Cruzan ramas y adoquines para obligarlos a frenar y asaltarlos

Barricadas y piedrazos en la autopista

ponen en peligro a los automovilistas

Los puntos críticos son el semáforo de Perón e Iturraspe y el pórtico de ingreso. Las familias que habitan en los countries toman precauciones y piden controles. Esta mañana un móvil policial recorría el sector más peligroso de la autopista.

Lía Masjoan

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Barricadas con restos de escombros, adoquines o ramas son verdaderas trampas para los automovilistas que acceden a la ciudad por el oeste. Los últimos metros de la autopista Santa Fe - Rosario se han vuelto, desde hace tiempo, muy inseguros.

Entre los más perjudicados están los vecinos que viven en los countries de la zona, víctimas frecuentes de intentos de asaltos o de robos sorpresivos y rápidos a la vera de la ruta, algunos a mano armada. En los casos más leves, han sido también blanco de piedrazos que les arrojan desde la banquina, con la intención de que detengan la marcha para sustraerles las pertenencias.

La zona está bien iluminada, pero eso no amedrenta a quienes llevan adelante estos hechos delictivos ya que algunos asaltos se producen a plena luz del día, en especial los fines de semana cuando la circulación de autos es menor. A cada lado de la autopista, se asientan dos barrios muy humildes, Barranquitas Sur y Oeste.

A pesar de que esta situación sucede desde hace tiempo, el problema no se soluciona. Algunas víctimas, no todas, han dejado asentada la denuncia en la Comisaría 6ta., sin obtener ningún tipo de resultado.

Al parar en el semáforo

Según los testimonios que recabó El Litoral, los hechos se producen en dos lugares muy concretos del trayecto: el semáforo que está en avenida Perón e Iturraspe y donde está emplazado el pórtico de acceso, unos 400 metros hacia el oeste.

Una joven mujer que vive en el country El Pinar relató la dramática situación que vivió hace unos meses, junto a su esposo. Duró apenas unos segundos, pero bastó para obligarla a cambiar algunos hábitos: ahora cruza siempre con miedo, obliga a sus hijos a recostarse en el asiento trasero cada vez que pasan por el lugar y hasta ha meditado la posibilidad de mudarse del lugar tranquilo y seguro que eligió para vivir.

“Un domingo al mediodía paramos en el semáforo de Perón e Iturraspe. Estábamos conversando y de repente nos abrieron las dos puertas de adelante -que no teníamos trabadas- nos apuntaron a cada uno con un revólver y nos robaron todo lo que teníamos: celulares, cartera, billetera, etc.. La vereda estaba llena de gente. No te das cuenta de nada porque demoran un segundo. Cuando terminaron de robarnos se fueron corriendo y yo lloraba agradeciendo que no estaban los chicos”, contó.

Para hacer la denuncia en la comisaría 6ta. tuvo que esperar una hora y media “porque no había quien la tomara. Es lo mismo que nada”. Además, su auto ya recibió tres impactos de piedra y el de su marido uno de bala en ese sector de la ciudad.

Al comentar lo sucedido con otros vecinos, se enteró que muchos han pasado por lo mismo. “Yo no paro más en el semáforo, miro para todos lados y paso con cuidado”. Además, por la seguridad de sus hijos, “cada vez que pasamos por ahí ellos se acuestan en el asiento. Sólo les digo “chicos’ y ellos ya saben que tienen que esconderse”. Lo mismo hacen muchas mamás.

Otro vecino presenció en ese mismo lugar cómo un chico joven abrió la puerta del auto que estaba estacionado delante del suyo y se llevó una cartera. “A una cuadra estaba parada la camioneta de la policía, pero no vio nada”, contó.

