El profesor Gustavo Recalde cuenta por primera vez lo que le pasó en Ferro...

Una historia de no creer

Un ex preparador físico de Colón lo difamó de tal manera que hasta llegaron a ponerle excremento humano en las zapatillas. Con el plantel y Trullet, “diez puntos”.

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El profe Recalde en un primer plano y Mario Sciacqua detrás suyo. Esto fue en junio de 2006, cuando entrenaron al plantel profesional de Colón.

Foto: Guillermo Di Salvatore

Enrique Cruz (h)

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Muchos de los juveniles que hoy recorren sus primeros pasos en el plantel profesional de Colón, pasaron “por las manos” del profesor Gustavo Recalde. Como toda persona que pretende progresar, dejó su puesto de coordinador de los “profes” de inferiores y la preparación, entre otros, del plantel de reserva, para probar suerte en una primera profesional. Y la chance le llegó a través de Carlos Trullet, que lo buscó el año pasado para que lo acompañe en Ferro, club en el que estuvo seis meses y rescindió contrato. ¿Qué pasó?, es una historia en muchos aspectos increíble que el propio Recalde se animó por primera vez a contar.

—¿Todavía reponiéndote, Gustavo?

—Es que yo divido lo de Ferro en tres partes. En el aspecto puramente profesional, que fue lo más lindo, me permitió estar a cargo de un plantel y me sirvió mucho para darme cuenta de que no estoy equivocado en cuanto a mis condiciones y mi trabajo. La segunda parte, la económica, fue brava, porque más allá de que cobrábamos poco y salteado, no pudimos hacer la pretemporada en la costa, como se había planificado, y debimos hacer un solo turno porque no había dinero para darles de comer a los jugadores al mediodía ni lugar para que durmiesen la siesta, teniendo en cuenta que las distancias en Buenos Aires son muy grandes para hacerlos ir y venir. Para que tomen dimensión de las cosas, el plantel de Ferro llegó a ir a una huelga por el fastidio lógico de no cobrar.

—¿Y el tercer aspecto del que hablabas?

—Ese fue el más doloroso para mí, el que más me molestó y es lo humano. En Ferro nadie me conocía, pero me encontré desde el arranque con muchos tropiezos. A los pocos días, el médico del club, una persona muy simpática y buena, me dijo: “Gustavo, necesito hablar con vos. Te considero una buena persona. ¿Qué problemas tenés con tal preparador físico?”. Le contesté que era un profe que había trabajado en Colón y que apenas llegó al club se encargó de hablar mal de mí, y me sacó de la reserva. En ese momento lo acepté y volví a mi puesto en divisiones inferiores. Cuando el cuerpo técnico que él integraba se fue por los malos resultados, a mí me pusieron nuevamente en la reserva, con lo cual queda claro que el problema no era yo sino él. Se lo comenté al doctor y él me dijo: “Esa persona se encargó de matarte con los dirigentes, con los allegados y con toda la gente del club”.

—¿Qué hiciste?

—Lo fui a buscar, él frecuentaba lugares cercanos al club, tiene relaciones comerciales en la zona de Caballito, dejé mi número de teléfono en los lugares en dónde sabía que él iba... Pero así arranqué, y me di cuenta de que todos me miraban raro. Pero allí empezó un verdadero suplicio.

—¿Por ejemplo?

—Carlos Trullet, Osvaldo Ingrao y yo teníamos un vestuario para los tres que cerrábamos con llave. Cuando volvíamos del entrenamiento, un día me robaban plata, otro día me mojaban las zapatillas, otro día me ataban los pantalones al punto tal que le debía pedir ropa al utilero para volverme a mi casa, otro día me llenaron de excremento humano las zapatillas... Tremendo, al punto tal que un día me llamó Carlos Trullet y me preguntó: “Gustavo, ¿vos sos o no sos profesor de educación física? Porque acá se duda hasta de eso”.

—Y Trullet, ¿qué hacía a todo esto?

—Tan sorprendido como yo... Carlos se portó muy bien conmigo, me defendió, sé que lo hizo hasta el último día porque un dirigente de Ferro me lo comentó y, además, hace unos días me llamó para preguntarme si estaba trabajando, porque un amigo de él tiene la chance de asumir en un club del exterior y le está faltando un profe, y él me recomendó. ¡Si yo no hubiese hecho bien el trabajo o fuese mala persona no me iba a recomendar a nadie! A Trullet le estoy muy agradecido.

