EDITORIAL

Los Kirchner y la industria nacional

Las principales cámaras empresariales de nuestro país se hicieron presentes en el Congreso de la Nación para reclamar que se anule una ley votada por los legisladores hace dos años, norma que aprobaba el ingreso de Venezuela al Mercosur. Los dirigentes empresarios sostuvieron que nuestro país no puede permanecer impasible ante las acciones del gobierno venezolano -que acaba de estatizar varias empresas de capital argentino- ni convalidar su ingreso al Mercosur, ya que estos hechos rompen el espíritu y sentido del acuerdo regional.

“Debería ser un motivo de orgullo y no de culpa que tengamos empresas trasnacionales líderes en el mundo como las que fabrican caños sin costura o golosinas”, dijo el titular de la UIA en clara referencia a Techint y Arcor. En particular, los empresarios expresaron su disconformidad con la conducta del gobierno nacional que casi no protestó ante Chávez respecto de una conducta lesiva de los intereses de una empresa nacional.

Al respecto conviene recordar que los gobiernos, a través de sus cancillerías y embajadores, tienen como objetivo central la promoción y defensa de las empresas de sus respectivos países, así como de los intercambios económicos y comerciales. Basta ver lo que hacen, muy cerca, Chile y Brasil. En cambio, los Kirchner no apoyaron los derechos de Techint y a juzgar por algunas opiniones, están de acuerdo con lo hecho por Chávez.

Esta falta de apoyo a industriales -y empresarios en general- fue lo que motivó la movilización de las cámaras gremiales al Congreso. El dato es significativo por varios motivos. En primer lugar, representa una presión fuerte a legisladores oficialistas y opositores para que evalúen o revisen una decisión tomada en otras condiciones políticas y otro contexto histórico; en segundo lugar, es una advertencia al gobierno nacional acerca de esta suerte de “relaciones carnales” que los Kirchner mantienen con Chávez. Por último, desde una perspectiva exclusivamente interna, significa cuestionar la alianza que el sector industrial mantenía con el oficialismo. Es más, la nacionalización de empresas del grupo Techint en Venezuela provocó la primera disidencia manifiesta de los industriales con los Kirchner, poniendo en discusión el supuesto modelo productivo e industrialista promocionado por la pareja gobernante.

Los reclamos de las cámaras empresarias contaron con el apoyo de los legisladores de la oposición. Por su lado, el oficialismo optó por no hacerse presente en la reunión. Las consecuencias de esta iniciativa opositora son más internas que externas. En principio, no será fácil bloquear el ingreso de Venezuela al Mercosur. En este punto, la posición de Brasil será decisiva, pero atendiendo al actual nivel de relaciones internacionales sería improbable que Lula vete a Chávez. Por el contrario, en el orden interno, lo sucedido adquiere una singular importancia política, aunque será el desarrollo de los acontecimientos lo que haga visible la real trascendencia de lo ocurrido.