cultura, la literatura, el arte y la comunicación social”. Así lo dejó plasmado la propia escritora en el acta de donación de Villa Ocampo a la organización de Naciones Unidas.

“El sueño de Victoria era que la casa esté al servicio de la cultura y eso es lo que está pasando”, destacó Helft al recordar que, además de los daños de las llamas que en 2003 afectaron la mansión, había sufrido años de abandono a raíz de una larga disputa por su herencia. Incluso, un mes después del incendio, la casa fue objeto de un robo protagonizado por al menos dos hombres armados que redujeron al personal de seguridad y se llevaron pinturas, mapas y tapices.

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Escritorio de Victoria Ocampo, donde luego funcionó la revista Sur.