—¿Pensás que todo esto fue orquestado por ese preparador físico que trabajó alguna vez en Colón?

—¡Mirá, no creo que una persona que está en sus cabales caiga en semejante bajeza de meterle caca en las zapatillas a otra!... ¡Hasta el canchero me odiaba sin conocerme! Un día lo encaré y le pregunté qué le pasaba y me dijo de todo.

—¿Por qué?

—Porque le habían dicho que yo hablé mal de él... Entonces, le conté todo lo que me estaba pasando, además de aclararle que nunca había hablado mal de él ni de nadie del club, y me terminó pidiendo disculpas.

—¡Una campaña de difamación increíble...!

—Me acostaba a dormir y me levantaba sobresaltado a las cinco de la mañana sin entender lo que me estaba pasando... Un día le dije a Carlos que me iba, no sea cosa que un día me pegaran, desde atrás de una columna, un fierrazo en la cabeza... Carlos no me dejó hasta que pudo, pero eso produjo un desgaste, porque además no cobrábamos, y eso que éramos el plantel más barato de la categoría.

—A todo esto, ¿el plantel?

—Espectacular... Ahí no fracasé en absoluto, por eso me quedo tranquilo. Los jugadores me mostraron en todo momento su cariño y su contracción al trabajo.

—¿Te veías venir que a fin de año se terminaba todo?

—Si, claro, por supuesto. Trullet me defendió y me consta que fue así. Lo cierto es que me quedé sin trabajo. En Ferro hay dos o tres personas que manejan todo y no tenía buena relación por lo que te acabo de comentar. Pero estando en San Justo de regreso, me llamó uno de ellos y me preguntó por qué no le había contado todo lo que me pasaba. Entonces, le dije que no quería entrar en un “puterío barato”, me pagó, me pidió disculpas y se terminó mi estadía en Buenos Aires.

—¿Te dan ganas de ir a buscar a ese profe para aclarar las cosas?

—De hecho que, estando en Ferro, lo intenté... Ahora te digo la verdad: busco rescatar lo positivo de lo que me pasó y dentro de eso está lo de Carlos Trullet, que me recomendó a este técnico que tiene la chance de ir a un club de afuera. Ojalá se pueda dar.

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¿Seguirá Trullet?

“Hemos decidido no hacer una nueva incorporación, queríamos ver si le podíamos dar un salto de calidad al equipo con un delantero de nombre y no lo encontramos, y el que queríamos no lo pudimos traer. Zárate hubiese sido el delantero ideal, ahora apostamos a los muchachos que quedaron en el club y esperamos mejorar el déficit que tenemos”, dijo la semana pasada Carlos Trullet, el técnico de Ferro, antes del reinicio de la temporada, que fue positiva para el equipo de Caballito.

“Yo insistí hasta último momento con el arquero Orcellet, a Mosset lo pudimos traer porque Unión se hace cargo de una parte del sueldo, me hubiese gustado tener a Visconti (hoy en Rafaela) y no pudimos por la condiciones económicas”, señaló.

Sobre su contrato, que vence el 12 de marzo, dijo, “no hemos llegado a un acuerdo para la prórroga hasta junio, en la quinta fecha se me termina el contrato, y hay dos caminos: uno es que me vaya, es posible que dependa de los resultados, pero es posible que me vaya bien en los resultados y también dé un paso al costado, no quiero decir más nada para no generar conflicto. En la fecha cinco, vaya como me vaya, por ahí deje de ser el técnico. No es sólo una cuestión económica, puede aparecer otra alternativa para dirigir también”, dijo el entrenador, en una nota que le hizo radio Belgrano.

Profesor Gustavo Recalde.

Ex coordinador de Colón y ex preparador físico de Ferro

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Colón es un sentimiento para mí y ojalá pueda volver a trabajar allí alguna vez. Si tengo que entrenar a una novena categoría, por necesidad, lo haría sin problemas y con el profesionalismo y dedicación de siempre, pero espero tener una nueva chance de hacerlo en el fútbol profesional, porque me di cuenta de que estoy capacitado y puedo hacerlo”.