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Dos experiencias familiares en turismo rural santafesino

Vistas de las instalaciones de la fábrica y Museo Interactivo del Queso. Foto: Cristina Galetti.

Dos experiencias familiares en turismo rural santafesino

Colonia Médici y La Constancia son dos casos particulares dentro de lo que es Arquitectura rural, historia, patrimonio y turismo. La cuarta entrega de esta serie de notas tiene como perfil el agroturismo.TEXTOS. CRISTINA S. GALETTI.

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Ex Almacén de Ramos Generales de Colonia Médici. Foto: Cristina Galetti.

Quebrando la cronología que, hasta ahora, hemos respetado en las notas precedentes sobre la ocupación y construcción del espacio rural en la provincia de Santa Fe y, teniendo en cuenta la apuesta que vienen realizando muchas familias de aquellos pioneros que poblaron la agreste fisonomía de la “pampa gringa”, en esta nota se presentan dos emprendimientos familiares que, sin abandonar el factor económico-productivo que les dio origen, apuestan a una nueva actividad que les aporta un valor agregado a la original: el agroturismo.

Colonia Médici, dpto. Iriondo

La colonia se encuentra ubicada en el sur de la provincia de Santa Fe, más precisamente en el departamento Iriondo y próxima a las ciudades de Totoras y Cañada de Gómez. Su historia comenzó a gestarse allá por 1890, a partir de la llegada a nuestro país de Angel Médici. Provenía de Mendricio, una pequeña aldea del cantón suizo del Ticino, en la frontera con Italia.

A su llegada, se inició como empleado de un comercio rural. Hacia 1899, en sociedad con José Tartaletti, creó un negocio de campo en el departamento Iriondo, en el cruce de caminos entre las colonias Santa Isabel, tierras de propiedad de los herederos de Tomás Armstrong;La Germania, campos de Federico Nordenholz; La Unión, que fuera, originalmente, de propiedad de José y Benito Freyre y con posterioridad de José M. Cequeira y Valentín Celada; y La Hansa, de la familia Tietjen.

Ángel dio por nombre a este asentamiento “La Suiza”, honrando al país natal, sin embargo, y debido a la importancia que cobró rápidamente su emprendimiento, se lo conoció como “Colonia Médici”.

Con el paso del tiempo, el negocio de ramos generales cobró gran importancia para todos los colonos que habitaban la región y se abastecían en él.

Gracias a la buena marcha de su comercio, logró adquirir algunos campos que formaban parte de las Colonias Germania y Santa Isabel. Hacia 1910, adquiere tierras a Petrona Farías de Cequeira, viuda de José María Cequeira, ampliando de esta manera el patrimonio territorial de la colonia.

Hacia 1927, vecinos del lugar, solicitaron al gobierno provincial la creación de una Comisión de Fomento, pedido que recién se resolvió, favorablemente, el 25 de setiembre de 1951, mediante Ley Nº 4095. La colonia por fin se convertía en pueblo. Sin embargo, tres años después, mezquindades político-económicas de las jurisdicciones que resultaran afectadas por la creación del nuevo pueblo, lograron que, el 9 de diciembre de 1954, se derogara esa ley.

En la actualidad, la colonia está inserta en territorios jurisdiccionales de los pueblos de Clason y Bustinza y de la ciudad de Totoras, dependiendo del lugar de emplazamiento de sus edificios.

De la fábrica al Museo Interactivo del Queso

El 16 de setiembre de 1947, Ángel Médici pone en marcha una fábrica de quesos a la que denominó “La Marta”. En sus inicios trabajaban en ella alrededor de 50 personas, que vivían allí junto a sus familias. Por entonces, la colonia tenía una población de alrededor de 120 habitantes.

A partir de la década de 1970, comienza un proceso de éxodo masivo del campo a la ciudad en busca de mejores condiciones educativas y laborales, y este asentamiento no fue la excepción.

En el año 2001 se disuelve la empresa familiar, y cada uno de los nietos y bisnietos de Ángel Médici optan por caminos diferentes. Juan Médici, su esposa Graciela y sus hijos decidieron darle valor a las “ruinas” que dejó la emigración rural y llevar adelante una empresa agropecuaria diversificada, con valor agregado y proyección social. Sin abandonar las actividades productivas originales; agricultura, ganadería, lechería y fábrica de productos lácteos; suma el turismo rural a partir de 2004, y el turismo educativo a partir de 2007.

Para lograr sus objetivos cuenta con el asesoramiento de un equipo multidisciplinar de profesionales. Es así que, luego de reciclar los antiguos espacios de la colonia, han generado un sector de servicios turísticos y para realización de eventos sociales y empresariales y, en 2007, en el sector de la fábrica, además de la producción de quesos, se ha desarrollado un Museo Interactivo del Queso destinado, fundamentalmente, a ejercer una función educativa para los visitantes de todas las edades.

