Nosotros decimos “la maratón”

Enrique José Milani

El dilema está siempre planteado, pero es cuando se aproximan los primeros días de febrero en que la confusión se hace más evidente, porque comienzan los preparativos para la ya famosa Fiesta del Río.

Me refiero a la competencia acuática Santa Fe-Coronda. Entonces se produce la indecisión entre lo que se dice de boca en boca y lo que se lee y escucha por los medios, pues la mayoría emplea el femenino: “la” maratón, y unos pocos, el masculino, “el” maratón. Sin duda que esta última forma suena extraña y como traída de los cabellos, por lo menos, en estas latitudes. Por aquí siempre -por lo menos desde que yo tengo memoria- se dijo “la maratón”.

Lo del cambio de género comenzó cuando alguien descubrió que Maratón, en griego, es masculino. Se trata de una comarca que estaba a cuarenta y dos kilómetros de Atenas y donde los griegos obtuvieron una gran victoria contra los persas. Se dice que un soldado ateniense los recorrió a pie y a toda carrera, para informar a las autoridades sobre tan celebrado triunfo, sin reparar que el sobrehumano esfuerzo le costaría la vida.

Precisamente, en recordación de ese gesto tan heroico, se denominan “maratón” las carreras pedestres de resistencia, y por extensión, algunas otras competiciones también de largo aliento; de aquí que se la haya impuesto a la de aguas abiertas Río Coronda.

Lejos quedó entonces la referencia a aquella lejana y gloriosa aldea. Lo que rige ahora es el significado de competencia, prueba, porfía, justa deportiva. Por esto la denominación oficial del evento es Maratón Acuática Río Coronda. El femenino es indiscutible, pues en dicha designación está implícita la idea de carrera, competición, puja, etc.

Existen dos derivados: “maratoniano”- más castizo -, y “maratónico”, que el diccionario de la RAE consigna como “argentinismo”. Resulta entonces discordante, raro y opuesto al uso aceptado por la mayoría de los argentinos, el tan mentado masculino.

Y lo que atenta más contra la lógica y el buen gusto es el “pastiche”, en un mismo texto, de los dos géneros. He aquí los testimonios: en El Litoral del 31 de enero, con el título “Operativo por el Maratón”, se escribe: “Desde la Secretaría de Control Municipal...llevarán a cabo...operativos con motivo de desarrollarse la 36ª edición de la Maratón Acuática Río Coronda”. Masculino, en el título; femenino, a renglón seguido.

Otro tanto se dio en el vespertino del 1º de febrero, en una crónica de la largada de la competición. Reza el título: “36ª Edición del Maratón Santa Fe- Coronda”, e inmediatamente “Bienvenidos al maratón más lindo del mundo” -dijo como siempre el locutor oficial...”, y unos renglones más abajo, la contradicción flagrante: “... los 57 kilómetros que conforman la clásica Santa Fe- Coronda”(empleo del femenino). Más adelante, la madrina de una competidora expresa: “Ya estuvo en la Capri-Nápoli... salió cuarta (ídem). A continuación, el periodista le pregunta a un participante paranaense: “Seguramente te gustaría que la Hernandarias - Paraná vuelva al circuito Fina”. La respuesta: “Sin duda la de Coronda es por lejos la más linda; la Hernandarias es más larga...” “ tengo un hijo que se va a largar en la Hernandarias”. Como vemos, en ningún momento los interlocutores se refieren a la carrera en masculino.

Y para cerrar, siquiera sea de un modo un tanto pintoresco, pero con la contundencia de los datos, si aceptamos que el origen de las palabras -allá lejos y hace tiempo- determina el género de sus sucesoras, resultarían formas, ahora, muy risueñas como las siguientes. Deberíamos decir: la lunes y la día, porque derivan de las latinas Luna (fem) y díes (fem.); la jamón (del bajo latín, gamba); la linaje (de línea; de aquí “línea de familia”); la gramo (del griego, gramma: piedrita, escrúpulo, peso pequeño); la gladiolo (del lat. gladiolus, espada pequeña; dim. de gladius, espada); la delta (y no la letra, sino la isla triangular en la desembocadura de un río, por semejanza con la mayúscula griega D); el cueva (del lat. cavus, hueco); el comedia (del gr. koómos, festín, y aoidós, poeta cantor); el cebra (el antiguo ecebro y éste de equus ferus, caballo feroz o salvaje); la cerdo (del lat. sétula, cerda, pelito, de seta; se llamó primero “ganado de cerda” al compuesto por cerdos, en alusión a su pelaje hirsuto). La lista podría continuar con cientos y miles de ejemplos. Por eso, respecto de “maratón”, quedémonos con el femenino, que se usó siempre. Lo otro es puro esnobismo.

Lo del cambio de género comenzó cuando alguien descubrió que maratón, en griego, es masculino. Se trata de una comarca que estaba a cuarenta y dos kilómetros de Atenas, donde los griegos obtuvieron una gran victoria contra los persas.