Decisión no deseada, pero esperada

Colgó la raqueta y la galera

El tenista venadense Guillermo Coria anunció ayer el abandono oficial de la actividad profesional. Así, pone punto final a la triste historia de un jugador que no estuvo lejos de ser número 1 del mundo.

Redacción El Litoral

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“No tenía ganas de competir y por eso tomé la decisión de no volver a jugar”. Esas fueron las palabras más resonantes, las de mayor peso que ofreció ayer Guillermo Coria en una entrevista en una radio de Capital Federal.

De esta manera, concretó una idea que venía paseando por su cabeza y por la de cualquier allegado al tenis, al ver que le costaba terriblemente reinsertarse en el más alto nivel mundial de este deporte, del cual fue principal animador durante mucho tiempo.

“Lo venía pensando hace varios meses. Ya en Tailandia me di cuenta de que me costaba viajar y no sólo era el saque”, confesó Coria, que jugó su último partido el 16 de marzo de 2009 frente al israelí Harel Levy, quien lo derrotó en la primera ronda del Challenger de Bangkok por 6-3 y 6-2.

Más y menos

Guillermo Coria fue un grande entre los mejores. Ganó su primer partido en el ATP Tour el 2 de mayo de 2000 en Mallorca. En febrero de 2001 ganó su primer título del máximo circuito, en Viña del Mar, luego de derrotar a Gastón Gaudio en la final. No es casualidad que estos dos hitos de su carrera hayan ocurrido sobre canchas de polvo de ladrillo.

En 2003, comenzó a imponer condiciones sobre esa superficie. Esa temporada redondeó una marca de 38-5, con 4 consagraciones. Un año después, sumó 22 triunfos contra 2 derrotas, con aquella en Roland Garros ante Gaudio incluida. En 2005 logró un récord de 30-6.

Su derrota ante Roger Federer en la final del Masters Series de Hamburgo 2004 cortó una racha de 31 festejos consecutivos sobre esa superficie, algo sólo superado por Guillermo Vilas y Rafael Nadal.

El 3 de mayo de 2004 alcanzó la tercera colocación en el escalafón mundial, puesto que mantuvo durante 16 semanas. El 19 de mayo de 2003 apareció como número 7 del ranking, por primera vez como top ten, situación que sostuvo casi por dos años de manera ininterrumpida, hasta que el 25 de abril figuró 11. Sin embargo pudo volver a meterse en el lote de lujo del tenis mundial por varias semanas más, hasta que el 8 de mayo de 2006 salió para nunca más volver.

Su opinión

Guillermo Coria jugó una innumerable cantidad de partidos de altísimo nivel, fundamentalmente sobre tierra batida. Sin embargo, de acuerdo con sus propias afirmaciones, los dos mejores partidos de su carrera fueron ante dos monstruos de la historia del deporte blanco.

“La final de Roma 2005 ante Rafael Nadal (perdió en el tie break del quinto set tras cinco horas y 14 minutos de juego) y la semifinal de Roland Garros 2003 con André Agassi (le ganó en cuatro capítulos) fueron mis dos mejores partidos en el circuito”, enumeró.

En 8 años de carrera, el oriundo de Rufino cosechó nueve títulos (ocho sobre polvo de ladrillo y el restante en carpeta), perdió once finales, ganó 5.915.620 dólares y sumó a lo largo de su carrera 218 triunfos y 114 derrotas.

Todo comenzó...

“En 2005 ya venía con pocas ganas de competir. Fueron tres años en el que las cosas no me salieron como quería. La pasión ya no era la misma y así es imposible hacer las cosas bien. En este deporte hay que estar al cien por ciento” concluyó el “Mago”, que en las últimas tres temporadas disputó 14 torneos y obtuvo tan sólo tres victorias.

Coria también sufrió otros reveses en su carrera deportiva, como un control positivo de doping por nandrolona sufrido en el torneo Conde de Godó de Barcelona, en abril de 2001. A raíz de ello, estuvo suspendido por siete meses, luego de prosperar una apelación ante la Federación Internacional de Tenis (FIT) que en principio le había aplicado dos años.

El 18 de junio de 2007 inició un juicio contra la empresa Universal Nutrition, que le suministró el medicamento con el que registró el doping positivo, para demandarla por 10 millones de dólares. Llegó a un arreglo judicial al día siguiente.

