La inseguridad también golpea a los dispensarios

Médicos y pacientes de los centros

de salud sufren robos y amenazas

Quienes asisten de madrugada para sacar turnos y el personal que entra a trabajar muy temprano son víctimas de asaltos. Algunos profesionales de la salud fueron amenazados por los propios pacientes.

De la redacción de El Litoral

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La inseguridad no discrimina y afecta a todos. Incluso a la gente humilde que tiene que concurrir a un centro de salud para recibir leche en polvo o medicamentos, porque no tiene los recursos económicos para comprarlos. Pero también los médicos, enfermeros, asistentes sociales -y demás personas que trabajan en los dispensarios- sufren situaciones que ponen en peligro su integridad.

“Pasan cosas dentro y fuera del centro de salud. Lo más lamentable es que antes se respetaba al centro, pero ahora te roban hasta acá adentro”, aseguró Ana, enfermera de Barranquitas Oeste.

Robos y agresiones

Hace unas semanas, a dos médicas les robaron la billetera -con sus documentos, tarjetas y dinero- dentro del consultorio del dispensario de Barranquitas Oeste. Pero los hechos de inseguridad no se reducen sólo a hurtos, sino que además, los profesionales de la salud sufrieron amenazas verbales por parte de los padres que llevan a sus hijos para ser atendidos. Y como si esto fuera poco, también sus autos fueron dañados.

“Todos son excelentes médicos”, aseguró la enfermera, sin entender el motivo de las agresiones. “La semana pasada, la mamá de una chiquita la agredió verbalmente a la médica pediatra. No es la primera vez: ya la habían agredido y le habían rayado el auto que estaba en la puerta. Al otro pediatra le rompieron los vidrios del auto; a la doctora le robaron la billetera del consultorio y a la ginecóloga también; el visitador social también sufrió un episodio cuando venía para acá (al dispensario)”, detalló Ana.

Camino al trabajo

Marisa, empleada del centro de salud de Yapeyú, contó que hasta el año pasado iba caminando al trabajo, ya que vive a 7 cuadras. Pero una mañana, minutos antes de las 6, la interceptaron dos jóvenes. “Me pedían el celular, pero como no tenía, me empezaron a pegar puñetazos”, recordó.

A raíz de ese hecho, la doctora que estaba a cargo del centro decidió pasar los turnos a la tarde. Sin embargo, los vecinos se quejaron por el cambio de horario. “Que a esa hora los chicos van a la escuela, que hace mucho calor, que tienen que preparar la comida... pusieron muchas quejas y por eso los turnos volvieron a la mañana”, explicó la empleada.

Marisa ya no va al trabajo caminando, sino que se toma el colectivo por sólo 7 cuadras. De todas formas, aseguró que no se baja donde podría hacerlo porque “en Chaco y 12 de Octubre hay un grupo de chicos que se droga”. Por miedo, se baja en otra parada. Viajar en colectivo le da un poco más de seguridad, pero la cuadra que tiene que caminar sigue siendo “una boca de lobo”.

La doctora Sandra Botteri recordó que a un compañero lo apuntaron y amenazaron para sacarle el celular. Es por esto, que, junto a los vecinos, reclaman más iluminación y una guardia policial a partir de las 5 de la mañana, que es cuando más gente asiste al centro de salud.

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Un grupo de vecinos que asiste a menudo al centro de salud de Yapeyú demostró su preocupación por los reiterados asaltos que se producen en la zona.

Foto: Néstor Gallegos.

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Hacer cola, un peligro

En Yapeyú, quienes hacen cola desde la madrugada para sacar turno en el dispensario también fueron víctimas de hurtos. “Venimos muy temprano, a las 4 de la mañana, para tener un turno y vienen estos pibes que te sacan todo: desde el celular hasta las zapatillas”, se quejó Clotilde, que vive enfrente del centro de salud y, a diario, ve cómo asaltan a las personas que esperan en la fila o en la parada del colectivo.

“Nadie quiere dar la cara porque tienen miedo”, aseguró, a modo de justificativo, porque consideró que eran pocos los que se acercaron a hablar con El Litoral, en comparación con la cantidad de personas que sufren cotidianamente hechos violentos.

“Acá pasa de todo: se roban los carteles, rompen los faroles y los semáforos con las gomeras. Robaron la Virgen que teníamos, nada más que para romperla. Hacen daño, cortan los alambrados y se roban las rejillas. ¡Ya intentaron tres veces prender fuego el centro de salud!”, detalló Clotilde, llena de impotencia. Antonio y Rosita asintieron con la cabeza a cada una de sus palabras; los empleados y profesionales del dispensario también.