En Río de Janeiro

Un muro para frenar las favelas

El gobierno del Estado de Río de Janeiro comenzó la construcción de muros en los cerros de su capital para proteger la vegetación nativa, el bosque atlántico, del avance de las viviendas marginales de las favelas, informó el diario O Globo.

“El cerro Doña Marta, en Botafogo (al sur de la ciudad de Río de Janeiro), ocupado por la Policía Militar desde noviembre del año pasado, es el primero en recibir un muro para contener la expansión de la favela rumbo al bosque”, aseguró el periódico, sin revelar la altura de la llamada “barrera ecológica”.

Detalló que una empresa privada contratada por el gobierno provincial ya construyó 55 metros de los 634 previstos en la primera fase del proyecto. “En total serán 11 mil metros de concreto para contener el surgimiento de nuevas construcciones” de viviendas marginales, precisó.

Según las imágenes publicadas por el rotativo, el muro de cemento armado tiene una altura cercana a tres metros.

“La expectativa es que a fin de año las obras estén concluidas en todas las favelas contempladas”, en un total de once comunidades, a un costo de 40 millones de reales (U$S 17,5 millones al cambio del día), informó.

El presidente de la Empresa de Obras Públicas (Emop), Ícaro Morales, dijo a O’Globo que se prevé que 550 casas serán demolidas y que sus ocupantes serán indemnizados o reubicados.

Casi la mitad del muro será destinado en exclusiva para la favela de la Rocinha, célebre por extenderse entre dos de los barrios más ricos de Río y por ser una de las mayores de Brasil, con cerca de 200.000 habitantes.

Por uno de sus extremos, la Rocinha se expande dentro del bosque de Tijuca, catalogado como parque nacional y considerado como el mayor parque natural urbano del mundo.

Desde hace más de una década, varias favelas ya contaban con vallas protectoras, conocidas como “ecolímites”, que pretendían frenar las nuevas construcciones en áreas de protección ambiental.

En muchos casos, estas barreras han sido destruidas o ignoradas por los vecinos, que han continuado construyendo en lugares antes ocupados por bosques tropicales.

La destrucción de la vegetación preocupa a las autoridades, no sólo por su valor ecológico, sino porque al arrancar los árboles, aumenta el riesgo de deslizamientos en caso de lluvias torrenciales, lo que supone un gran peligro en áreas densamente pobladas y con casas sin cimientos, como es el caso de las favelas.

Las favelas de Río de Janeiro se han convertido además en bases para el tráfico de drogas y en escenarios de violentos enfrentamientos entre bandas enemigas, y entre traficantes y policías.

Esta semana, en la Rocinha, la mayor favela de la “ciudad maravillosa”, un fuerte operativo policial con cientos cientos de efectivos finalizó con tres muertos y la incautación de una tonelada de marihuana, tras varios días de enfrentamientos con traficantes.

La violencia es un problema endémico en Río de Janeiro, en donde más de 1,5 millones de personas viven en unas 900 favelas.

Un muro para frenar las favelas

En total, está previsto construir once kilómetros de muros para rodear once de las favelas que se ubican en los cerros de la zona sur de Río, la más turística de la ciudad.

Foto: AGENCIA EFE