Hace 35 años “destrozaba” a “Mantequilla” Nápoles...

La noche que Monzón deslumbró a París con una lección de boxeo

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Reproducción de la cobertura periodística de El Litoral del combate entre Monzón y “Mantequilla” con Pedro Oscar Roteta como protagonista, en aquel entonces especialista de boxeo de nuestro diario.

Foto: José Vittori

El 9 de febrero de 1974 el boxeador natural de San Javier, conducido magistralmente por Amílcar Oreste Brusa, mostraba toda su grandeza, con su habitual frialdad se exhibía guapo, calculador, tenaz, contundente y con una agresividad feroz.

Tomás Rodríguez

(Especial para El Litoral)

El aniversario se cumplió en la víspera pero bien vale el recuerdo. Hace 35 años, en una fría noche en los suburbios de París, el pugilista argentino Carlos Monzón (72,330 kilogramos) retuvo exitosamente por novena vez el título de campeón mundial de la categoría mediano al vencer por KO técnico al cubano-mexicano José Angel “Mantequilla” Nápoles (69,510), entonces monarca universal de la división welter.

En el circo (carpa) Ville de Puteaux, Le Defense -Francia-, en su mejor labor desde que se consagrara monarca de esa división, el 7 de noviembre de 1970 cuando noqueó a Nino Benvenutti en Roma, realizó una labor contundente ante más de 12.000 personas, caminando por el centro del cuadrilátero, con la mirada fija en los desplazamientos de su contrincante.

Monzón le dio una verdadera paliza a Nápoles, quien debió subir dos categorías para enfrentar al “Hombre de Hierro”. La potencia demoledora del campeón de la división, terminó por destrozar al cubano-mexicano, con la izquierda extendida punteaba y lastimaba y siempre abrió el camino para la mortífera derecha.

Conducido por Brusa, el argentino mostró una amplia superioridad, a pesar de la movilidad de Nápoles en los primeros capítulos, lo que estaba previsto. Monzón fue siempre el dueño absoluto del combate; impuso el ritmo de acuerdo a la planificación de su adiestrador y a la hora de decidirse aniquiló a su contrincante.

“Angelo, no veo nada”

Al terminar el sexto capítulo Nápoles al llegar a su rincón le dijo a su adiestrador Dundée: “Angelo, no veo, no veo nada”, replicando el conductor: “Entonces, paramos la pelea...”. El árbitro francés, Raymond Baldeyrou frenó a Monzón en su salida, corroboró con el rincón mexicano el abandono de Nápoles, llamó al argentino y le levantó el brazo derecho en gesto victorioso.

El original de Cuba expresó al término de la contienda, resignado en su camarín, con notable tristeza y signos de dolor por la paliza sufrida que “es imposible ganarle a Monzón, es muy grande y poderoso para la división de los medianos, parece un mediopesado”.

Sostuvo Nápoles que “en el quinto round, cuando tuve la herida en el rostro, pensé que sería una verdadera hazaña poder terminar la contienda y mucho más aún tener una aspiración seria para adjudicarme el encuentro ante un contendiente de tanta calidad y potencia en los puños”.

Daniel González y Rufino Cabrera

En dicha jornada, otro santafesino, Daniel González liquidó el pleito ante el francés Jean Pierre Younsi en el segundo asalto, en forma espectacular para alegría de los simpatizantes argentinos.

A su turno, Norberto Rufino Cabrera, le ganó por puntos en forma amplia al galo Michel Chapier. Alain Delon que entre las 17 y las 24 fumó dos atados de 20 cigarrillos negros cada uno, marca Gallois, reconoció que “don Amílcar Brusa tiene un gran equipo de boxeadores profesionales”.

Su relación con Delon

En este encuentro, se produjo el inicio de la relación entre Monzón y el promotor de la pelea, el francés Alain Delon, con quien construiría una amistad a lo largo de toda su existencia, abarcando la vida privada y pública.

