CULTURA

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Watchmen revolucionó el cómic de superhéroes en 1986.

Justicieros de capa caída

Considerada una obra maestra del cómic y de la literatura, llega el cine una historia de superhéroes caídos en desgracia que indaga en las motivaciones de estos personajes y las implicancias de sus actos.TEXTOS DE EMERIO AGRETTI.

“Soy consciente del consejo de mis amigos:

Echa el cerrojo y mantenla encerrada.

Pero ¿quién vigilará a los vigilantes?”.

Juvenal (Sátiras, VI, 347)

La sucesión de adaptaciones de comics al cine, y en particular de comics de superhéroes, nos depara el próximo mes de marzo uno de los platos más fuertes de la temporada. Por un lado, la parafernalia publicitaria que rodea el acontecimiento deja en claro la vocación de “tanque” con que fue lanzada. Pero, por el otro, significa la llegada a la pantalla grande de una novela gráfica considerada por muchos la obra maestra del género. Por ambas razones, la noticia ha despertado las mayores expectativas y los peores miedos de los aficionados.

Como de la película se ha hablado y visto mucho, y se verá y hablará mucho más todavía en los próximos días, conviene detenernos en el cómic. Y, particularmente, enfocarnos brevemente en algunos de los aspectos que lo hacen tan importante y en una lectura interesante aún para quienes no son afectos a las historietas.

Para eso, hay que decir lo que Watchmen es en primer lugar, para luego escalar todas las capas de sentido y significado que adquirió en su momento, y a lo largo del tiempo. Y es, básicamente, un cómic perteneciente al género de superhéroes. Más específicamente, una historia de vigilantes en decadencia -en realidad, sólo uno tiene superpoderes-, controlados u obligados a dimitir por un gobierno autoritario, en una sobresaturada sociedad de consumo. Es también un relato policial, y de la investigación desatada a partir del asesinato de uno de ellos, para internarse inmediatamente en una inesperada conspiración.

Generaciones

Es, probablemente sobre todas las cosas, una historia de personajes. La historia de dos generaciones de justicieros y las épocas en que les tocó vivir; de idealistas derrumbados, de fascistas enmascarados, de individuos con tendencias psicopáticas disimuladas bajo consignas ampulosas, de sometedores y sometidos, de obsesivos y alienados. Con Watchmen, su creador, Alan Moore, vino a demoler meticulosamente los mitos superheroicos, valiéndose de todos los estereotipos habituales para retorcerlos y mostrar a sus portadores en su más patética, indignante o conmovedora humanidad.

En este sentido, la humanización de los héroes y la relativización de su condición de tales, y el marco conspirativo como motor o trasfondo de sus acciones -lejos del maniqueísmo original-, se trata de una obra precursora. Lo mismo podría decirse del concepto de responsabilidad o necesidad de control sobre los justicieros enmascarados (“quien vigila a los vigilantes”), hasta entonces beneficiarios de la presunción de infalibilidad basada en sus loables motivaciones. En la ucronía pergeñada por el autor, un acta oficial prohíbe las acciones superheroicas y la frase “who watches the watchmen” se repite bajo la forma de grafittis.

Clásico sobre la marcha

Pero la genialidad de Moore, considerado por muchos el mejor guionista de comics de la actualidad, permite que sus méritos no se agoten en ese acierto cronológico, y que, pese al anacronismo de muchas referencias -la guerra fría, la tecnificación todavía incipiente de la vida cotidiana, el pánico nuclear- mantenga plena vigencia a fuerza de calidad, y siga siendo fuente de placer y reflexión para el lector contemporáneo. Tanto es así que no sólo fue el primer cómic en ganar el prestigioso premio Hugo de literatura de ciencia ficción, sino que en 2005 fue incluida por la revista Time entre las mejores cien novelas del siglo.

También conviene recordar que, aunque sus posteriores recopilaciones e innumerables reediciones ayudaron a popularizar el formato de “novela gráfica” -denominación que también fue acuñada para dar un poco más respetabilidad a los comics “serios” y despegarlos del resto-, en realidad se editó durante 1986 y 1987 en doce revistas, o comic-book mensuales. Y que, pese a su fuerte cohesión formal, no fue una obra desarrollada completa antes de publicarse sino que, como pasa con las publicaciones periódicas, se seguía escribiendo y dibujando mientras los primeros números estaban en la calle. Según el dibujante Dave Gibbons, incluso, Moore seguía introduciendo cambios sobre la marcha.

Formas y fondos

Aún así, más allá de sus contenidos, Watchmen resulta una historia sorprendente todavía hoy por su rigurosa estructura. Algunos ejemplos:

- Cada capítulo arranca con un primer plano de algún detalle de la primera viñeta, que sirve de portada en la edición original. También hay un epígrafe al comienzo de cada número, que aparece abreviado y se emplea como título del capítulo. La cita se reproduce íntegra al final del número, y funciona como un resumen.

-La acción en algunos de los capítulos es mínima, pero se nutre de abundantes “flashbacks” que permiten profundizar en la psicología de los personajes, pero también explicar hechos actuales.

- En las portadas de las entregas originales aparecía un reloj que se adelantaba un minuto por número hasta las doce en punto (medianoche). En el volumen recopilatorio se repite este detalle, con una mancha de sangre que va creciendo número a número.

