Mesa de café

En el mismo barro

Erdosain

Abel está enojado. Considera que las declaraciones de Reutemann son inaceptables: —No puede decir, sin que se le mueva un pelo, que hay brigadas hitlerianas de periodistas financiados por el gobierno de la provincia...

—Mejor dicho- digo- puede decirlo, siempre y cuando dé nombres. Si no estamos en lo de siempre: “Vi algo que no me gustó...” y hasta el día de la fecha no sabemos qué es lo que no le gustó.

Marcial, que acaba de llegar, luego de pedirle a Quito que le sirva el té, interviene a favor de Reutemann: —En realidad el que empezó a tirar tierra fue Binner, con el agravante de que el embarrador en este caso es el gobernador de la provincia.

—Una cosa es el debate político y otra la infamia o la mentira -dice Abel-. La inundación en Santa Fe y la represión en Rosario existieron, pero de las brigadas hitlerianas no tengo noticias.

—Yo creo que es una vergüenza -dice Marcial- que un gobernador se haga cómplice de los delirios de grupúsculos de marginales y ultraizquierdistas. Los efectos de la inundación fueron reparados, hubo indemnizaciones y los responsables de las muertes en Rosario están procesados o entre rejas. Digamos que no es digno de un gobernador meterse en un chiquero y empezar a salpicar con basura a los cuatro costados.

—Los que están presos son los perejiles. A los verdaderos responsables jamás se los molestó -observa Abel.

—Yo defiendo el principio de que en una elección los candidatos deben discutir, digo.

—Estoy de acuerdo -responde Marcial-, pero que sea una discusión con nivel, no un chiquero.

—Y ¿vos crees que Reutemann está en condiciones de sostener un debate académico? -pregunto.

—No tiene ni más ni menos condiciones que las que tenía Binner a la hora de polemizar con Bielsa, polémica que el Mormón rehuyó porque sabía que no tenía ni para empezar -puntualiza Marcial.

—A mí me parece que esto ocurre porque Reutemann y Binner son parecidos -acota José.

—Los dos son suizos alemanes -observa Marcial con una sonrisa.

—No me refiero a eso -contesta José- me refiero a sus decisiones políticas. Son el statu quo. Son más de lo mismo.

—¿Y lo diferente es Rossi, tu candidato? -le pregunta Abel.

—Es el genuino candidato del peronismo. Decir que Reutemann es peronista es un chiste. Es más, si muchos antiperonistas lo votan es porque saben muy bien que Reutemann es tan peronista como Tinelli crítico de arte barroco.

—Yo creo que detrás de Reutemann se acomoda todo el peronismo, por lo menos el mayoritario -apunta Marcial-. Después venimos nosotros, los que nunca vamos a ser peronistas pero al Lole lo votamos. El peronismo de la justicia social, el de la lucha, el peronismo de Perón y Evita, lo va a votar a Rossi.

—Mejor dicho, lo va a votar a Kirchner -corrige Marcial.

—Ahora bien -dice Abel-, yo pregunto: ¿qué se vota en estas elecciones? Porque los oigo hablar y me da la impresión de que se está jugando la presidencia de la Nación y no bancas de legisladores.

—No te equivoques -replica Marcial con tono enigmático-; tal vez se está jugando en estas elecciones la presidencia de la Nación.

—Si Binner gobierna bien la provincia, será el candidato puesto por la oposición en el 2011 -observo.

—Y si el Lole gana el 28 de junio, todo el poskirchnerismo se acomodará detrás de su figura.

-No comparto -concluye José.