vacaciones originales en vehículos todo terreno

DESTINO MACHU PICHU

Dos familias santafesinas coincidieron en recorrer 7.000 kilómetros de distancia en sus todo terreno para conocer las Ruinas Incaicas en enero pasado. La síntesis de la aventura por uno de sus protagonistas.

Humberto Baruffatto

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En una travesía de varios días no es fácil concordar las fechas con todos los amigos del grupo, pero al menos dos nos pusimos de acuerdo para partir en enero pasado hacia Machu Pichu: Sergio Bartolomé con su flamante Ranger y nosotros con mi querida Freelander.

La bitácora era simple. La localidad jujeña de Susques, la chilena Iquique, Puno y Cusco en Perú, donde organizaríamos el descenso hasta la ciudadela Inca.

iquique y arequipa

Pasado Susques y recorriendo el desierto de Atacama, decidimos detenernos por un día en Iquique haciendo playa y turismo urbano. A las seis de la tarde entramos a la ciudad, que desde arriba de los peñascos se veía bella y ordenada.

Como el cruce fronterizo entre Chile y Perú fue lento, decidimos seguir al norte hacia Arequipa. En el camino, la ruta pasa por dunas de arena de magnitudes impensables, que a pesar de lo árido continúa siendo un paisaje imperdible.

Arequipa nos dejó con la boca abierta, estábamos en la España medieval, en un museo colonial viviente, transitando un libro de historia donde las imágenes eran del siglo XVII. Dieron ganas de quedarse, pero el destino era otro.

Juliaca y Cusco

Seguimos viaje hacia el este, a Juliaca. Atravesamos volcanes, altiplanicies, nevados, mallines, paisajes maravillosos a alturas de más de 5 mil msnm, donde nos llamó la atención ver sembradíos y pobladores que a esa altitud trabajan la tierra.

Al llegar a la ciudad nos vimos en el medio de un caos entre bicitaxis, mototaxis y coyas peatones, en calles de no más de 5 mts. de ancho. Otra ciudad que dejábamos atrás y ya era inminente la llegada a Cusco.

Las ciudades que tocamos y los paisajes previos a llegar, justificaron el esfuerzo del viaje, ya que en avión nos hubiéramos perdido de ver.

La ciudadela

Habiendo recorrido Cusco, sus plazas e iglesias, y conviviendo con descendientes de los Incas, comenzamos a concretar los traslados a la gran ciudadela.

El tren nos llevó por un recorrido formidable, mostrándonos varias ruinas Incas y un paisaje que cambiaba del típico altiplano a selva densa en la medida que descendíamos en altitud desde Ollantaytambo hasta Aguas Calientes, justo debajo de las ruinas del Machu Pichu; desde allí unos buses nos llevaron a la puerta de ingreso de la ciudadela y luego con una guía, recorrimos el interior de ese maravilloso monumento mundial.

el retorno

Como buenos aventureros no podíamos dejar pasar la oportunidad de atravesar una zona casi inhóspita del Perú. En la ciudad de Puno, sobre la orilla del Titicaca, decidimos retornar a Moquegua por una huella que atravesaba un parque nacional.

Por más de tres horas estuvimos cruzando por un camino de ripio, que nos dejó en un puente natural -similar al Puente del Inca en Mendoza-, y debajo sobre el río un magnifico geiser que lanzaba agua caliente con un fuerte olor a azufre a más de 20 mts de altura; todo a su alrededor eran como hormigueros que por sus cúspides emanaban pequeños hilos de agua. Fotos y videos de rigor antes de seguir viaje.

Desde allí, la huella desaparecía en la medida que subíamos. De pronto estábamos a 5 mil msnm y con el cielo cada vez más negro, una tormenta de nieve era inminente, y por más GPS que tengamos, si no vemos el terreno no podemos avanzar.

Tuvimos suerte. La tormenta fue con poca nieve, pero la lentitud con que avanzamos hizo que la noche nos tome aún fuera de carretera. A pesar de todo, a las 11 de la noche estábamos en Moquegua, donde nos alojamos en el hotel de una Argentina.

bajando por chile

Al otro día llegamos a Iquique y decidimos seguir hacia el sur por Chile, con destino a Antofagasta, pasando por Copiapó, para terminar el día en La Serena, famosa playa del país vecino.

Nuevamente arena en los pies y perfume a mar en la piel. Disfrutamos del sol que se pone al oeste, para después cruzar por el paso de Agua Negra, a 4780 msnm, a la altura de la Provincia de San Juan.

En el camino otra tormenta de nieve nos esperaba, pero esta vez más intensa, a tal punto que nos dejaron pasar junto con otro grupo de camionetas, para que formemos una caravana.

Algunas horas después estábamos en la Gendarmería Argentina, era el final y solo nos quedaba dormir esa noche en San Juan, para emprender la ruta a casa.

Tantas veces vimos por televisión, leímos o nos contaron que visitar Machu Pichu tiene una magia única. Haber recorrido más de 7 mil km. en apenas 10 días le dio ese toque aventurero, altamente recomendable.

Para nuestras retinas, imágenes imborrables; nuestras palabras nunca alcanzarán para narrar lo vivido.

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Una postal merecida después de recorrer 3.500 kilómetros, fueron las ruinas de Machu Pichu como fondo.

Foto: HUmberto baruffatto

mapa.ai

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