-El capítulo V, “Aterradora simetría” está dibujado de tal modo que la disposición de viñetas de la primera página “reflejan” como en un espejo a las de la última. Esto se repite entre la segunda y la penúltima, y así sucesivamente. Además, la primera viñeta y la última son prácticamente idénticas

-Watchmen contiene una serie de documentos ficticios acerca de la biografía de los protagonistas que se presentan como apéndices al final de cada capítulo -con la excepción del último. Escritos como el retrospectivo “Bajo la máscara” (en inglés: Under the Hood), dedicado al primer Búho Nocturno, permiten ubicar temporalmente los sucesos mencionados por los personajes y, a la vez, asistir a una reconstrucción del proceso de cambio de la opinión pública sobre los héroes, a lo largo de los años. A la vez, son textos introspectivos que, con la buena prosa que Moore demuestra, le permiten indagar en las motivaciones y puntos de vista de un vigilante enmascarado. También se incluyen informes militares y artículos de prensa y revistas.

-Los dibujos acompañan al texto en un diálogo permanente, a veces como ilustración, a veces como metáfora y otras como contrapunto. La proliferación de detalles obliga a una mirada atenta y rigurosa: en cualquiera de ellos puede haber una clave fundamental, o una vía para habilitar nuevas lecturas.

-El relato está acompañado por la intervención de un elenco de personajes secundarios: un adolescente negro que lee el cómic Relatos del navío negro (en inglés: Tales of the Black Freighter), que a su vez se reproduce parcialmente a la manera de un cómic dentro del cómic; el quiosquero al que el muchacho le compra dichos cómics -cuyas opiniones políticas acompañan y contextualizan los hechos-, el psiquiatra que evalúa a Rorschach, los policías que investigan el asesinato.

Lecturas

Las múltiples capas de significado se acumulan a través de todos estos recursos, y la presencia permanente de referencias culturales de todo tipo, tanto en los textos como en los dibujos. Con lo cual la adaptación cinematográfica, por buena que sea -y las imágenes previas de los personajes y la ambientación son indicios alentadores-, necesariamente va a quedarse corta. Pero es una buen argumento para llamar la atención sobre una obra que merece ser descubierta, una y otra vez.

Para un análisis más completo de Watchmen, http://www.yeray-muaddib.com/watchmen/

http://es.wikipedia.org/wiki/Watchmen

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¿En qué mundo querrías vivir?

“(...) Todos aquellos brillantes detectives y héroes me permitieron vislumbrar un mundo perfecto, en el que la moralidad funcionaba como debería hacerlo siempre. En el mundo de Doc Savage nadie se suicidaba, salvo los asesinos kamikazes o los espías enemigos, que se tragaban cápsulas de veneno. ¿En qué mundo querrías vivir, si tuvieras elección”.

“(...) He oído muchas teorías de psicólogos y he oído todos los chistes y rumores que corren por ahí. Pero en mi caso concreto, me vestí como un búho y me dediqué a luchar contra el crimen porque era divertido y porque necesitaba hacerlo”.

“(...) El traje de un aventurero enmascarado es una de esas cosas en las que nadie repara nunca ¿Debería tener capa o no? ¿Debería ser grueso y estar blindado, para protegerme de cualquier daño, o ser flexible y ligero, de manera que pudiera moverme con comodidad? ¿Qué tipo de máscara debía usar? ¿Acaso los colores brillantes te convierten en un objetivo más visible que los oscuros?”

“(...) Uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos los héroes enmascarados era la ausencia de criminales enmascarados de cierta relevancia (...). Si al final eras el único que aparecía disfrazado por la calle, acababas pareciendo un estúpido.”

“(...) Creo que una de las partes más importantes de ser un héroe es saber cuándo ya no te necesitan”.

Fragmentos de “Under the hood” (“Bajo la capucha”), libro ficticio de Hollis Mason.

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El barbado Alan Moore, guionista de historietas y mago, junto a su colega Neil Gaiman (Sandman).

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Rorschach, Búho nocturno, El Comediante, Silk Spectre y Ozimandias, en su versión cinematográfica dirigida por Zack Snyder (300).

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La primera generación de supehéroes, en el universo de Watchmen.

más moore

En el cine

La obra de Alan Moore ha merecido la atención del cine en numerosas oportunidades, aunque los resultados no fueron los mejores. Así pasó con “La Liga Extraordinaria” -una versión light de sus héroes victorianos-; “From Hell” -cómic que demandó varios años de investigación y realización-; “V de Vendetta” y “Constantine”, basada en el peculiar mago inglés que creó para “La Cosa del Pantano”.

En cómic

Fastidiado por la oscuridad que los comics asumieron tras el impacto de Watchmen -abusando de los tópicos que él incorporó-, Moore recreó un universo de héroes más clásicos y luminosos. De ese grupo, a partir de marzo se publicarán en nuestro país Top Ten -un precinto policial a la manera de “El precio del deber”, pero en una ciudad de superhéroes- y “Promethea”, donde repasa conceptos de la literatura “pulp” y de la magia, a partir de una heroína mística reencarnada.

En TV

En el marco de la gira promocional de “Lost Girls” -cómic erótico que involucra a las protagonistas femeninas de Peter Pan, Alicia en el país de las maravillas y El mago de Oz-, Moore prestó su voz a una versión animada de sí mismo. Fue para un episodio de la temporada 19 de Los Simpson (2007), junto a otros íconos del cómic independiente, como Art Spiegelman (Maus) o Daniel Clowes (Ghost world).