Concentración en Av. López y Planes y Pedro Zenteno

Caso Filippi: masivo reclamo por justicia

En la convocatoria estuvieron presentes familiares y amigos del vecino de Barranquitas asesinado semanas atrás, y de muchas otras víctimas del delito en la ciudad. Se exigió a las autoridades condenas más justas para los culpables.

Luciano Andreychuk

[email protected]

De una Bandera argentina colgaban los rostros de quienes perecieron por el flagelo de la inseguridad en Santa Fe. Una niña sollozaba en una tristeza honda. Su mamá le apretaba la manito. “Todos somos Filippi, Laracca, Yaber”, dijo alguien al pasar. Es difícil dimensionar el dolor ajeno, cuantificarlo, darle relieve y peso. Pero en el acompañamiento y la unión se alcanza, al menos, a comprenderlo. Es ahí cuando el pesar y el duelo pasa a ser de todos los que, a diario, vivimos, amamos y sufrimos en esta ciudad.

Ayer, a partir de las 20 y en la intersección de avenida López y Planes y Pedro Zenteno, el dolor dejó de ser un simbolismo y fue reivindicado como lucha: casi doscientas personas, familiares y allegados de víctimas de hechos delictivos en la ciudad se concentraron para reclamar fervientemente por justicia, paz y seguridad para todos. Estuvieron presentes familiares directos de Luis Filippi, el empleado que fue asesinado a sangre fría el pasado 8 de enero (ver aparte), y de tantas otras personas de bien que murieron a manos del delito.

Si bien el silencio del duelo compartido se prolongó hasta que comenzaron a hablar los oradores, se escuchaban los gritos urgentes de las pancartas: “¡Condena justa a los culpables!”. “Si salen (los delincuentes) van a volver a matar!”. “Juezas de menores: basta de soltar asesinos!”. “¡Justicia, justicia!”, clamaban.

El miedo, ese fantasma

Rosa Filippi, hermana de Luis, se acercó para dar su testimonio, acongojada y dolida, pero íntegra: “Este reclamo de justicia no es solamente por mi hermano, sino por todas las muertes que sufrimos a diario en la ciudad. Lamentablemente el dolor nos aqueja a todos. Luis era un laburante, una buena persona, y fue una víctima más entre muchas otras: no permitamos que sigan destruyendo nuestra sociedad”, expresó a El Litoral.

“El miedo es una enfermedad, pero tiene cura. Y la mejor manera de vencerlo es enfrentándolo. A mí me ayuda a enfrentar ese miedo la memoria de Luis Filippi y de otras tantas víctimas asesinadas impunemente”, fustigó.

En medio del dolor por la pérdida, la lucha por una sociedad más segura y en paz se vuelve una de las causas más dignas: “Nos ayuda a seguir la memoria de todos estos muertos que reclaman justicia, y los gritos desesperados de auxilio de aquellas personas que han sufrido humillaciones y vejaciones en manos de delincuentes”, afirmó Rosa.

“No nos mueve el deseo de venganza, sino el afán de la búsqueda de la justicia. Queremos dejar de vivir con miedo. Basta de miedo, no queremos más miedo, queremos pelear por el derecho a la libertad, al trabajo a una vida digna. Y que el que delinque, que esté donde corresponde, y el que mata que reciba una pena severa. No podemos tolerar que tantos asesinos sigan circulando en las calles, a nuestro lado”, enfatizó Rosa.

Reclamo y dignidad

Aldo, compañero de trabajo de Luis, dirigió una sentida evocación al recuerdo de su amigo y se preguntó: “¿Cómo es admisible que los delincuentes con pedidos de captura sean atrapados sólo de casualidad al cometer un ilícito adicional?” Y demandó compasión: “Quisiera pedir a las autoridades y jueces que, al lo menos, garanticen a la familia Filippi la tranquilidad necesaria para poder realizar el luto en paz”.

Gisela Gutiérrez, otra de las oradoras, se encargó de enumerar los reclamos, mientras a cada exigencia se hacía sentir el aplauso de todos los presentes: “Pedimos la creación de institutos juveniles; basta de chicos en la calle; cárcel a los padres que no velan por los derechos de sus niños. Pedimos a la jueza Elvira y al juez Patrici que investiguen y pasen los informes ante quien corresponda, y éste imponga la pena máxima y caiga con todo el rigor de la ley sobre delincuentes que reinciden constantemente. Que las penas sean ejemplificadoras. Que los delincuentes que están afuera acechando por nosotros sepan que de ahora en más será diferente”, enfatizó.

Por último, y sin disimular sus lágrimas, Gisela se dirigió a los legisladores provinciales y nacionales: “Que se bajen de sus bancas, que escuchen al pueblo, eso hace falta. No les pedimos, no les suplicamos, les exigimos que trabajen por la seguridad de los ciudadanos comunes, por el mejoramiento de las leyes de fondo y procesales”.

“Queremos vivir en un Santa Fe segura, en paz y en crecimiento. Recuperar el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de las personas. Sigamos dando lucha con las únicas armas que tenemos: la justicia, la unión y la verdad”, concluyó. El sol comenzaba a ocultarse. Todos permanecían, unidos por un dolor un común, en silencio. Pero las pancartas seguían gritando.

Caso Filippi: masivo reclamo por justicia

La concentración sirvió para hacer sentir nuevamente el reclamo de familiares de víctimas de la inseguridad en Santa Fe, por una Justicia que dicte condenas justas para los culpables.

Foto: Pablo Aguirre

///

EN RELACIÓN

Secuencia trágica

Luis Filippi, empleado, padre de familia y hombre de bien según sus vecinos de Barranquitas, fue acribillado a sangre fría el pasado 8 de enero por un menor de 17 años, que era acompañado por otro joven de 20. El brutal episodio ocurrió durante un asalto a su domicilio. Su hijo adolescente, Américo, quedó herido en la pierna. Los implicados fueron detenidos por policías que se encontraban en la zona investigando el robo a un comercio.

Más tarde, se despertaron controversias en torno al menor implicado en la muerte de Filippi, quien -según se supo- había estado alojado en la Residencia Juvenil de Menores de Coronda, y le habían concedido “salidas transitorias” -que debían ser vigiladas-. Ello le permitió cometer el terrible crimen. Los familiares de la víctima exigen que el hecho de que sea menor no lo exonere de la justa condena que merece por el asesinato cometido.