DE RAÍCES Y ABUELOS

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Casamiento de Enrique Zurschmitten y María Reiss, en abril de 1909.

Un casamiento en el año nueve
 

Descendientes de inmigrantes valesanos recordarán el centenario del casamiento de Enrique Zurschmitten y María Reiss, y celebrarán los 89 años de una de sus hijas, Rosa.Textos de Mariana Rivera

Un día como ayer pero de hace 100 años, Enrique Zurschmitten y María Reiss contraían matrimonio en la iglesia parroquial de San Jerónimo Norte. La fecha será recordada por los descendientes de estos inmigrantes de origen suizo-francés el próximo domingo 26 de abril, cuando toda la familia se reúna para recordar aquel acontecimiento y, además, celebrar los 89 años de Rosa Zurschmitten, una de sus hijas.

La oportunidad será propicia para que Daniel Zeiter, integrante de esta numerosa familia, presente un nuevo libro sobre su historia familiar, titulado “Un casamiento en el año nueve: historia de la familia Zurschmitten-Reiss”.

El autor describe así aquella boda: “Enrique Zurschmitten, de 25 años, desposaba a María Reiss, de 20. El novio, de cuidado bigote, lucía un impecable traje oscuro, con camisa y corbata blancas. A tono con las costumbres de la época, el vestido de la novia era negro, complementado con una sombrilla del mismo tono y una fina y larga cadena de oro con prendedor. Testigos de la boda eran un hermano del novio y una amiga de la novia. Comenzaba así una nueva historia, una nueva familia, una nueva esperanza”.

Según explicó Zeiter, el libro “está pensado para los descendientes de ese matrimonio, constituido hace cien años, y está basado en fuentes documentales diversas, como registros de nacimientos, matrimonios y defunciones de varias parroquias de Argentina, Suiza y Francia; documentos oficiales conservados en el Archivo Provincial; e información genealógica de cuatro familias del cantón Wallis”.

Pero además -acotó- se nutre de los recuerdos de los hijos que todavía viven. Angelita Zurschmitten tuvo el acierto de conservar los libros que Enrique Zurschmitten usó en sus años de aprendizaje, en alemán y en castellano, editados entre 1891 y 1895. Incluso guardó una factura de 1926 de la compra de un automóvil Ford y el carné de conductor de Enrique.

También fueron valiosas -dijo- muchas fotos, cientos de estampitas de difuntos, oraciones a vírgenes y santos, recordatorios de festividades religiosas y ordenaciones sacerdotales, la libreta de familia emitida por el Registro Civil, y una pequeña colección de tarjetas de salutación de los primeros años del siglo pasado, fechadas siempre al comienzo de enero.

Los orígenes

El relato comienza -adelantó- con un breve repaso de la historia del cantón Wallis, la alte Heimat (la vieja patria) de los valesanos afincados en el centro de la provincia y con una reseña de la genealogía de cuatro de estas familias: los Zurschmitten, los Leiggener, los Reiss y los Bosch.

Enrique era hijo de Benjamín Zurschmitten, nacido en el pueblo de Mörel en 1858, y de María Josepha Leiggener, nacida en Ausserberg ese mismo año. Su esposa, María Reiss, era hija de Viktor Reiss, nacido en St. German en 1864 y de Walburga Bosch, nacida en el mismo lugar en 1866.

Los Zurschmitten son una antigua familia, establecida en el Wallis desde comienzos del siglo XV, y que dio varios representantes al clero católico. Benjamín emigró siendo un niño a la Argentina, junto a sus hermanos y sus padres, Franz y María Josepha Eister. Radicados en la colonia San Jerónimo, en febrero de 1868 los sorprendió una gran epidemia de cólera, la que terminó con la vida del padre y de uno de los hermanos de Benjamín.

El apellido Leiggener también es muy antiguo (fue nombrado por primera vez en 1303). En 1865 emigró a Argentina el matrimonio de Johann Joseph Leiggener y Maria Josepha Eberhard con sus hijos, entre ellos María Josepha. Tal como lo atestiguan documentos parroquiales y oficiales, los Leiggener se establecieron originalmente en la colonia Cayastá (que ellos llamaban Caiesta), junto a una familia Eberhard y un joven de apellido Theler.

Esto es, dos años antes de la fundación oficial de la colonia por parte del Conde de Tessieres Bois Bertrand. Allí nació, en octubre de 1865, una nueva hija. Pero ocurrió que Johann Joseph Leiggener fue asesinado por un indígena, tras lo cual su viuda y sus hijos se trasladaron a la colonia San Gerónimo.

Allí, el 2 de mayo de 1881, el padre Enrique Niemann casó a Benjamín Zurschmitten y María Josefa Leiggener. Residieron varios años en la colonia Santa María y luego en Nuevo Torino. En la parroquia de San Jerónimo bautizaron a ocho de sus hijos, entre ellos a Enrique José, nacido el 25 de enero de 1884.

Otras referencias

La primera referencia de la familia Reiss en el Wallis data de principios del siglo IXX, cuando se registró su desplazamiento del pueblo de Embd al de St. German, donde en 1866 nació Niklaus Viktor Reiss. Fue conocido como Viktor, y era hijo de Johann Joseph Niklaus Reiss y Catharina Eyer.