La Constancia, dpto. Gral. López

El 15 de enero de 1912 llega, procedente de Santa Teresa, el matrimonio conformado por Antonio F. Gallo y Constancia Miretto junto a su pequeño hijo Antonio Mariano. Fundando el establecimiento el 15 de febrero siguiente, aunque instalándose en forma precaria, en el galpón que, hoy, se ha constituido en el Museo de la Explotación.

En 1913 construyen la casa familiar que, desde el punto de vista arquitectónico, responde a los cánones de la arquitectura italianizante, propia de los inmigrantes de ese origen.

A partir de 1919, esta familia piamontesa, fiel a las costumbres ancestrales, incorpora al establecimiento la cría de cerdos, generando una explotación mixta.

A partir del 25 de abril de 1945, inicia sus actividades como cabaña criadora de Hampshire Down con la compra de quince borregas de la Cabaña “La Granja” en la Sociedad Rural de Venado Tuerto y, luego, de la misma procedencia, un borrego puro de origen. En 1951, con la liquidación de la cabaña “San Patricio”, se compran ovejas planteleras y se inicia la crianza de animales registrados en la Sociedad Rural Argentina. Desde entonces nace el prefijo “gallito”, participando con sus animales en exposiciones nacionales en donde han logrado los mayores premios, debido a la constante incorporación de reproductores de la mejor calidad.

Una apuesta al agroturismo

En la actualidad, el matrimonio conformado por Alicia Pfleiderer y Roberto Gallo, junto a sus hijos, se han hecho cargo del manejo de La Constancia, llamada así en honor a la abuela, esposa del primer Antonio Gallo que pisó estas tierras.

Como familia se dedican, además de las actividades rurales específicas, al agroturismo, “pensamos que no existe el desarrollo del país sin el desarrollo de sus áreas rurales”, manifiestan desde su página web, y agregan que han integrado la posibilidad de atender al turismo electivo y selectivo, nacional e internacional.

“Nuestra experiencia nos ha demostrado que el turismo rural no pide la infraestructura del gran hotel. Sólo pide que el sitio elegido sea tranquilo y natural, porque a quien nos visita no le importa caminar con el barro hasta las rodillas. En realidad, desea hacerlo, buscando ese mágico y a la vez añorado, contacto con la naturaleza”. Entre las actividades que ofrecen se encuentra, también, la carneada que se ha descripto antes.

En el establecimiento han hospedado a visitantes de distintas provincias argentinas y de varios países del mundo, muchas de ellas llegadas a través de los más importantes semilleros con sede en la zona. Dicen los Gallo que cada uno de sus visitantes los ha marcado, ya que esas personas les permiten “plasmar por algunas horas el sueño de una gran familia”.

Fuentes:

Testimonios orales de las familia Médici y Gallo

www.colonia-medici.com.ar

www.establecimientolaconstancia.com

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Antiguas viviendas del personal, refuncionalizadas para el alojamiento de visitantes.

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Antiguas máquinas de la fábrica.

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Vistas parciales de los salones para eventos.

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Capilla María Auxiliadora en Colonia Médici. Foto: Cristina Galetti.

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mostrador del bar “don angel”.

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Casa principal bajo la sombra de añosos ejemplares. Foto: Susana Brutti.

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Galpón Museo del establecimiento La Constancia. Foto: Susana Brutti.

La vida en la pampa húmeda

A partir de 1919, el matrimonio Gallo-Miretto incorpora a La Constancia la cría de cerdos, generando una explotación mixta. Para hacer más llevadera la vida en la inmensidad de la pampa húmeda, las reuniones entre vecinos y amigos eran primordiales. Es así que, casi desde sus inicios, las fiesta de las carneadas y de las yerras, convocaban a amigos, vecinos y parientes, transformándose, en la época indicada, en “eventos rotativos”, es decir que las familias se reunían semana a semana en los campos de la vecindad para colaborar mutuamente en la realización de las facturas de cerdo, combinando así una práctica que permitía conservar la carne con un hecho social. En estas fiestas se materializaban las recetas familiares que, aún hoy, se siguen realizando, para no perder las tradiciones. Son ahora las jóvenes generaciones quienes, con la atenta mirada de los mayores, llevan adelante el trabajo. Hace ya algún tiempo fui invitada a participar de una de estas reuniones, allí pude observar, a pleno, como se va transmitiendo, generación a generación, esta práctica, desde los más pequeños hasta los abuelos trabajan de manera coordinada y con diferentes grados de responsabilidad en el proceso. Una tarea casi reservada a los hombres de la familia aunque, en los últimos tiempos le han dado cabida a algunas de las mujeres de la familia.

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Ejemplares de Hampshire Down de La Constancia. Foto: Susana Brutti.