El deporte de Santa Fe pierde una luz en el camino

Cuando las instituciones pasan

y algunos dirigentes quedan

El escribano Mario F. Vigo Leguizamón le habría manifestado a sus pares la intención de no seguir al frente del Santa Fe Lawn Tenis.

Darío Pignata

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Santa Fe sufre un vacío preocupante de dirigentes. Voy a hablar de lo que conozco, que es el deporte, aunque lo más fácil sería pegarle a los políticos en la volteada. Pero, para eso, el diario tiene sus columnistas especializados en el tema. Sin ir más lejos, los vacíos que Raúl Candioti y Oscar Donayo dejaron todavía duelen.

El otro día, Hugo Catalán contaba que “lo que más recuerdo de los inicios no tiene que ver con las pesas. Tiene que ver con lo que hacía Donayo para darnos a todos una copa de leche en Rivadavia Juniors”. Ese es, en definitiva, el verdadero espíritu del dirigente amateur. Ese listado es generoso... sólo me ocupo en esta introducción de las pérdidas más recientes sin ánimo de caer en el olvido por tantos otros.

En el caso de Raúl Candioti y cuando hoy algunos grandes espectáculos desfilaron por Santa Fe como si nada —TC 2000, Los Pumas, Maradona, Nalbandian, Las Leonas, Ginóbili—, todavía recuerdo aquella lucha titánica para “robarle” a Rosario una sede para el básquetbol de la ciudad en la Tecnológica en el inicio de los “90.

Es por eso que, traducido al fútbol, todavía se recuerdan los nombres de Italo Giménez, Peirotén, Casabianca, Corral, Malvicino, Ghiano y un puñado más cuando entre ambas pasiones superaron los 200 años de vida.

Con 37 años no es quien firma la nota alguien que vive con la frase “todo tiempo pasado fue mejor” en la mesita de luz, pero es evidente el vacío dirigencial deportivo en esta ciudad, con cada problemática específica acorde a las distintas actividades de aquello que Carlos Monzón hiciera viajar por el mundo bajo el lema “Santa Fe, tierra de campeones”.

El club como empresa

“Hay que manejar los clubes como empresas, si no se funden”, es una máxima de los últimos años. Bajo este signo, el escribano Mario F. Vigo Leguizamón logró darle en los últimos años el verdadero salto de calidad al Santa Fe Lawn Tenis, con seis años de una brillante conducción, lo que instaló el nombre de esta tradicional institucional en el primer plano a nivel nacional.

La reseña puede sonar a despedida. Es que El Litoral accedió a la información de que el propio Mario Vigo le acaba de comunicar hace algunos días a sus pares de directiva la decisión inmodificable de irse a su casa. Esta frase, que asoma como armada, se hace carne: la necesidad de ocupar un tiempo que no vuelve al lado de su gente es el motivador de esta decisión.

Las determinaciones personales no merecen ningún tipo de análisis, no sólo en el deporte si no en la vida misma. No van con el empresario, no duermen con el dirigente, sino que conviven en el día a día con la persona.

Sinceramente, después de haber visto una verdadera organización de trabajo empresarial volcado en la institución, pensaba que sería el escribano Mario F. Vigo Leguizamón el merecido capitán de un barco que en sólo dos almanaques llegará a sus históricos primeros 100 años de vida.

En principio, la decisión está tomada de cara al 24 de abril. Incluso, en la búsqueda del sucesor —¿Daniel Cáceres?—, hay un juramento interno que no podrá ser traicionado acerca de cómo seguir guiando los destinos del Club de Tenis hacia el futuro.

El dirigente queda

A estos tres últimos binomios de conducción (2003-2005; 2005-2007; 2007-2009) se deben agregar en el haber del escribano Mario F. Vigo Leguizamón aquellos primeros años (1979-1981; 1981-1983; 1987-1989), lo cual lo ponen con 12 años de presidencia a la par de Sixto Bayer en la histórica galería del Santa Fe Lawn Tenis.

La última gestión del escribano Mario Vigo dejó, entre otras varias cosas, la decisiva modificación de los estatutos con el claro impacto en la cuota societaria que llevaron al club a su capacidad máxima de socios: cerca de 1.000 y preparando el cartelito de “no hay más localidades”, como en las obras exitosas del viejo cine o teatro.

El riego automatizado para las 13 canchas mostraron su efectividad en estos últimos meses de extrema sequía: el naranja del polvo de ladrillo y el verde más verde que nunca de los jardines. Un sueño. Como si fuera Roland Garros.

La cereza del postre pasó por la convicción para institucionalizar, junto a su querido amigo Enrique Morea, el Future de Tenis. No se desesperó por entusiasmar a empresarios amigos y juntar el dinero para traer a Vilas, Clerc o algún top-ten de los nuestros. Apostó al semillero, de manera silenciosa, sin tanto ruido. Un año después, en París, Eduardo Schwank le daba la razón. El pibe de Roldán era título de todos los diarios y 365 días antes había ganado el torneo a orillas de la Setúbal.

Es ahí, en ese tipo de decisiones, donde se ve la mano del dirigente. Ahí, justo ahí se diferencia el distinto del normal. El Santa Fe Lawn Tenis, más allá de una relación eterna, pierde mucho con la decisión del escribano Mario Vigo de no continuar como presidente e irse a su casa. También el deporte de Santa Fe pierde una luz en el camino. Porque es el modelo a seguir. Se debe imitar y copiar. Manejar un club como una empresa. Servir a la institución y no servirse de una institución.

En medio de un desierto de desaciertos deportivos, lo de Mario Vigo fue un oasis para el deporte de la ciudad. Hizo trascender el club y el nombre de Santa Fe más allá de las fronteras de esta ciudad de Garay.

Es que en algunas veces, las instituciones —Bolsa de Comercio, Mercado de Valores, Centro de Intercambio Franco-Argentino, Liga de Tenis del Litoral, Polo Hípico General Belgrano— pasan... Y algunos dirigentes como el escribano Mario F. Vigo Leguizamón... quedan. Para siempre.

Cuando las instituciones pasan y algunos dirigentes quedan

El Future de tenis, que puso al Lawn Tenis y a Santa Fe en la consideración nacional e internacional, fue uno de los puntos altos que impulsó el escribano Mario F. Vigo Leguizamón en su presidencia.

Foto: Guillermo Di Salvatore