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La Casa de Carlos Gardel, hoy convertida en un museo dependiente del Gobierno de la Ciudad DE BUENOS AIRES.

Una casa con alma de tango

La vieja casona que Gardel compró para su madre lo recuerda en el corazón del Abasto. Un reducto que apasiona a tangueros y disfrutan todos los visitantes. TEXTOS. GRACIELA DANERI. FOTOS. FREDDY HEER.

En la calle Jean Jaurès al 700, en el corazón mismo del porteñísimo barrio del Abasto, está la que se conoce como La Casa de Carlos Gardel, hoy convertida en un museo dependiente del Gobierno de la Ciudad y, por supuesto, consagrado a exaltar la memoria del siempre vigente Zorzal Criollo. Debidamente reacondicionada, es una típica vivienda de los años veinte, con zaguán, recibidor, escritorio, seguidos por un patio y demás dependencias.

En su interior queda en evidencia la privacidad del inmueble en sí, porque no era costumbre en aquellos tiempos que muchas personas ingresasen más allá de los espacios destinados a acoger a las visitas. Al menos, esa es la sensación y las vivencias obtenidas cuando hoy se recorre la finca.

Conocida oficialmente como Museo Casa Carlos Gardel, “se entiende así cómo estaban delimitadas las funciones de cada habitación de una casa representativa de la década del veinte”, nos comenta el director de ese espacio, Lic. Horacio Torres, mientras nos acompaña en la recorrida. “Reconstituimos lo que originariamente era una casa chorizo, con cinco habitaciones, pero de las cuales se hizo una grande para poder desarrollar actividades, como los talleres que aquí funcionan”.

Señala también que el museo en sí era una deuda que la ciudad tenía con ella misma. Es un lugar de identidad que tiene tanto la casa como el propio barrio, que es muy fuerte. “Nosotros trabajamos puntualmente sobre la vida artística de Gardel, pero lo que nos interesa centralmente es todo lo que hace a lo cotidiano. En los “20 predominaba el art decó, sobre todo en los palacetes y, consecuentemente, uno piensa sólo en ellos cuando de esa época se habla”.

Pero no debería ser así; de allí que, en lo que se pone énfasis desde esta Casa Museo, es en el rescate de cómo era una vivienda de clase media, de esas que uno no visitaría normalmente. O sea, la experiencia de la mayoría de los argentinos de entonces (y de hoy también, aunque la clase media se perfile ya como en vía de extinción).

El Lic. Torres sostiene, además, que a los argentinos, a la gente de la ciudad, no tiene sentido hablarle de este tipo de arquitectura, porque en general la conoce, pero sí a los extranjeros, que se muestran siempre muy interesados. “¿Quién no tuvo una abuela viviendo en una casa así o habita aún hoy en una de ellas? Esto es algo muy vigente en momentos como el actual, en que se ha puesto de moda el reciclaje de esas casas chorizo. Nuestra idea central es mostrar cómo era la manera de vivir de esa época y recrearla. Como por entonces la vida social y familiar transcurría también y muy fluidamente en el patio, nosotros lo techamos (con material transparente), pero sólo para conservarlo”.

Nos indica también que lo único nuevo en el museo son sus oficinas y los sanitarios para el público, que se diferencian de los del resto de la casa.

OBJETOS PERDIDOS Y OTROS QUE PERDURAN

Acerca de los muebles y la vajilla de la finca, nos informamos que se perdieron con el transcurrir de los años y de los distintos moradores, aunque según se observa, se trató de mantener la fidelidad respecto de los que eran típicos de aquel entonces. Los objetos auténticos, originales, que posee esta Casa Museo son los vinculados con la vida artística de Carlos Gardel, tales como cartas, partituras, discos. En definitiva, son parte de un diálogo con el pasado y una relación fuertemente sentimental con éste.

Se hace evidente que no fue una tarea fácil rearmar ésto, ya que todo habla de un paciente trabajo de investigación para poder encontrar lo que se usaba por entonces, los objetos que eran propios de la clase media (que no tenían gran valor), y los de las clases altas que, dada su magnitud e importancia, sí fueron conservados, expuestos y así más conocidos (y reconocidos).

“Esta fue la única casa que compró Gardel nos advierte el Lic. Torres-; lo hizo en 1927 y él vivió aquí desde 1929 a 1933. De hecho, la compró para su madre y aquí habitaron juntos. Lo interesante de esta adquisición es que demuestra que Gardel, ya en 1927, tenía dinero suficiente como para ser propietario de una vivienda en un lugar no tan periférico y, claramente, la adquiere en términos de un contexto social, porque en los años veinte el mercado fluía dentro de la clase media baja, esto es, de la que ellos formaban parte. Después Gardel fue creciendo en términos económicos y estéticos, pero se mantuvo fiel a sus orígenes y tenemos entendido que era para que su madre se sintiera dentro de su propio medio, del círculo al que pertenecía. Esa fue la opción de venir a este lugar”.

Recuerda nuestro cicerone que, cuando Gardel murió, su madre siguió viviendo ahí hasta que falleció en 1943. A partir de allí, la casa quedó en manos de su apoderado Delfino, quien más tarde la vendió y se perdió un poco el rastro de los dueños posteriores. En los años setenta hubo en este lugar una tanguería, que quedó abandonada cuando murió su propietario, Machado Ramos, hombre muy vinculado al fútbol como dirigente.