En cuanto a “nuestros” Bosch -precisó Daniel Zeiter-, son originarios de la Alta Saboya francesa, adonde el apellido se escribía Beauge o Bauge. Pero en Argentina se anotó como Bosch. En 1866 nació Walburga, en el pueblo de St. German. Era la tercera hija del matrimonio de Johann Joseph Beauge y Anna María Salzmann.

Viktor Reiss se casó con Walburga Bosch en St. German el 12 de febrero de 1888, tras lo cual ambos emigraron a Argentina. Se radicaron en la colonia Santa María hasta 1896. En la parroquia de San Jerónimo bautizaron a cuatro de sus hijos, entre ellos a María, nacida el 31 de octubre de 1888.

Enrique y María

Según su propio relato -explicó el autor-, Enrique y María se pusieron de novios tras encontrarse en un baile. Luego de un corto noviazgo, el padre Pablo Stratmann los casó el sábado 3 de abril de 1909 en la iglesia de San Jerónimo Norte. Previamente, el jueves 1º de abril, habían cumplido con el requisito del casamiento en el Registro Civil.

No era común -aclaró- que las parejas de esa época se fuesen de viaje de bodas. Lo habitual era hacer una comida después de la ceremonia, con los familiares más directos de los novios. El día siguiente era una jornada normal; era un día de trabajo. Según los testimonios orales que pudimos recoger, la costumbre de la “luna de miel” comenzaría a generalizarse hacia fines de la década del 20, principios de la del 30. En años posteriores se instalaría otra costumbre, la de reunirse los familiares de los novios a tomar chop y comer torta, antes de la ceremonia religiosa.

Enrique y María vivieron en distintos lugares de la zona centro-oeste de la provincia: Nuevo Torino, Garibaldi, Susana y Santa María, hasta que finalmente volvieron a San Jerónimo Norte. En estos lugares fueron naciendo los hijos, de los cuales 14 llegarían a adultos, y 9 formarían sus propios hogares: José María (1910), quien se casó con Matilde Ambord en 1936, y en segundas nupcias con Albertina Julia Welschen, en 1942; Ana (1912), casado con Emilio Welschen en 1946; Pablo (1913), casado con Teresa Imhoff en 1941; Santiago (1914), casado con Teresa Imhoff en 1938; Luis (1916); Gerónimo (1917); Amadeo (1919), casado con Irene Bitschin; Rosa María (1920), casada con Eduardo Ambord en 1945; Miguel (1922); María Enriqueta (1923), casada con Rogelio Amherd en 1950; Ángela Inés (1925); Adelina Irma (1927), casada con Eduardo Argentino Zeiter en 1962; Ernesto Pedro (1929); Juan Julio (1929); Enrique Eduardo (1930), casado con Silveria María Zenclussen en 1959; y Miguel Pedro (1935).

Larga convivencia

Por último, Daniel Zeiter comentó que “hacia 1949, la familia vendió el campo y se trasladó a San Jerónimo Norte, a una amplia casa. Enrique padecía de cataratas, una enfermedad ocular que disminuiría progresivamente su vista hasta dejarlo completamente ciego. Sus hijos recuerdan todavía la imagen de Enrique, sentado al sol en su patio, esforzándose en leer los diarios que le llegaban desde Suiza”.

Y concluyó su síntesis advirtiendo que “tanto Enrique como María llegaron a edad avanzada: 84 y los 88 años, respectivamente. Él falleció en marzo de 1968 y ella en noviembre de 1976. El feliz recuerdo de aquellos casi 60 años de convivencia pervive en sus numerosos descendientes, y será especialmente evocado este año, al cumplirse cien años del comienzo de esta historia familiar”.

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En abril de 1959, el matrimonio celebró sus bodas de oro.

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Tres de los hijos de Enrique y María: Ángela, Juan y Adelina.

A tono con las costumbres de la época, el vestido de la novia era negro, complementado con una sombrilla del mismo tono y una fina y larga cadena de oro con prendedor.

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Uno de los libros que Enrique Zurschmitten usó en sus años de escuela, editado en 1891.

Usos y costumbres

La familia Zurschmitten se dedicó a las labores de campo, principalmente a la explotación del tambo. La rutina diaria comenzaba en la madrugada, con las tareas previas al primer ordeñe del día. Temprano a la tarde, tras una breve siesta, se efectuaba el segundo ordeñe, siempre a mano. La leche se entregaba en tachos, que eran llevados por un carro hasta una cremería cercana.

Además de los vacunos se criaban cerdos, gallinas, pavos, patos y conejos (si bien a estos últimos no los comían). Había una frondosa arboleda, y también muchas plantas de duraznos, naranjas, mandarinas, zapallos, calabazas, y todo tipo de verduras.

Un par de veces al año se organizaban las tradicionales carneadas, junto a alguna familia vecina, de la cual obtenían los típicos salamines, jamones, panceta, y demás embutidos que se consumían normalmente en la cena, junto a una generosa tasa de café con leche.

En la casa también se elaboraba manteca, quesos, y mermeladas de zapallo, durazno y naranja. También solían hacer su propio pan, en un horno de barro ubicado en el patio. Era común la preparación de tortas, y de los conocidos “jrujles”, una fritura típica valesana.

Los domingos a la mañana asistían a misa, en la iglesia de San Jerónimo Norte. Iban en una toldera (una especie de volanta) y, desde 1926, en automóvil. Aunque hablaban en castellano, el idioma de uso diario y familiar era el dialecto valesano, el Wallisertitsch.