Benedicto XVI y los africanos

Pbro. Hilmar Zanello

Una declaración reciente de los obispos de Camerún lamenta que los medios occidentales hayan olvidados los aspectos esenciales del mensaje Papal en África sobre la pobreza, la solidaridad internacional, la justicia social, la paz y la reconciliación, para llenar sus páginas sobre el tema del preservativo en la lucha contra el sida, incluso callando lo que la Iglesia africana, con muchos emprendimientos, está haciendo y logrando en ese tema.

El Papa volvió a Roma conmovido porque más allá de la pobreza encontró en los africanos “una cordialidad exuberante, una alegría festiva, un gran espíritu de recogimiento en la liturgia, y un fuerte sentido de lo sagrado y de la presencia de Dios”.

Según el diario del Vaticano, L”Osservatore Romano, el Papa ha manifestado su aprecio por las manifestaciones culturales y liturgias locales.

En el estadio de Yacunde “hubo cantos sagrados, ritmados por instrumentos tradicionales de las tribus africanas, entronización del Evangelio en andas de madera, llevadas por jóvenes vestidos con trajes tradicionales, precedidos y seguidos por otros grupos de jóvenes que llevaban palmas. Hubo además un coro de 60 mil voces cuyos cantos llenaron el estadio de alegría”.

Después de la misa, el Papa visitó un centro de rehabilitación para discapacitados, fundado por el cardenal canadiense Paúl Leger, quien después del Concilio optó por vivir en África.

Luego el Papa alentó el próximo Sínodo Africano, haciéndose portavoz en los temas que afrontará, acorde con las exigencias de justicia y paz de las poblaciones.

Hizo un llamado a la comunidad internacional para que se procure detener las guerras locales y exigió a los obispos que fueran los primeros defensores de los derechos de los pobres.

Luego, en ocasión de la Cumbre G 20 en Londres el Papa siguió abogando por África. En una carta al primer ministro inglés, el Papa le decía: “En nombre de aquéllos cuya voz tiene menos fuerza en la escena política, pero que sufren más que otros los dañinos efectos de una crisis de la que no son responsables...”. Y más adelante: “El G 20 representa a los Estados que suman el 90 % de la producción mundial y el 80 % del comercio mundial y sólo incluye una nación de África subsahariana (Sudáfrica). Esta situación debería provocar una reflexión profunda entre los participantes en la cumbre, los que deberían escuchar la voz de todos los que conforman la ONU para que las medidas y los pasos a dar sean compartidos por todos”.

El Papa pide después restablecer la ética en las economías, con oportunas regulaciones y controles en el mundo de las finanzas: “La crisis actual no puede producir una drástica reducción o cancelación de los programas de ayuda a los países pobres, sobre todo de África. Esta ayuda, así como la cancelación de la deuda externa de los países más pobres y endeudados, no han sido la causa de la crisis y por justicia fundamental no deberían ser sus víctimas”.

Los resultados principales de la Cumbre versaron en limpiar el sistema bancario y eliminar los paraísos fiscales; pero nada se concretó con respecto al cambio climático (los 20 países son lo que producen el 80 % de la emisión de gases contaminantes) ni a una mayor solidaridad para con los países pobres en esta hora de crisis, más allá de las promesas de siempre.

Por eso decenas de miles de personas exigían en Londres: “Salven a los niños del mundo, no a los banqueros”.

Son muy significativas las palabras de Benedicto XVI en la Nunciatura de Camerún (19/3/2009): “En el contexto del continente africano, ¿qué puede haber más dramático que las luchas, frecuentemente sangrientas entre grupos étnicos o pueblos hermanos? ¿Cuál puede ser la aportación de este año para construir en una África sedienta de reconciliación y en busca de justicia y paz?

“Las guerras locales y regionales, las masacres y los genocidios que tienen lugar en el continente han de interpelarnos de manera especial; si es que compartimos la misma vida como miembros de la misma familia de los Hijos de Dios.

“Ninguna diferencia étnica o cultural, de raza, sexo o religión han de ser para ustedes motivo de enfrentamientos. Todos son hijos del único Dios Nuestro Padre que está en los cielos.

“Con esta convicción será posible construir una África más justa, más pacífica a la altura de las legítimas esperanzas de todos sus hijos”.

Con esta postura de Benedicto se manifiesta la convicción del aporte que hace nuestra Iglesia en favor de una mejor convivencia humana entre los pueblos, llamando a una permanente reconciliación y entendimiento.

Los católicos de África recuerdan a su cardenal africano Bernandin Gantin, cuando años antes (1988) propiciaba como tema de enseñanza una Teología de la Fraternidad como respuesta al clamor de los pobres y de los más pequeños (L”Oservatore Romano 12-4-1988).

Quizás este Cardenal recordaba al africano escritor Lactancio cuando en el siglo IV escribía: “El primer deber de la justicia es reconocer al hombre como hermano. En efecto si el mismo Dios nos ha hecho y nos ha engendrado a todos de la misma condición, con vistas a la justicia y a la vida eterna, estamos unidos ciertamente por vínculos de fraternidad: quien no lo conozca, es injusto” (Benedicto XVI).

El Papa pedía fidelidad a las tradiciones africanas afincadas en la fuerza de la Palabra de Jesús como fuente y plenitud de la vida, ya que el mismo Jesús es el único mediador y Salvador.

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En su visita africana, en marzo de este año, el Papa abogó por el encuentro de justicia y de una firme paz para todo el continente.

Foto: Archivo El Litoral