Se matan menos novillos

Los números ya no son los mismos

Se matan menos novillos porque el “stock” de ganado ya está entre cuatro y cinco millones de cabezas menos que hace tres años. La demanda interna retrocede entre 10 y 12% por debajo de la registrada en julio-agosto del año pasado.

Ignacio Iriarte

Analista del mercado ganadero

La oferta de novillos se mantiene baja por varios motivos. Ante todo, la seca obligó a vender con un peso menor a lo habitual y buena parte de lo que quedó en el campo está falto de estado. En algunos lugares, como en el NEA, quedarán para ser comercializados el próximo año.

Se matan menos novillos, además, porque el stock de ganado ya es entre cuatro y cinco millones de cabezas más bajo que hace tres años y, por lo tanto, la tasa de extracción de todas las categorías es más baja que antes.

Se han perdido muchas praderas, los verdeos de verano están cumpliendo su ciclo y los verdeos de invierno que se llegaron a sembrar se han quedado a causa de la falta de humedad.

Por último, hay menos novillos, especialmente pesados, porque buena parte de los machos los hemos venido faenando como terneros o novillitos a través del feedlot. Hay menos machos, que se matan más livianos que nunca; hay un incentivo explícito a engordar a corral y faenarlos muy livianos, y hay un castigo explícito al novillo pesado, a través de las limitaciones perpetradas contra la exportación en los últimos tres años.

Se paró la máquina

Hoy, pese a que los precios del pesado se han recuperado, se advierte que en miles de campos se ha desarmado la cadena forrajera que permitía terminar los novillos con más de 440-460 kilos.

Se espera que en 20-30 días exprese su máximo la oferta del feedlot, pero ninguna recuperación de importancia puede esperarse de la oferta pastoril para los próximos meses: la seca ha vuelto a instalarse en buena parte del país, las reservas forrajeras son muy pobres y, con las primeras heladas encima, se advierte que será muy difícil producir gordo fuera de los corrales en los próximos meses.

La demanda interna por carne vacuna ya no es la misma que a mediados del año pasado. Expresada en términos monetarios (o sea, multiplicando las cantidades físicas consumidas por el precio de la carne al público) se ubicaría hoy un 10-12 por ciento por debajo de julio-agosto pasado.

Ha caído el empleo y las horas extras, se cancelan los contratos temporarios y hay menos trabajo y changas para los trabajadores informales; ha caído asimismo el ingreso disponible de las familias, acotado en los últimos meses por los aumentos registrados en muchos servicios públicos, el transporte, las prepagas, colegios, alquileres, cuotas de préstamos hipotecarios, entre otros. Además, el endeudamiento a través de las tarjetas de crédito estaría hoy en el nivel más alto desde el 2001.

Todos estos aumentos, que en la práctica y en el corto plazo las familias o los consumidores no pueden evitar, reducen el ingreso remanente para gastar en alimentos, cuyas ventas (por ejemplo los lácteos) ya acusan una caída en los últimos meses.