Artes Visuales

“Maestros santafesinos”

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Domingo Sahda

A modo de apertura del calendario anual de actividades, el Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas (peatonal San Martín 2068, Santa Fe), ha abierto sus puertas para exhibir una muestra organizada y presentada por la Asociación de Amigos del antedicho museo en la que se puede apreciar, a modo de homenaje, al Grupo Setúbal, a través de la obra de sus integrantes José Domenichini, Ernesto Fertonani, Miguel Flores, César Armando Godoy, Matías Molinas, Jorge Planas Viader y Ricardo Supisiche, y como invitado, Oscar Elías Gigena. Con la denominación genérica del título de la exposición, se exhibe una acotada muestra de esculturas de María Juana Píccoli en la sala Susana B. de Barthes, en tanto que en el salón de final de recorrido se pueden apreciar pinturas de César Fernández Navarro pertenecientes al patrimonio municipal, acertadamente acondicionadas para ser exhibidas.

El Grupo Setúbal se constituyó en Santa Fe hacia 1959, adoptando como dato identificatorio y de algún modo regional, el nombre de la laguna homónima, con el propósito de llegar “al conocimiento y sentimiento del público” (del impreso de la muestra). En suma, fue esencialmente un grupo de jóvenes creadores inquietos en busca de un modo de sostener cada esfuerzo creativo individual en forma compartida, superando la idea de individualidades. Este nucleamiento voluntario admitió el desarrollo de diferentes enfoques creativos, de realizaciones autónomas no sujetas a esquemas de expresión programática de sostén teórico o filosófico alguno. Luego de algunas presentaciones conjuntas, las diferencias conceptuales y los diferendos internos, tanto como las pujas externas, provocaron grietas que llevaron a la disolución del grupo como tal, desarrollando cada uno de sus integrantes itinerarios diversos.

Desde la figuración neorromántica de Matías Molinas y Ernesto Fertonani, con acento formal en el paisaje entorno y sus habitantes, a la transfiguración irreal de aliento metafísico de Ricardo Supisiche y Jorge Planas Viader, en los que la asechanza de lo innominado y desasosegante se vislumbra, y de allí, a la abstracción surrealista de Armando César Godoy, a la geometrizada construcción o sensorial definición de José Domenichini, es factible justipreciar un rico panorama expresivo de múltiples direcciones, cuyo acento privilegiaba el métier del artista plástico antes que otras veleidades en pleno auge para la época de nacimiento del Grupo Setúbal. Oscar Elías Gigena está presente, a modo de invitado, por su participación en el grupo en un menor tiempo, con tres obras características de su lenguaje expresivo, centrado en la representación subjetivo-expresiva de los habitantes criollos del litoral fluvial santafesino. El conjunto de obras se sostiene como panorama equilibrado y con un acertado montaje y disposición de obras, en un ámbito que luce remozado.

En la sala Susana B. de Barthes, la escultora y maestra de generaciones de alumnos, María Juana Píccoli, expone una abundante colección de obras de formato pequeño y medio, cuya calidad técnica, de acabado formal y concepción de la tridimensión escultórica como presencia tangible y epicentro del recorrido entorno, les otorga un destacado nivel plástico.

Evitando caer en momento alguno, en ninguna obra a la vista, en indefiniciones plásticas o vacíos expresivos, cada una de las obras asume por sí misma fuerza significativa constante.

La armonía y la elegancia de los planos concatenados, la concepción tenuemente lírica en algunas piezas, y en otras la firmeza y la claridad de los planteos plásticos emergen de una idea no cosificada de la subjetividad, de la abstracción tridimensional como propuesta intemporal, antes que descripción ocasional superficialmente enumerativa.

Cada trabajo a la vista aparece y proyecta calidades creativas propias, oscilando entre la sensualidad de rango táctil de los volúmenes y las curvas, a la precisa disposición angular de cortes, perfiles y reorientaciones de hemiplanos. Son obras que dicen, que evocan y provocan asociaciones, desde el silencio intemporal de la materia muy bien trabajada.

Muestra del oficio al servicio de la idea proteica en significados, acotada a la densidad propia de la escultura, creación artística cuyo rigor y coherencia definen a la “maestra” Píccoli. De César Fernández Navarro se exhibe una colección de pinturas en las cuales la figuración es el denominador común, con diferentes acentos plásticos, y con independencia de la cuestión representada, a contrapelo de las fechas de ejecución de los trabajos a la vista. El realismo pictórico de tono descriptivo en la pieza de mayor tamaño, que destaca el moroso tratamiento del rostro de ambos personajes, con leves sombras fundidas, equidista del proceso introspectivo, geometrizado, puesto de manifiesto en el “autorretrato”. Las figuras ancladas en el paisaje, que hacen de éste un plano de fondo para destacar las figuras de entonación realista-romántica, se sitúan como territorio expresivo intermedio entre los tópicos citados inicialmente. Las obras expuestas en esta muestra nos dicen de un artista plástico que logró sus mejores resultados cuando su óptica creativa giró en torno al concepto de realismo, tanto sea descriptivo como temperamental, en su dilatada carrera como artista plástico y como director de la Escuela Provincial de Bellas Artes de Santa Fe.

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