Anécdotas y recuerdos de quienes trabajaron con él

“Lo queríamos tanto a Alfonso”

Cuadras de simpatizantes, funcionarios del gobierno y de la Justicia, y la dirigencia política de todos los partidos llegaron al Congreso para el último adiós. Legisladores radicales y sus colaboradores relataron hechos reveladores de su personalidad.

De la redacción de El Litoral

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CMI/El Litoral

* Raúl Baglini (ex diputado y ex senador por Mendoza): La voz del bloque de diputados radicales en el Congreso en los memorables debates sobre la deuda externa recuerda a Alfonsín como presidente, como “padre” de un legislador travieso y como par en el Senado nacional, en 2001 y 2002, cuando Baglini era senador por Mendoza y Alfonsín lo era por Buenos Aires.

“Una vez me pidió que intercediera con un problema con La Rioja. Menem había hecho barbaridades y Machinea había sacado del clearing” al banco de La Rioja, que era como condenarlo a la quiebra. Alfonsín me ordenó arreglar el problema, de modo que no se repitiera. Por entonces, funcionaba la “liga de gobernadores”, que lo volvía loco. Arreglamos y negociamos en el Congreso una nueva ley de Coparticipación, basada en un proyecto de (José María) Vernet (gobernador peronista de Santa Fe) que, si hoy se cumpliera, las provincias recibirían mucho más dinero”.

* Hugo Moyano (secretario general de la CGT): “Conocí a Alfonsín en las primeras marchas federales, a mediados de 2004”, recuerda. Alfonsín era entonces presidente del comité nacional de la Unión Cívica Radical y Moyano, secretario del gremio de los camioneros y dirigente del Movimiento de Trabajadores Argentinos, que junto con la CTA estaba enfrentado al gobierno de Menem. “Desde aquel entonces -recuerda Moyano-, aprecié mucho las charlas y los cafés que compartí con él, su formación, su honestidad y su capacidad intelectual”.

* Carlos Fabrissin (ex diputado nacional por Santa Fe): “Raúl tenía un don de gente y una calidez fuera de lo común, que allá por 1982 y 1983 atrajo a mucha gente, en especial a los jóvenes.

“Recuerdo que en una de sus visitas fuimos a despedirlo al aeropuerto de Sauce Viejo, donde él se tomaba un avioncito. A nosotros nos saludó bien, normal... Pero a los muchachos de la JR que estaban con nosotros les hizo bromas y al final se despidió con la frase: “Que les garúe finito’. Una forma cálida de desearles suerte, que ellos recordaron por años. Era una persona que inspiraba confianza y de gran entereza en los momentos amargos.

“En 1989, en lo peor de la crisis, con un grupo de intendentes lo fuimos a ver a Casa de Gobierno. Nos contó que Menem había rechazado el ofrecimiento que le había hecho llegar con Rodolfo Terragno, para que Menem asumiera antes, pero de común acuerdo. Estaba apesadumbrado. Habían comenzado los saqueos y le preocupaba mucho tanto la situación social como preservar la democracia. Lo acompañamos al Cabildo porque, como comandante en Jefe, tenía que ordenar el cambio de guardia allí, en la víspera del 25 de Mayo. Fue su último acto público como presidente. Y actuó con una gran entereza”.

“Me contestó: “Ya’ ”

* Víctor Bugge (fotógrafo oficial de Presidencia): “Hay una foto que todos confunden con la del Pacto de Olivos, pero que en realidad tiene que ver con el día en que Alfonsín lo llamó a Carlos Menem para informarle que quería adelantar la entrega del poder.

“Lo recibió en la Quinta de Olivos, en una oficinita muy chiquita que pertenecía a la Jefatura de la residencia, que de a poco se fue llenando de gente. De repente, se abre la puerta, los dos salen y empiezan a caminar por los jardines, porque se había comentado que podía haber micrófonos ocultos para grabar la conversación. Yo quedé rezagado, y fue ahí cuando tomé la foto en la que se ve a Alfonsín y a Menem de espaldas, caminando juntos.

“Un tiempo después, me encuentro con él, ya como ex presidente, en una visita que hizo a la Casa Rosada, y aprovecho para preguntarle de qué habían hablado en ese momento, y Alfonsín me reprodujo el diálogo. “Yo le pregunté: “Bueno, Carlos, ¿cuándo te querés hacer cargo del Gobierno?’, y él, en un riojano puro, me contestó: “Ya’. La verdad que Alfonsín era un buen tipo, sencillo, un tipo -como me gusta definirlo a mí- de saco azul y pantalón gris”.

Militancia y derechos humanos

* Diana Conti (diputada del Frente Para la Victoria e integrante del Consejo de la Magistratura): “Esta historia hay que contextualizarla en el momento en que ocurrió: fue en la campaña de 2001 para senador por la provincia de Buenos Aires. El gobierno de De la Rúa se caía a pedazos y don Raúl me eligió como su compañera de fórmula. Yo representaba al Frepaso, pero sucedía que necesitábamos diferenciarnos del Gobierno y, al mismo tiempo, no podíamos decir todo lo que pensábamos en realidad. Recorrimos toda la provincia al estilo de él, es decir, pueblo por pueblo, aunque hubiera dos personas para escucharnos. Nos hicimos amigos en esa situación. En un pueblo cuyo nombre no recuerdo, una noche después de una intensa actividad -casi no dormíamos- íbamos a comer a un restaurante cuando unos muchachos muy fortachones, con físicos que metían miedo, nos gritaron algo en contra. Alfonsín les salió como si fuera un joven de veinte años, un rugbier. Primero, quiso enfrentarlos y, luego, pretendió convencerlos políticamente, pero entre los custodios y los acompañantes lo agarraron porque pensaron que la bravuconada podía terminar con Alfonsín con los huesos rotos. Creo que esa anécdota refleja la juventud que nunca perdió, la actitud de un cascarrabias divino”.

* Julio Strassera (fiscal del juicio a las Juntas Militares): “Yo lo he tratado mucho a Raúl Alfonsín, he sido prácticamente su amigo; pero eso fue después del juicio, porque antes de eso nunca nos habíamos visto”.

* Horacio Jaunarena (ministro de Defensa de Alfonsín): “Uno de los aspectos más relevantes de Raúl Alfonsín era que no seguía las encuestas, hacía las encuestas. Es decir, en vez de seguir lo que la opinión pública quería en ese momento, direccionaba, convencía de alguna manera a la opinión pública en el sentido del camino que debía tomar. La historia de la humanidad hasta la llegada de Alfonsín al gobierno era la historia de la impunidad frente a las violaciones a los derechos humanos que se cometían en cualquier lugar del mundo. Alfonsín no sigue la historia del mundo e instaura el hecho de que un gobierno pueda sentar en el banquillo de los acusados a los responsables de los crímenes cometidos por la tiranía”.

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La gran adhesión popular que buscó darle el último adiós fue un reflejo de la añoranza de políticos con su estatura social.

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