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miriam cuenta con gran cantidad y variedad de orquídeas.

Orgullo argentino, paciencia infinita

Una santafesina que vive en Resistencia registró en Inglaterra la primera orquídea en el país conseguida de la combinación de dos plantas, tras 12 años de trabajo. TEXTOS. MARIANA RIVERA. FOTOS. GENTILEZA MIRIAM RIVERA.

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Miriam Rivera registró el ejemplar del híbrido que obtuvo en la Lista Sanders, de Inglaterra.

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Christieara Florencia and Orlinda’Honour es el nombre del híbrido obtenido.

Doce años en la vida de una persona puede parecer que pasan rápido... o no, según el caso y las experiencias vividas en su transcurso. Pero tener doce años de paciencia para esperar que una planta se reproduzca, crezca y florezca es un gran mérito y esfuerzo.

Eso le pasó a Miriam Rivera, una santafesina que desde hace más de 40 años vive en Resistencia, provincia de Chaco, quien consiguió -luego de 12 años de trabajo, entre la polinización y el florecimiento- ser la primera en registrar a nivel internacional un híbrido de una orquídea, de la variedad vandácea.

Fue un “premio” a esa constancia y preocupación por el desarrollo de su nueva orquídea, que ella llamó “Christieara Florencia and Orlinda’Honour”, por estar dedicada a su nieta y a una señora muy querida por ella. La flor padre de este híbrido era la Aerides odorata y la flor madre, la Ascocenda Princess Mikasa.

El 27 de febrero de este año registró el ejemplar del híbrido que obtuvo en la denominada Lista Sanders -que lleva el apellido de un reconocido botánico y coleccionador británico-, que pertenece a la Royal Horticultural Society, de Inglaterra. Lleva el número de registro 911.352.

“Es un mérito a la paciencia”, admitió, y comenzó a explicar los pasos que implica este trabajo: “Producir una planta de orquídeas a partir de sus semillas es un proceso largo porque hay que sacarle el polen a una, ponérselo a la misma o a otra (en este caso fue así), esperar a que esa cápsula madure las semillas, sacar las semillas, y cultivarlas en un ambiente estéril con un soporte adecuado”.

“Todo el proceso implica tiempo: me llevó 14 meses la formación de la cápsula de ese híbrido, luego tuve que sembrarla, dejar que progresara, que creciera y que se formaran plántulas para poder sacarlas del frasco, lo que me llevó más de un año. Después hubo que rustificar a esas plantitas, para que pudieran vivir fuera de ese ambiente estéril. Luego hay que hacerlas progresar, que vivan y que florezcan. En todo ese proceso, desde hacer la polinización hasta que floreció mi híbrido, pasaron 12 años”.

Este esfuerzo le llevó a una reflexión: “Lo que vale, cuesta”, y aclaró que “doce años me llevó verla florecer (lo que ocurrió en 2007) porque la planta se toma sus tiempos”. Además, la orquideófila explicó que “cuando registrás la planta, cualquier otro híbrido que se haga con la misma cruza, es decir, usando los mismos padres, tendrá que llevar el nombre que yo le puse. Eso se llama principio de prioridad en la nomenclatura botánica”.

Y aclaró que “vandácea es un género dentro de las plantas entre las orquídeas. Es la primera planta híbrida registrada en la Argentina. Hasta la fecha había 46 registros y ahora se hicieron 10 más, pero ninguno del género de las vandáceas porque es la más difícil”.

EN EL PATIO DE CASA

Lo conseguido por esta experta en orquídeas, con más de 45 años de especialización en estas plantas, es significativo también porque su trabajo es “casero”, como ella lo denomina, en un orquideario instalado en el patio de su casa.

“El hecho de haber podido ingresar mi híbrido en el registro internacional es -en realidad- un premio a mi paciencia en forma privada. Es una gratificación personal por haber hecho este trabajo y haber obtenido todo ésto en un laboratorio no convencional, casero, porque no tengo una estructura de laboratorio con los recaudos y la sofisticación de los científicos. Lo mío es un laboratorio casero y totalmente artesanal, con medios de cultivo también totalmente artesanales, no científicos. Pero se cumplieron todos los requisitos exigidos y lo hice con jugo de tomate, poroto y papa, haciendo mezclas caseras con esas cosas”, aseguró.

En este sentido, explicó que “la técnica de la polinización no es casera pero sí el cultivo de la semilla in vitro (en frasco cerrado, aséptico). Existen laboratorios muy sofisticados, con campana de flujo laminar, pero yo no usé nada de eso. Sólo cuidaba de no respirarle encima, para no infectarlas”.

métodos y cuidados

Consultada en relación a las herramientas utilizadas para sus labores, aseguró que básicamente consistieron en “frascos de mermelada esterilizados, agar-agar (el medio de soporte) y con los medios hechos en forma artesanal, usando jugo de tomate, de papa y de poroto, incrementado con azúcares, vitamina B y nada más. Con todo esto formé el medio de cultivo”.

