El reclamo de las quintas

El cordón verde de Santa Fe sigue reflejando falencias estructurales que le impiden crecer. Los quinteros siguen reclamando ayuda.

Federico Aguer

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Como todos los años, el 2009 comenzó con los mismos problemas que aquejan al sector frutihortícola santafesino. Como todos los años, los quinteros volvieron a pedir ayuda al gobierno provincial.

En el documento, destacan la importancia social y económica que cumplen las quintas y enumeran los hitos que marcaron a fuego la debacle progresiva que fue degradando al sector en su conjunto.

Desde el año 2001 este sector no se ha actualizado económicamente. Los insumos se deben abonar en dólares o euros, el combustible es cada vez más caro, al igual que los repuestos, comprometiendo la rentabilidad de manera gradual.

Dos años después, sobre un total de producción cercana a las 3.000 hectáreas, fueron afectadas 1.700 por la lluvia y la inundación del río Salado, dejando a las tierras en pésimas condiciones productivas durante todo el 2004. Al año siguiente, las inspecciones sistemáticas del gremio de los trabajadores rurales revelaron una legislación anacrónica que necesitaba modernizarse.

En los dos años siguientes se perdió un enorme porcentaje de los producido por las intensas lluvias, y en 2008 la sequía destrozó la totalidad de la zona destinada al tomate, la que otrora ocupara más de 1.000 hectáreas del cordón.

Actualmente, la producción de lechuga se encuentra comprometida por la escasa incorporación de tecnología, que obliga a los consumidores locales a pagar un sobreprecio por la mercadería “importada” desde otras zonas productivas.

Más invernaderos (solamente cinco hectáreas del total cuentan con estas estructuras), más sistemas de riego por goteo y maquinaria más moderna se podrían incorporar si se concretaran las líneas de créditos blandos impulsados por el estado provincial para la compra de los mismos.

La característica de la mercadería producida (frutas y verduras), obliga a trabajarla y comercializarla rápidamente, labor que desempeñan cientos de trabajadores golondrina, cuya labor no encaja en las tipificaciones existentes del peón rural, y muchos de los cuales son beneficiarios de planes sociales. En este sentido, los quinteros plantean que la misma municipalidad podría poner en marcha una sistema de control que ayude a blanquear el actual sistema de trabajo, siempre y cuando se asocien en el esfuerzo con los demás organismos del Estado.

La reciente conformación de un plan maestro evidenció estas falencias por todos conocidas, pero plantea la necesidad de pasar a la acción para mantener vivas a estas Pymes productivas de nuestra zona.