El adiós de Coria no es más que la concreción de algo que venía decantando por su propio peso. Sin embargo, no deja de ser triste. No sólo para él, que había hecho del tenis su forma de vida, sino para los argentinos, que hace ya tiempo perdieron a uno de los mejores exponentes mundiales de la raqueta, y tal vez el único de la gran camada nacional de 2000 que por personalidad pudo haber aspirado a ser número 1 del mundo.

Colgó la raqueta y la galera

Con El Litoral. La foto fue tomada en la casa de Miguel Del Sel, el día que Guillermo vino a nuestra ciudad a jugar con Maradona en el Showbol, hace un año y medio. En ese momento todavía abrigaba esperanzas.

Foto: Luis Cetraro.

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ADEMÁS

Para destacar

Guillermo Coria viene de una familia apasionada por el tenis. Sus padres lo llamaron así por Guillermo Vilas, el mejor jugador argentino de este deporte en la historia mundial. A continuación, algunos datos del ex jugador.

Nació el 13 de enero de 1982 en la ciudad de Rufino, provincia de Santa Fe. Posee 9 títulos profesionales: (Viña del Mar 2001; MS Hamburgo, Stuttgart, Kitzbühel, Sopot y Basilea 2003; Buenos Aires y MS Montecarlo 2004; Umag 2005.

La mejor posición que alcanzó en el ranking mundial fue el tercer puesto, en mayo de 2004 (sólo superado por Guillermo Vilas e igualado por David Nalbandian).

Algunos de sus mejores triunfos: Andre Agassi, en Roland Garros 2003 y en MS Roma 2005; Marat Safin, en MS Montecarlo 2004; David Nalbandian, en MS Montecarlo 2004; Novak Djokovic, en MS Miami 2006; Gustavo Kuerten, en Sopot 2005; Carlos Moyá, en MS Montecarlo 2003; Tim Henman, en Roland Garros 2004; Rainer Schuettler, en MS Montecarlo 2004; Juan Carlos Ferrero, en Australian Open 2005; Thomas Johansson, en Beijing 2005.

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análisis

Los extremos

Alejandro Galetto

La decisión de abandonar definitivamente la actividad profesional que tomó Guillermo Coria no deja de ser un golpe duro para el tenis argentino, por más que el tenis argentino lo haya perdido hace ya tres temporadas.

Coria fue durante mucho tiempo el mejor jugador de nuestras tierras, inclusive siendo coetáneo de David Nalbandian. De hecho, el historial entre ellos así lo esgrimía, ya que en sus mejores épocas el santafesino estaba 3-0 en enfrentamientos personales, incluido un choque en épocas de Challengers.

Muchos jugadores del mundo odiaban tener que enfrentar al venadense, fundamentalmente cuando debían hacerlo sobre polvo de ladrillo. “Cuando entrás a jugar con Coria, sabés que si le querés ganar tenés que estar 4 horas en cancha”, contó una vez el santafesino Enzo Artoni que le dijeron varios tenistas del circuito mundial.

No hay dudas de que el “Mago” estaba llamado a ser un grande de la historia mundial de este deporte, por su forma de jugar y por su personalidad. Pero esa misma personalidad tan avasallante tenía su correlato negativo, y es sabido que los extremos nunca son buenos.

Coria tenía un extremo positivo (a los efectos) que hacía que ingresara a la cancha sintiéndose el mejor, y lo refrendaba raqueta en mano. Pero eso que tanto le sirvió para llegar a ser quien fue, le jugó en contra cuando las cosas no le salieron.

El venadense aclaró que le pasó algo muy fuerte que contará recién cuando publique su autobiografía. Sin embargo, es probable que no haya nada externo en esta estrepitosa caída de quien, sin lugar a dudas, pudo llegar a ser número 1 del planeta.

Al “Mago” le empezaron a jugar en contra las derrotas inesperadas y la aparición de un monstruo como Rafael Nadal, y ahí tal vez comenzó a rondar en su cabeza la idea de que nunca podría llegar a la cima de este deporte, algo que anhelaba más que nada. Y tal vez allí comenzó también a perder ganas, objetivos y motivaciones. Sin ellos, el tenis se vuelve realmente un sinsentido, mucho más en ese nivel “estratosférico”.

Es una pena que la carrera de Guillermo Coria se cierre de esta manera, a una edad tan temprana. Tuvo todo para ser el mejor. Personalidad avasallante, juego, talento, inteligencia. Pero le faltó algo que, tal vez, sea lo más importante: equilibrio en los momentos complicados. Porque en este deporte, sin equilibrio anímico, no hay manera de rendir.

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