Oscuro horizonte para los países en desarrollo

Zhang Danhong.

Deutsche Welle

En muchos aspectos, la crisis económica está propiciando un cambio de mentalidad. Aparecen nuevos planteamientos en torno al papel del mercado, a la función del Estado y al poder o la impotencia de las instituciones internacionales. Tras los 50 puntos para la regulación del sistema financiero que nacieron el pasado noviembre en Washington en la Cumbre del G20 -y sobre los que se seguirá debatiendo en el próximo encuentro de Londres- se esconden verdaderas dudas con respecto al actual orden económico.

¿Qué efectos tendrá la crisis en el desarrollo global? ¿Qué labor le estará reservada a Europa en la reestructuración del sistema? A éstas y otras preguntas buscan respuesta en estos tiempos turbulentos los expertos en ayuda al desarrollo.

“Los bancos tienen la culpa”

Christina Randzio-Plath no tiene ninguna duda: la culpa de la crisis financiera la tienen los bancos y su desenfrenada actividad en busca del beneficio rápido. Randzio-Plath representa a la Asociación de Ayuda al Desarrollo de las ONG Alemanas y, como sus colegas, trata de evitar que sean quienes siempre pierden los que de nuevo paguen los platos rotos.

“En Europa, hemos regulado, por ejemplo, cómo debe ser la curvatura de un pepino para que pueda venderse. Sin embargo, los productos financieros, y sobre todo sus derivados, circulan sin que nadie les ponga reglas”, se queja Randzio-Plath.

Puesto que los bancos en los países en desarrollo están estructurados de otra manera, al principio pareció que la crisis fuera a pasar sin afectarles mucho. Pero luego se supo que la recesión será en estas naciones aun más dura que en las industrializadas. Los objetivos que la ONU se fijó para este milenio, entre ellos la ambiciosa reducción a la mitad de la pobreza en el mundo antes de 2015, se difuminan en un oscuro horizonte.

¿Nuevo papel para Europa?

Los expertos temen que la crisis económica entorpezca el flujo de la ayuda al desarrollo. Pero, ¿cómo justificar que se destinen millones a salvar bancos de la quiebra y no se pueda cumplir con los compromisos adquiridos con el Tercer Mundo? Si no se da una respuesta creíble a esta pregunta, muchos países en desarrollo podrían desconfiar aun más del sistema económico occidental, advierte Dirk Messner, director del Instituto Alemán de Ayuda al Desarrollo.

“La percepción que tienen muchos países “no industrializados’ es que están tratando con instituciones que han fracasado en sus labores fundamentales. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional debería evitar los grandes desequilibrios macroeconómicos y crear un mecanismo de alarma. Nada de eso ha funcionado”, dice Messner.

Hay que reformar los organismos internacionales, opina el director, y el dinero del contribuyente debería invertirse en instituir un nuevo funcionamiento de la economía: una que evite futuras crisis, que favorezca un reparto más justo de la riqueza y, al mismo tiempo, se adelante a la siguiente catástrofe respetando el medio ambiente y protegiendo los recursos del planeta. Tarea esta última en la que Europa podría asumir un papel relevante.

“El 60 % del dinero que se dedica a la ayuda al desarrollo en todo el mundo procede de Europa. Tenemos que movilizar ese gigantesco potencial. En el campo de la política climática, Europa ha llevado muchas veces la voz cantante y en el ámbito tecnológico aún sigue siendo líder”, recuerda Messner.

La única condición para que el continente pueda incidir en los nuevos procesos es que hable con una sola voz, cosa que, al día de hoy, se sigue sin lograr.

Oscuro horizonte para  los países en desarrollo

Las ONGs temen que la ayuda al desarrollo se reduzca debido a la crisis.

Foto: Archivo El Litoral