Adoquines y ramas

Otra modalidad delictiva se produce 400 metros hacia el oeste del semáforo, donde un pórtico de hierro y mampostería da la bienvenida a la ciudad. Allí, cruzan ramas o adoquines de gran tamaño para obligar a los automovilistas a detener la marcha. El peligro es doble: el que se atreve a cruzar o lo hace desprevenido porque no llegó a ver la emboscada, corre el riesgo de romper el auto o de hacer una maniobra brusca que provoque un accidente. El que frena es asaltado en cuestión de segundos.

Los delincuentes refuerzan la barricada con otra acción. Por las dudas el auto siga su marcha, les arrojan piedras con gomeras, agazapados a un costado de la autopista. El objetivo es que el impacto rompa el parabrisas o el vidrio de una ventanilla, pero muchas veces lastiman a alguno de los ocupantes.

“Un sábado a las 6.45 de la mañana venía a trabajar y me encontré con ramas grandes cruzadas en la autopista. Prendí las luces antiniebla y, como mi auto es alto, pude pasar por el lugar más bajo. Atrás venía otro auto y al llegar al semáforo su conductor me dijo que le salvé la vida. Había pasado por el mismo lugar que yo pero a él le dieron un piedrazo en el auto, que impactó justo debajo de la ventanilla trasera. Si rompía el vidrio podría haber lastimado al niño que viajaba detrás. A esa hora, la camioneta policial que custodia la zona se había retirado para hacer el recambio de personal y la zona quedó liberada”.

Miembros de la comisión directiva del complejo residencial La Tatenguita relataron hechos similares. “Yo fui víctima de piedrazos, tiran constantemente. Pero también colocan troncos y pedazos de cordones de veredas. Es cosa de todos los días pero cada vez es más grave. Cuando está la policía no hay problema, pero muchas veces se retiran porque los agarran a piedrazos a ellos. A medianoche, seguro que no hay nada de seguridad”.

Los vecinos están muy preocupados y ya no saben a quién recurrir. Aseguran que la presencia policial no es permanente y no alcanza para evitar que los hechos sigan ocurriendo. Algunas veces, el móvil se ubica en el semáforo, pero desde allí no alcanzan a controlar lo que ocurre a la altura del pórtico.

Esta mañana un móvil policial recorría la autopista, desde el puente de la Circunvalación Oeste hasta la intersección de Perón e Iturraspe. Conscientes de que “la ocasión hace al ladrón”, los vecinos piden patrullaje y presencia policial permanente.

 
Barricadas y piedrazos en la autopista  ponen en peligro a los automovilistas

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ADEMÁS

Colectivos atacados

La empresa Kieffer brinda el servicio de transporte público para comunicar la zona de countries con el centro de la ciudad. Cuenta con dos coches durante la semana y uno los fines de semana. Uno de los dueños de la empresa, Roberto Kieffer, comentó que los choferes ya están acostumbrados a recibir “piedrazos”, la mayoría arrojados con gomeras, incluso hace un tiempo un conductor resultó herido en la nariz. También una pasajera resultó lesionada con restos de vidrios de la ventanilla.

“Nos tiran piedras continuamente. Si el chofer frena se quedan en el molde pero si cruza fuerte le tiran. Al principio hacíamos la denuncia en la 6ta. pero ahora ya no, los choferes se van directamente a cambiar el vidrio”, relató.

Esto genera, además de un costo extra para la empresa y la ausencia del servicio durante un par de horas, porque hay que parar el coche para repararlo. No obstante, Kieffer reconoció que “últimamente están patrullando la zona”.

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Un impacto de bala en la puerta trasera de este automóvil muestra con contundencia el peligro al que se exponen quienes a diario transitan por la zona.

Foto: Amancio Alem

Consejos

Trabar todas las puertas y subir las ventanillas.

Circular con precaución en el semáforo de Perón e Iturraspe.

Obligar a los chicos a agacharse, acostarse en el asiento trasero o sentarse en el medio del vehículo.

No transitar a gran velocidad para tener tiempo de esquivar una barricada y no volcar el auto, y porque los impactos de piedras provocan más daños si se circula fuerte. No frenar.

Ir con las luces altas.