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“El flamenco es mi esencia”

Dice que comenzó a bailar “casi por error”. Sin embargo, hoy Juan Pablo Ramírez luce su pasión flamenca sobre los más diversos escenarios. TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTO. PABLO AGUIRRE.

Como si la vida fuese un escenario, Juan Pablo Ramírez se expresa con palabras acompasando el ritmo de la dicción con movimientos de su cuerpo. “Nunca fabrico personajes, en todo momento soy el mismo”, advierte el joven bailaor santafesino, radicado en Buenos Aires.

La pasión con la que enarbola sus oraciones, es la misma con la que cautivó a los 600 espectadores que se dieron cita hace pocos días en el Parador Guadalupe, en el marco del ciclo “Flamenco en la playa y música popular”. La siesta siguiente fue el marco para el encuentro, las reflexiones, los sinceramientos.

RETROSPECTIVA

- ¿Cómo nació esta pasión por el flamenco?

- De la mano de Marta Bernazano. Fue mi primera profesora y la considero un gran referente. La historia de cómo llegué a sus clases es bastante curiosa. Fue en 1996, cuando tenía 17 años, casi por error. Iba a empezar clases de tango y terminé, por desencontrarme con una amiga, tomando clases de flamenco en el taller de Marta. Desde ese día, jamás me desligué de él.

- ¿Y la decisión de dedicarte a full?

-Fue un año después. Motivado por lo pasional, decidí volcar mis energías a perfeccionar la técnica. Comencé a incursionar en otros géneros, para complementar mis conocimientos. Empecé por danza clásica en el Liceo Municipal, luego estudié contemporánea y jazz. Ahora, el tango. Pero no pierdo el eje, el flamenco es mi esencia.

- ¿Indagaste en la idiosincrasia del flamenco?

- Desde que comencé. La estética del flamenco es indisociable de su faceta cultural. En parte, es lo que realmente enamora del arte andaluz: lo cautivante del misticismo.

Las artes populares necesitan que quien las interpreta sepa canalizar su pasión más profunda; si no, jamás llegará a conmover las fibras íntimas de quien lo esté observando.

EL DUENDE ANDALUZ

- Describite como bailaor.

- Expresivo: busco destacar la faceta dramática en mis interpretaciones. El flamenco tiene una gran cuota de dramatismo en sus fundamentos.

-¿Cómo es eso?

-Nació a partir de los lamentos, la ausencia, la nostalgia.

-Como el tango.

-Exacto. Tienen un punto de encuentro muy poderoso. Este terreno es por demás interesante y, justamente, en la actualidad lo estoy explorando para crear una obra.

-¿Y cómo se expresa esto?

-Todo sucede al pisar el escenario. Es una suerte de templo que nos sumerge en un estado de máxima sensibilidad, lo que permite entablar la comunión con el público. El flamenco es nuestra manera de hacer catarsis. Es preciso hacer una introspección y comenzar a explorar lugares íntimos del ser, movilizar sentimientos intensos y profundos. Es la única manera para transmitir a la gente el mensaje de la música.

DE AQUÍ Y DE ALLÁ

-¿Por qué a Buenos Aires?

-Me fui a probar suerte entre el 2003 y 2004. Entonces bailaba en “Luna Gitana”, dirigido por Marta Bernazano. Cuando se diluyó, me quedé un tiempo trabajando con Marta, haciendo espectáculos de tablao. Luego surgió la posibilidad de irme y ella me impulsó.

-¿Con qué te encontraste?

-El panorama es diferente al santafesino; nuestra concepción es más teatral. Allá el flamenco se representa en los tablaos: un espacio en el que hay gastronomía típica española y un escenario en el que convergen músicos, bailaores y cantaores. Allá reina la improvisación, acá la dramatización. Lo interesante es el complemento artístico que genera trabajar en ambas lógicas.

-¿Y ahora?

-Aunque actúo de vez en cuando, me abrí de los tablaos. Me he inclinado a explorar espectros argumentales, a construir puestas en escena con un despliegue conceptual. Además, estoy trabajando en un centro cultural de San Telmo: actúo y doy clases de flamenco y baile.

-¿Proyectos?

-Me estoy acercando al tango a través de un proyecto en el cual la idea es lograr que el tango y el flamenco conversen y arriben, naturalmente, a un punto de encuentro.

No trato de forzar una fusión, sino algo más complejo: en la obra, que se llama “Alma herida”, habrá un bailarín de tango, un bailaor de flamenco, un actor y una cantante; la idea es que sea una historia en la que los bailarines y la cantante interpreten los sentimientos que experimenta el actor que está en escena.

PERSPECTIVAS para el futuro

- ¿Cómo está el “duende andaluz” en Santa Fe?

- Creció y se expandió. Hay muchos grupos y profesores que trabajan en ideas particulares, en interpretaciones propias del flamenco. Lo importante es la movida que han generado.

- ¿Y el público?

- Los santafesinos son muy intensos con el flamenco. Son exigentes y necesitan que los artistas los emocionemos, los hagamos vibrar. Hay poca gente a la que no le gusta este arte. Captan la emoción que conlleva este arte y eso los moviliza, los traspasa. Lo interesante es que suelen quedan con un gusto muy placentero y eso nos hace bien a todos.

ELIPSIS VITAL

- ¿Cómo vivís tus regresos a Santa Fe?

- Me generan un profundo placer. Bailar acá potencia la pasión que siento al subir a las tablas. Es mi manera de compartir las experiencias, desde el escenario, con los que me incentivaron a dedicarme a esta vocación.

- En tu última actuación, terminaste con “Volver”.

- Fue una forma de expresar lo que me genera volver. Además, me gusta el estilo de Martirio, la cantaora que versionó en bulería flamenca este tango. Creo que siempre se vuelve, física o espiritualmente, al lugar donde uno comenzó su historia. Se puede volver con la frente marchita, o satisfecho por el camino recorrido. En mi caso, feliz por lo que he desandado. No hay que olvidar los orígenes.