En 2002, el inmueble estuvo a punto de ser demolido hasta que la empresa Aeropuertos Argentinos la adquirió y la donó al Gobierno de la Ciudad, que entonces inició un trabajo museográfico en cuanto a su reconstrucción, manteniendo algunos de sus espacios (el zaguán, el recibidor, el patio, la cocina, el baño, el planchadero). Esa reconstrucción fue importante porque, como decíamos, se respetó la tipología de la casa.

UN DIÁLOGO CENSURADO

Y si de diarios se trata, El Mundo (“Diario moderno, cómodo y sintético de 1931”, como se consigna en su portada), señalaba en su edición del 7 de abril de 1933, en su sección Actualidad Cinematográfica, que “Carlitos Gardel y Vicente Padula triunfan en Melodía de arrabal, y que también lo hacían en La cosa es seria, filmada en Joinville en octubre de 1932, en cuyo elenco, además de Gardel, estaban Imperio Argentina y Lolita Benavente, entre otros.

Además se cuenta un diálogo entre Gardel e Imperio Argentina que tuvo cierta repercusión periodística por lo “osado” y debió ser retirado de la película. El citado diálogo era el que sigue:

Imperio Argentina: Esta persecución debe terminar. Por Florida me lo encuentro a Ud. por todas partes.

Gardel: Soy yo.

Imperio: Voy de compras.

Gardel: Y yo siempre yo.

Imperio: Ayer en una ferretería.

Gardel: Entre los tachos. Soy su admirador.

Imperio: Y así desde la última noche del baile de la Ópera.

Gardel: ¡Ah, noche inolvidable! Yo disfrazado de angelito y Ud. de odalisca.

Imperio: No recuerdo, por favor.

Gardel: Bajaba Ud. la gran escalera del teatro, vaporosa, elegante y al llegar a la planta baja me preguntó dulcemente ¿Podría Ud. decirme dónde está el tocador de damas? Aquí está, soy yo, le contesté .

¡Qué épocas! ...Por este diálogo, entre inocente y pícaro, se lo consideró “osado” y se lo suprimió.

UN SINFÍN DE DOCUMENTOS

También se aprecia el afiche original de esa misma película, que el Zorzal Criollo interpretó junto a Sofía Bozán y Gloria Guzmán. Paralelamente, un ejemplar del diario La Nación del domingo 12 de setiembre de 1931, muestra una foto de esos actores en un sector de los estudios Paramount, en Joinville, empresa ésta destinada a producir filmes en castellano. Entre las fotos que se exhiben en el lugar hay escenas de esa película y de otras también; una lo muestra a Gardel en Niza junto a Charles Chaplin, imagen que data de 1931

Abundan también en la Casa Museo las cartas manuscritas, como la del pianista y compositor francés Marcel Laptes, autor de operetas y de piezas populares, que fue requerido por Gardel para musicalizar una de sus películas filmadas en Joinville, cerca de París. Está también el telegrama original de Luis Pierotti, representante de Gardel, en el que le anuncia a José Razzano la firma del contrato con la Paramount para la realización de otras dos películas.

Y entre los añejos discos originales están los que Gardel grabó con sus versiones de Por tus ojos negros (con letra de Le Pera y Carlos César Lenci, con música de Don Aspiazu), Criollita de mis sueños, Espérame, Estudiante y la partitura de la canción Por tus ojos negros y la del tango Me da pena confesarlo, con música del propio Carlos. También se encuentran fotos de escenas de la película Melodía de arrabal y la partitura de este tango de Gardel, Le Pera y Battistela, además de sendas biografías de Le Pera y de Don Aspiazu, quien supo trabajar con el Zorzal.

En síntesis, es una buena opción, durante una visita a Buenos Aires, hacerse una escapada para conocer este reducto, que seguramente apasionará a los tangueros y gustará a todos aquellos que quieran realizar un recorrido nostálgico por un pasado no muy lejano.

“El museo en sí era una deuda que la ciudad tenía con ella misma. Es un lugar de identidad que tiene tanto la casa como el propio barrio”.

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LOS OBJETOS ORIGINALES QUE POSEE ESTA CASA MUSEO SON LOS VINCULADOS CON LA VIDA ARTÍSTICA DE GARDEL, TALES COMO CARTAS, PARTITURAS Y DISCOS.

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GARDEL VIVIÓ EN ESTA CASA ENTRE 1929 Y 1933. LA COMPRÓ PARA SU MADRE Y LA HABITARON JUNTOS.

RELIQUIAS GARDELIANAS

El material que muestra el museo en sí es verdaderamente significativo: antiquísimos diarios y revistas, afiches, partituras, añejos discos de pasta. En uno de los diarios porteños de la época, que daba cuenta de la muerte de Gardel, la cancionista Azucena Maizani expresaba que “Nadie debe cantar en este día triste”; la revista Maribel, por su parte, titulaba “Murió como un pájaro quien supo cantar como tal”; otra publicación señalaba que “El romanticismo no ha muerto”, y el diario El Mundo remarcó en su momento que “Una enorme multitud pudo acompañar hasta la Chacarita los restos de Carlos Gardel”, al tiempo que daba cuenta que “dos admiradoras de Gardel intentaron quitarse la vida”.

Hay también discos originales, de los primeros en vinilo; una partitura de Tomo y obligo, que es patrimonio del propio museo; otra de Mi provinciana, que pertenece a la colección de Bruno Crespi; también la de El rosal, tema interpretado en la película “Luces de Buenos Aires”, con música de Matos Rodríguez y letra de Manuel Romero, en cuya portada se señala como “una soberbia interpretación, creación del popular Gardel”.

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OBJETOS DE VALOR AFECTIVO EN LA VIDA DEL ZORZAL CRIOLLO ALIMENTAN ESTA CASA MUSEO.