Cuando la familia se agranda de golpe

Cuando la familia se agranda de golpe

Romina y Marcos comparten las distintas actividades hogareñas y disfrutan del “día día” junto a los “trilli”.


Los trillizos Facundo, Enzo y Juliana nacieron el 3 de enero de 2009 y, desde ese momento, alegran la vida de sus papás, Romina Assenza y Marcos Montini. La pareja habló con Nosotros y comentó los pormenores de esta sorprendente historia. TEXTOS. IVANA ZILLI. FOTOS. AMANCIO ALEM Y GENTILEZA FAMILIA ASSENZA-MONTINI.

La llegada de un hijo genera expectativas, curiosidades y ansiedades en los padres primerizos. Una vivencia que se triplica cuando la pareja se entera que en vez de “uno” vienen “tres”.

Romina Assenza (24 años) y Marcos Montini (29 años) son los protagonistas de esta “gran” historia que desde el primer momento los llenó de sorpresas. Ellos buscaban un bebé y en junio del año pasado obtuvieron el resultado positivo del test de embarazo. La alegría fue enorme, pero la noticia impactó aún más cuando se enteraron de que se convertirían en papás de trillizos.

Facundo, Enzo y Juliana -los “trilli”- nacieron el 3 de enero de 2009 con 7 meses. La fecha de parto estaba prevista para el 4 de marzo, aproximadamente, pero cuando Romina se hizo una ecografía el 2 de enero, observaron que la beba ya estaba encajada. “Mi ginecólogo quería esperar hasta mediados o fines de enero para que, por lo menos, lleguen a los 8 meses; pero los bebés ya se habían estancado en el peso y no tenían tanto espacio para seguir creciendo. Por eso, el viernes 3 de enero a la madrugada, ni bien empecé con contracciones, nos fuimos al sanatorio y a las 3 de la mañana me hicieron la cesárea”, relata Romina.

Eran chiquitos: los varones pesaban 1 kilo 600 gramos y la nena 1 kilo y medio. Por eso, durante un mes tuvieron que estar internados en Neonatología. “Estos fueron los días más duros”, confiesa esta mamá primeriza mientras recuerda aquellas extensas jornadas.

Los pulmones de los bebés todavía no se habían terminado de desarrollar; por eso, “tuvieron que recibir oxígeno para poder respirar. A Enzo también le colocaron respirador artificial -por 5 días- porque se agitaba bastante”. Y, una vez que pasaron estas dos primeras semanas, que “fueron decisivas”, había que lograr que los bebés aumenten de peso.

“Empezaron a tomar leche sin ningún inconveniente. Cada tres horas iba al sanatorio y me repartía para darle las mamaderas a los tres. De a poco aumentaban de peso, todos los días subían entre 30 y 40 gramos y cuando llegaron a los 2 kilos le dieron el alta en Neonatología”, recuerda Romina con alegría.

Poner un pie en el hogar era un gran alivio; sin embargo, los recientes padres sabían que durante un mes debían mantener todos los cuidados en el ambiente como cuando estaban en Neonatología. “No podíamos recibir visitas; sólo estábamos nosotros dos y mi familia, que me iba a ayudar para bañarlos y darle de comer. Teníamos que garantizar la higiene del lugar para que no se contagien ninguna peste y no tengan que volver a la neo”.

Recién el 3 de marzo, “cuando la doctora me dio el alta pudimos empezar a salir”. A partir de ese momento, Romina los lleva a todos lados: al shopping, al centro o a hacer algún mandado.

EL “SHOCK” DEL MOMENTO

Con algún que otro llanto de fondo -la mamá alza a Facundo para calmarlo; mientras que Enzo empieza a llorizquear y Juliana duerme plácidamente-, Romina hace memoria de cómo fue ese momento en el que se enteraron de este embarazo múltiple. “Estaba de 8 semanas cuando me hice la ecografía y la doctora nos preguntó: “¿están bien sentados?’ Y Marcos se animó a arriesgar “¿por qué, son dos?’ No.... son tres, dijo la doctora”.

Desde un principio, “mi marido lloraba de alegría y le encantó la idea; en cambio, a mí me dio como un shock y un poco de susto. Tener tres personas en mi panza era una responsabilidad enorme; y además, sabía que con esta noticia la vida nos iba a cambiar en todo -en lo económico, en la forma de organizarnos y en los cuidados que debíamos tener- porque en todo había que empezar a pensar por tres”.