Y continuó: “Ponía una cantidad considerable en cada frasco de medio de cultivo porque a veces la planta se lo come y éste se agota. Si tenés que sacarla y ponerla en otro medio, ahí se produce mucha contaminación. Para no hacer eso, ponía en un frasco de mermelada de medio kilo, unos 5 centímetros de altura de medio de cultivo (unos 150 centímetros cúbicos) y lo cultivaba hasta cuando la planta estaba al tope. En este momento la sacaba y la rustificaba porque si la ponía en otro frasco para darle más medio de cultivo se pierden muchas plantas, al contaminarse el medio”.

Respecto a los cuidados posteriores de la nueva planta, advirtió que “cuando salió del frasco y se rustificó significaba que estaba lo suficientemente dura como para pasar a cultivo con las otras plantas. Hace años que mi híbrido estaba con las otras plantas, luego floreció y las sigo cuidando como a todas las demás. Al principio, se tienen más cuidados pero después, cuando la planta se pone fuerte, necesita mucha luz, mucha humedad y nada de frío. En invierno es problemático cultivarlas porque hay que cuidarlas mucho de las bajas temperaturas. Hace dos años acá en Resistencia tuvimos muchísimo frío y no es tanto el clima ideal. Las orquídeas, en general, florecen una sola vez por año y, por ejemplo, éstas son de floración invernal, a mediados o fines del invierno”.

EL ARTE DE CULTIVAR

Por razones laborales, Miriam Rivera vive en el Chaco desde hace más de 40 años, lugar que aprovechó para desarrollar este hobby, que hoy marca su vida. “Llevo más de 45 años haciendo orquídeas, pero también me dedico a la parte de difusión de estas plantas y dando cursos desde hace más de 25 años. De mis movimientos orquideófilos en el país se formaron las diferentes asociaciones. La primera de la Argentina fue Amigos de las Orquídeas, en 1988, y de ahí se disgregaron las diferentes asociaciones en el país, muchas de las cuales fueron creadas por quienes habían sido mis alumnos. Esa primera asociación se creó en Buenos Aires, cuando yo dictaba los cursos en Casa del Chaco, y actualmente sigue funcionando”, reconoció.

“Me costó mucho saber sobre las orquídeas porque en la Argentina no había información sobre estas plantas tropicales”, había admitido en una entrevista concedida a la revista Nosotros en 2002. Por este motivo, viajó a Brasil para buscar sus primeras plantas.

Entre sus antecedentes se cuentan también haber realizado una investigación durante 15 años sobre las orquídeas chaqueñas en forma nativa (silvestres) para describir la flora de esa provincia y de demostrar la degradación que estaba sufriendo el monte, además de su necesidad de protegerlo.

En su relevamiento no encontró las 38 especies citadas pero si dos especies nuevas, según contó orgullosa.

También realizó numerosas exposiciones de sus plantas en distintas ciudades argentinas, auspiciadas por la Subsecretaría de Cultura de la provincia de Chaco, ya que cuenta con gran cantidad de ejemplares. Además, la experiencia adquirida le permitió dictar numerosos cursos sobre este arte de cultivar orquídeas. De allí comenzaron a formarse grupos de aficionados a las orquídeas, que crearon el Movimiento Orquideófilo de la Argentina. También participó en la creación de la Sociedad Argentina de Orquideología.

Orgullo argentino, paciencia infinita

“llevo más de 45 años haciendo orquídeas, pero también me dedico a la difusión de estas plantas”, remarca miriam rivera.

Curiosidades de un mundo exótico

Existen más de 30.000 especies naturales de orquídeas y más de 100.000 híbridos. Tienen pedigreé y existe un registro internacional organizado por un coleccionista británico de apellido Sanders, que funciona en Inglaterra y depende de la Royal Horticultural Society.

El contrabando de estas plantas es el tercero en el mundo, junto con el de los animales, luego de las armas y las drogas. Se pueden encontrar orquídeas en todas partes del mundo, excepto en los polos y el desierto.

El ejemplar híbrido registrado por Miriam Rivera lleva el nombre de dos personas muy queridas por la experimentada orquideófila. “Fue dedicado a mi nieta, Florencia, y a una señora que se llama Orlinda. Su hijo me ayudó mucho con las orquídeas, sobre todo cuando hacía incursiones al monte. Esta señora se bancó que le diéramos vuelta la casa, que le usáramos la olla a presión, que le hiciéramos un desparramo en la casa para trabajar. Ella tenía celos porque yo le quitaba a su hijo (se rió). Cuando nos juntábamos hablábamos siempre de orquídeas y a ella la ignorábamos prácticamente”, contó.

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La santafesina cultiva in vitro las semillas para reproducir las orquídeas de manera casera.