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análisis

 

No fue sólo la altura

Enrique Cruz (h)

Argentina no tuvo aire por culpa de la altura; pero tampoco tuvo riqueza individual ni planeamiento estratégico, y esto último no es culpa exclusiva de la altura. El “combo” resultó mortal y de allí una derrota que avergüenza a la historia del fútbol argentino.

Se probaron y seguirán probándose decenas de estrategias para jugar en la altura. Por algo hubo una selección denominada “fantasma” que se fue a vivir mucho tiempo antes a la altura (aunque después se hizo un mix), en las eliminatorias al Mundial 1974, y ahora se estableció como remedio el de viajar algunas horas antes del partido para contrarrestar los efectos de jugar a más de 3.600 metros.

Desde el desconocimiento de muchos aspectos científicos, creo que en un nivel de selecciones se podría intentar otro tipo de variantes, siempre apelando a los rigores de la ciencia y un conocimiento más profundo de las condiciones físicas y las reacciones de cada jugador.

Por ejemplo, sería interesante elegir un grupo de jugadores (amplio, digamos entre 50 ó 60) en el amplio universo de los que están y los que no están jugando en el país, y armar un equipo “ideal para jugar en la altura”.

¿Cómo sería? Olvidarse de los nombres, los números y las titularidades supuestamente adquiridas. Si Mascherano, el propio Messi o cualquier otro jugador que en cualquier otro terreno se desempeña con brillantez y desequilibrio, pero no tiene adaptación a un clima en el que falta el aire, pues que a ese partido no lo juegue.

Hoy, lo conversaba con el entrenador de Colón y compartía el criterio. “Nosotros, por ejemplo, tenemos en el plantel a un jugador como Capurro que corre tanto o más si está con deuda de oxígeno; le falta el aire y sigue”, dijo el Turco.

Es una idea más, que lógicamente necesita del rigor científico (uno no habla desde la medicina ni desde la preparación física, que serían las materias a consultar). Algunos dicen que hay que ir un mes antes a aclimatarse (imposible por las exigencias de la competencia). Ni siquiera se puede hablar de algunos días y se hace también complicado que se pueda desarrollar un trabajo en la altura por un solo partido (alguna vez, Bilardo llevó a los jugadores a Tilcara para aclimatarse a lo que luego iba a vivir en México, donde la altura es sensiblemente inferior a la de La Paz).

En concreto, buscar jugadores que orgánicamente se puedan adaptar a lo inhóspito del clima. Entrenarlos —en la medida de las posibilidades—, armar una estrategia correcta (ayer no hubo nada de eso) y olvidarse por ese partido de los mejores, si es que algún indiscutible no se va a bancar el rigor de jugar a tanta altitud. Sería un riesgo armar un equipo en el que haya mayoría de jugadores que, en otras circunstancias, no tendrían chances de ponerse la camiseta de la selección. Pero se lo podría asumir.