Ya no están más las chequeras salvadoras de antes...

Hace tiempo que en Unión

se gobierna con angustia

La falta de recursos obliga a los dirigentes a pensar en juntar plata y “olvidarse” de los proyectos a mediano y largo plazo.

Enrique Cruz (h)

Parece que en el cielo se han juntado los “imprescindibles” de Unión. Algunos con el poder de su chequera, otros por una simple cuestión de liderazgo y el resto con ideas innovadoras que no pudieron desarrollarse plenamente, fueron los que gobernaron el club durante los últimos 50 ó 60 años y formaron parte en su gran mayoría del famoso “grupo de notables” que acudían cada vez que el club los requería con planes de salvataje inmediato.

Desde el doctor Carlos Iparraguirre (padre), pasando por Angel Malvicino, el escribano Alejandro Ulla, su colega Rubén Neme, Armando Capello, Jerónimo Veglia, el contador Rabazzi, Súper Manuel Corral, Osvaldo Kopp, el doctor Marcelo Casabianca (padre) o últimamente Juan Leonardo Vega, líder del grupo de dirigentes que hoy gobierna la institución capeando las dificultades económicas que no son nuevas, fueron inscribiendo su nombre —no son los únicos y puede existir, en este rápido repaso, algunas imperdonables omisiones— dentro de ese grupo al que siempre se recurrió en los momentos de crisis.

Como se dice, no son los únicos. Néstor Julio Rodríguez también entró al club “a poner plata” y si bien las cosas no le fueron bien desde el punto de vista de su gobierno, habrá que rescatarlo como uno de esos tantos hombres que comprometieron su patrimonio. René Citroni siempre habló de cómo descuidó su empresa siendo presidente, lo propio pudo haber pasado con Ricardo Tenerello, con Héctor Flamini y así, sucesivamente, con casi todos. Es cierto que nadie les puso un revólver en la cabeza para que acepten la candidatura. Se sintieron, seguramente, honrados al momento de sentarse en el sillón presidencial, pero de una u otra manera lo padecieron en un ambiente tan particular en el que no sólo se administran cosas materiales, sino algo que no tiene valor y se moviliza al compás de los cambiantes resultados deportivos: los sentimientos.

Casi todos los que integraron desde siempre ese “grupo de notables”, sector de referencia inmediata en los momentos críticos de Unión, ya no están. La gran mayoría ha fallecido. Y el resto, por diversas circunstancias, hoy está alejado de la institución. Quizás, como nombre de peso en la historia, quede el de Julio Baldi. Pero el Baldi de hoy no es, con seguridad, el que propició con su protagonismo, por ejemplo, la llegada de aquél enorme equipo con el que Unión se convirtió en la gran sorpresa del Metropolitano de 1975, con Juan Carlos Lorenzo, Hugo Orlando Gatti, Victorio Nicolás Cocco y compañía.

“Proyectos” y angustias

Hoy, el nombre de Juan Leonardo Vega resuena con fuerza adentro y afuera de Unión. El técnico Quiroz dice que “a los refuerzos los convencí para que vengan diciéndoles que estábamos al día en diciembre, pero después se murió el presidente”. Los dirigentes que se quedaron en el gobierno del club dicen que “Vega nos adelantaba el dinero de los cheques que recibíamos a plazo y cubría las necesidades urgentes; era un verdadero financista del club”. Y hasta los que están afuera, como Spahn, dice: “Vega tenía una idea con un plan para llegar al éxito, pero era de él”.

Entonces, hoy, ¿de qué “proyecto” se puede hablar si los dirigentes tienen que levantarse todos los días rompiéndose la cabeza para ver de dónde se puede sacar dinero para tapar los agujeros?, ¿qué se puede planificar?, ¿hasta dónde se puede trabajar en el mediano o en el largo plazo, si casi todo el sacrificio está apuntado al día a día?

Aún así, en El Litoral se publicó en estos últimos días un aviso institucional, que convoca a sumarse al trabajo en el fútbol amateur. Estoy seguro de que se trata de un acto reflejo por admitir que ése es el camino ideal, pero que, lamentablemente, otras son las urgencias.

De esta manera, Unión se gobierna, como en tantos otros tiempos, con angustia. La angustia de no poder disminuir el déficit por más que el esfuerzo de los dirigentes sea denodado por conseguirlo; la angustia de tener que recurrir a sus propios bolsillos para pagar de a partes las planillas de sueldos de jugadores y empleados; la angustia de no saber cómo ni cuándo se podrá despegar; en definitiva, la sensación que se percibe es que a Unión no lo puede gobernar una comisión directiva de 32 miembros, sino que éstos necesitan imprescindiblemente de los miles y miles de hinchas que a veces no comprenden, en su mayoría, que al club no se lo apoya sólo con aliento, sino también con dinero (aunque sea pagando la cuota).

Seguramente, esta comisión directiva cuenta con un proyecto, seguro que hay ideas y está claro que si algo no falta es trabajo en Unión. Pero también queda en evidencia que el club no consigue una línea de equilibrio en los números y, por ende, no se autofinancia. Muchos pensarán en que la solución está en ascender. Pero mientras tanto, la realidad es otra y para llegar a ese objetivo deportivo de volver a jugar en Primera, también se necesita un colchón económico que el club hoy no genera.

Sin “notables” a la vista, Unión no puede depender exclusivamente del esfuerzo de cinco, seis, diez o treinta dirigentes. Ni tampoco esperar que lo salve un juicio (el que se le hizo a Toulouse para cobrar lo de Cabrol) ni una venta extraordinaria, porque por más buenos que sean algunos de sus jugadores, será difícil que alguno se cotice en 2 ó 3 millones de dólares como con tanta “facilidad” se les pone precios a los de Primera División.

Así está hoy Unión, con un equipo que está para mucho más de lo que viene dando y con una dirigencia que se exprime la cabeza para sacarle jugo a las piedras y que recurre al viejo y remanido ejercicio de meter la mano en el propio bolsillo aunque hoy ya no existan aquellas chequeras salvadoras de antes.

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EN NÚMEROS

55

% de los puntos

Eso fue lo que cosechó Unión en esta segunda rueda. Ganó 10 de los 18 puntos que disputó. No pudo achicar la diferencia de 6 puntos con la Promoción, con el que arrancó este 2009.

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EL DATO

Irregularidad.

Si se analizan los seis partidos de este año y los dos finales del 2008, se podrá apreciar a un Unión tremendamente oscilante en sus niveles. Contra All Boys, Aldosivi y Los Andes se jugó muy mal, pero contra Talleres se jugó muy bien y el sábado, ante Platense, tuvo una actuación que superó el nivel de aceptable. Además, Unión pasó de algunos partidos en los que al equipo pareció faltarle actitud, a otros en los que ese aspecto resultó elogiable, como por ejemplo ante Belgrano.