A partir de ese momento, “el cuarto que iba a ser para un bebé se convirtió en el dormitorio de los tres. Yo trabajaba a la mañana y tuve que dejar de hacerlo para dedicarme íntegramente a ellos. Los tres toman la mamadera al mismo tiempo y los baño en el mismo momento. Como Marcos trabaja desde las 7 hasta las 16, durante todo ese tiempo me quedo en la casa de mi mamá, donde hay varias manos -mis padres y mis dos hermanas- que me ayudan hasta que Marcos me pasa a buscar y nos vamos a nuestra casa”.

La familia de Marcos es de Sunchales; por eso sólo ven a los chicos cuando vienen a visitarlos o cuando esta familia numerosa se traslada hasta allá.

Varios fueron los cambios que tuvieron que hacer, pero nada fue imposible. “Los siete meses de embarazo me sirvieron para digerir la noticia y me tuve que cuidar bastante, sin embargo, cuando nacieron me olvidé de todos los sacrificios que tuve que hacer”.

CON UN “PIE” EN CASA

Como los “trilli” estuvieron un mes en Neonatología “no estaban acostumbrados a estar en brazos porque solamente nosotros -Marcos y yo- los alzábamos cuando hacíamos las visitas y cuando llegamos a casa intentamos seguir con este ritmo. Obviamente que si están llorando los levantamos y los acunamos un rato; pero, si no se quedan tranquilos en los coches o en las cunas”, resalta Romina.

En el dormitorio de Romina y Marcos no hay demasiado lugar; por eso, “desde que llegaron a casa duermen los tres juntos -los dos varones en una cuna y la nena en otra- en el otro cuarto”. Al principio, “nos costó un poco porque nos teníamos que levantar a la madrugada; entonces, dormíamos cuando ellos domían”.

Si bien los tres bebés son bastantes tranquilos, para la mamá “Facundo es el que tiene más calma; aunque está muy estimulado”. Además, “es observador; y le gusta reírse y que le hablen. Juliana es la más dormilona de los tres y percibe mucho la presencia de sus hermanos. Si alguno de ellos llora ella también se pone a llorar; mientras que Enzo es el más revolucionario. Si se le cae el chupete llora y cuando tiene hambre hasta que no le das la mamadera no se tranquiliza”.

Están acostumbrados a hacer una siesta de 2 ó 4 horas y a la noche ya empezaron a dormir un poco más. A medida que crecen, “nos miramos con mi marido y no lo podemos creer. Para nosotros, ellos pasaron a ser la luz de nuestros ojos”.

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El Dr. Marcelo Laco remarca que en todos los casos en los que existe un embarazo múltiple es necesaria la contención familiar.


ENTRELÍNEAS

“Con Marcos sabíamos que existía una posibilidad, no muy lejana, de lograr un embarazo múltiple porque mi marido tiene primos mellizos y mi suegra hermanos mellizos, pero nunca trillizos. Con este nacimiento, nosotros dimos la nota”.

Romina, mamá de trillizos

“LOS EMBARAZOS MÚLTIPLES NO SON FRECUENTES”

El porcentaje de embarazos múltiples -de dos o más bebés- de forma espontánea “no es frecuente” y el nacimiento de trillizos “es menos habitual” que el de mellizos. Sin embargo, “en estos últimos 15 años, hubo un aumento de estos casos a raíz de que las fertilizaciones asistidas generan la posibilidad de que existan más chances de lograr embarazos múltiples”, precisa el doctor Marcelo Laco, especialista en Tocoginecología.

Un embarazo doble o triple “es un embarazo de riesgo” y, por lo general, “no llega a término. Es que estas mamás pueden tener amenazas de aborto, de partos prematuros y más posibilidades de padecer diabetes e hipertensión arterial”.

Al ser embarazos “de alto riesgo, requieren de una contención familiar desde todo punto de vista -psicológico, emocional y económico- porque estos padres van a enfrentarse a un montón de cosas para las que no estaban preparados cuando sólo pensaban en tener un bebé”, agrega el especialista.

Obviamente que cuando existen antecedentes familiares de embarazos múltiples, “hay una mayor posibilidad a tener embarazos múltiples de forma espontánea”.

Las mamás que están en esta dulce espera “deben ser concientes de que están embarazadas y no enfermas”; pero, al tener un embarazo múltiple “tienen que contar con un mayor control y realizar una consulta con su médico obstetra para que él las vaya guiando, sobre todo después de la semana 20”. A partir de este tiempo, “deben acentuar los cuidados y tienen que empezar a hacer ecografías, controles y estudios de rutina con mayor frecuencia. Además, si la paciente desea, en esta etapa del embarazo también pueden realizar distintos estudios que permitan detectar enfermedades genéticas”, concluyó el Dr. Marcelo Laco.

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Desde el mes de enero, Romina está abocada totalmente a repartir su tiempo y cariño entre sus tres bebés.