/// EL INVITADO

 

Pedido a la Presidenta por la apicultura

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Martín Braunstein (*)

Soy un apicultor argentino. Tengo 41 años y desde los 19 he orgullosamente abrazado a esta noble profesión. Junto a mi familia, he logrado consolidar el principal establecimiento del país, dedicado al mejoramiento genético apícola y a la exportación de abejas reinas.

Antes que nada, le quiero aclarar que las abejas no son insectos cualesquiera. Aparte de picar cuando son molestadas, producen la miel que hasta hace unos años permitieron a la República Argentina posicionarse como el primer y/o segundo exportador mundial, generando ingresos anuales de hasta U$S 200 millones.

Además de producir la dulce miel y la blanca cera, las abejas también recolectan sustancias de comprobado beneficio para la salud humana como: el polen, la jalea real y el propóleos. Inclusive las dolorosas y ocasionales picaduras, introducen en nuestro organismo las apitoxinas, que no hacen sino fortalecer y estimular a nuestro sistema inmunológico.

Como si esto fuera poco, las abejas polinizan gratis y sin cobrarle un peso a nadie, a las flores de muchísimos cultivos y plantas frutales. Esto en economía se denomina una externalidad, ya que el dador del beneficio (el apicultor), no percibe remuneración alguna por el servicio brindado. Por lo tanto y sin ninguna duda, puedo afirmar que las abejas constituyen la columna vertebral pero “invisible” de la agricultura. Sin ellas y su servicio de polinización, deberíamos olvidarnos de manzanas, peras y otros muchos vegetales que forman parte de nuestra dieta.

El tiro de gracia ha sido la sequía, que a lo largo y a lo ancho de nuestro querido país ha provocado desolación, quebrantos y pérdidas irreparables. Muchos a quienes conocía como apicultores o a sus empleados, han dejado de serlo, para engrosar las filas de desocupados y quien sabe en el futuro, para quizás convertirse en beneficiarios de planes sociales, aumentando innecesariamente las estadísticas de marginalidad y exclusión social.

Desde el 8 de Marzo de 2002, nuestro sector apícola ha contribuido con derechos de exportación por la suma de más de U$S 100 millones. Me consta que este aporte era ineludible, para consolidar el modelo de justicia social, equidad y redistribución de la riqueza que antes su marido y ahora Ud., han impulsado con todo vigor desde el 25 de Mayo de 2003.

(*) Productor apícola