Cantar y volar por encima de las nubes

Nidya Mondino de Forni

No faltan por cierto en Apulia, región del sur de la Italia peninsular, hombres que a través del tiempo la honran por haber nacido allí. Entre los cantautores que la convirtieron en fuente permanente de inspiración, llevados por la fascinación de su paisaje, se encuentra Domenico Modugno, familiarmente “Mimmo”. Nacido en 1928 en un pueblito costero, cercano a Bari, llamado Polignano a Mare, justo al lado del mar, de ese mar que amó tanto y del que no se apartó ni en el final de su vida. Mimmo se inició en la música como medio para sobrevivir en un hogar muy humilde. Eran cuatro hermanos. A los quince años compuso su primera canción, siendo la guitarra y el acordeón sus instrumentos preferidos. Instrumentos mediterráneos acordes con las canciones que compuso. Por monedas cantaba, hacía acrobacias o se arrojaba al mar desde gran altura, entreteniendo primero a los turistas y luego a los soldados que combatían en la Segunda Guerra Mundial. Compuso baladas escritas en dialecto siciliano y de la Apulia en sus inicios. Como consecuencia de ello es entre sus paesani del Tallone d’Italia donde encuentra sus primeros grandes admiradores.

Era una fuerza de la naturaleza que se expresaba en una lengua que interpretaba el sentir de esos corazones. Cuando terminó el conflicto mundial se trasladó a Roma, iniciando sus estudios de actuación que pagaba con lo que obtenía cantando (todavía en siciliano) en locales nocturnos o directamente en la calle.

Admitido en la Escuela Cinematográfica Experimental conoció a Vittorio De Sica que lo ayudó en sus comienzos. Una de sus compañeras de curso fue Sofía Loren. Participó luego en películas, en alguna de ellas junto a su esposa la actriz siciliana Franca Gandolfi, con la que tuvo tres hijos. Los unía además del amor, la pasión que sentían por el sur de Italia, siempre presente en sus vidas.

Inolvidables fueron sus interpretaciones de “Cyrano de Bergerac”, “Scaramouche”, “Don Giovanni in Sicilia”... Habiendo tocado todos los campos artísticos e interesado en ayudar a los más desfavorecidos, tratando de disminuir las diferencias entre el sur y el norte, se acercó a la política. Fue electo diputado. En tanto seguía componiendo para el teatro, el cine y la televisión, actuaba y no paraba de trabajar. El susto le llegó cuando, ensayando un show televisivo sufrió una grave trombosis cerebral que le dejó mermada el habla y la movilidad. Mas no interrumpió su canto, aparecía en los escenarios a veces en silla de ruedas.

De la interminable lista de sus canciones recordemos la que lo lanzó a la fama: “Nel blu dipinto di blu” (Volare). Ganadora de la Octava Edición del Festival de la Canción de San Remo (1958) y compuesta con la colaboración de Franco Migliacci. De allí nació el mito de “Mister Volare”, considerada además, por algunos, Segundo Himno de Italia.

La letra se refiere al sueño de un enamorado que impulsado por el viento y por el encanto de unos ojos azules comienza a volar y a cantar... Mientras el mundo lejano desaparecía comenzaba a sonar una música angelical...

Su estribillo es un clásico del siglo XX

Volare... oh, oh!.../ Cantare... oh, oh, oh, oh! / nel blu dipinto di blu,/ felice di stare lassú./ E volavo, volavo felice/ piú in alto del sole ed/ ancora piú su,/ mentre il mondo pian piano/ apariva lontano laggiú,/ una musica dolce suonava/ soltando per me.../ Volare... oh, oh!...

Un día de verano de 1994, mientras descansaba en su casa de la paradisíaca isla de Lampedusa, escuchando como siempre la voz del mar, víctima de un ataque cardíaco, Domenico Modugno nos dejó, mas no del todo, nos quedan sus canciones:

Ciao, ciao, bambina, un bacio ancora/ e poi per sempre ti perderó... / Come prima piú di prima t’ameró/ per la vita la mia vita ti daró.../ La lontananza sai é come il vento/ che fa dimenticare chi non s’ama...

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“Mr. Volare” comenzaron a llamar a Domenico Modugno, tras el éxito de su canción “Nel blu dipinto di blu”, que algunos consideran una suerte de segundo himno italiano.