Tras el combate, el cineasta argentino Daniel Tinayre convocó a Monzón para realizar el filme “La Mary”, en Buenos Aires, teniendo como protagonista femenina a Susana Giménez, siendo estrenada el 8 de agosto de ese año. Se inició entonces un romance que duró varios años, conmocionando al público seguidor de la farándula.

Le retiraron el título

Al término del encuentro, Monzón se negó cumplir con el requisito del control antidoping, determinando esta actitud que las autoridades del Consejo Mundial de Boxeo, decidieran retirarle la corona, ante el informe de la Federación Francesa..

La aplicación del mismo había sido solicitada, cuando se firmó el contrato de la pelea, por parte del adiestrador Amílcar Oreste Brusa y el empresario Juan Carlos Lectoure.

Esta medida posibilitó que, al menos, una parte de la corona de la categoría mediano, volviese al mercado estadounidense, por intermedio del colombiano Rodrigo Valdez, pupilo de Gil Clancy, hombre de notable importancia en el Madison Square Garden de Nueva York, donde con anterioridad se desempeñaba como promotor de espectáculos boxísticos.

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Había anunciado el retiro

Al día siguiente de la pelea —hoy hace 35 años— Monzón recibió a un grupo de periodistas argentinos y expresó que el de “Mantequilla” había sido su último combate y que se retiraba del boxeo.

Obviamente, esta declaración de Monzón luego no se cumplió, porque siguió combatiendo hasta agosto de 1977.

Monzón había llegado, la noche de la pelea con Nápoles, a su victoria número 75 en forma consecutiva. Rodolfo Sabatini, promotor de Monzón, dijo luego de la pelea que “seguramente Monzón cambiará de idea y no se retirará cuando le hagamos el ofrecimiento de ganar mucho más que los 250.000 dólares que cobró por este combate. De todos modos, yo seguiré guiando los pasos de un extraordinario boxeador como es el australiano Tony Mundine, quien está llamado a ser el sucesor de Carlos Monzón”.

Monzón peleó en octubre de ese año (1974) en el Luna Park ante Tony Mundine y lo destrozó en siete rounds. Ahí se terminó la historia de ese “crédito” de Rodolfo Sabatini.

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“Insensible, despiadado, brutal”

La historia del peso mediano está rodeada de secuencias, vivencias, anécdotas y recuerdos imborrables a lo largo de toda su existencia, fundamentalmente si se tiene en cuenta que es una división que tuvo su origen y notables campeones naturales, en Estados Unidos.

Sin embargo, observando la campaña del “Hombre de Hierro”, como lo llamaba su amigo el actor, director y empresario francés, Alain Delon-, observando una recorrida por sus ocasionales oponentes, todos tienen algo en común: después de pelear con “Escopeta” Monzón, jamás fueron los mismos, y cada uno de ellos aceleró los pasos hacia el retiro definitivo de la actividad.

Para los especialistas en la materia, el campeón francés Juan Claude Bouttier fue uno de aquellos que, de no haber existido y cruzarse en su camino el pupilo de Brusa, hubieran sido campeones mundiales. Reconoció que con el malogrado boxeador santafesino realizó dos peleas memorables, que parecían extractadas de un guión de alguna película protagonizada por John Wayne.

Un tiempo después del trágico fallecimiento de Monzón, el galo Bouttier confesó que “cada vez que (Carlos) Monzón te pegaba, era como una pedrada; en los brazos...., en el cuerpo..., en la nuca... Sencillamente, confieso que no fue un noqueador, era un demoledor que estaba siempre tirando golpes...”.

Según el campeón galo: “Monzón era insensible para el boxeo, despiadado, brutal. Su rival siempre terminaba extenuado, agotado, sin fuerzas, no sólo por sus golpes, sino ante la certeza de que era imposible hacerle daño”.

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EN NÚMEROS

250.000

dólares

Fue la bolsa que cobró Carlos Monzón por aquella pelea en París, ante “Mantequilla” Nápoles. Era lo que se ganaba en esos tiempos. Si Monzón habría existido en estos tiempos, seguramente hubiese quintuplicado sus ingresos.