Al margen de la crónica

La felicidad inasible

“La felicidad no existe”, dijo mi terapeuta mientras yo escuchaba con una insondable resignación, refutando mi obstinada defensa de la tesis opuesta. “¿Adónde está? ¿La viste alguna vez, la tocaste? Es algo inasible”, sentenció con un bostezo ancho y mal disimulado. Miró el reloj. La sesión se acababa.

Categoría metafísica si las hay: desde Aristóteles y Platón, pasando por Kant y hasta los existencialistas franceses, la felicidad ha merecido letra desde los primeros rollos de papiro hasta los últimos códices de la industria editorial. Siempre ha sido un objeto filosófico “fetiche”, tal vez por esa misteriosa indeterminación que la constituye.

¿De qué hablamos cuando hablamos de felicidad? ¿Existe realmente tal cosa? ¿Es que pasamos nuestras vidas buscando -o peor aún, esperando- algo que no sabemos si efectivamente llegará o sucederá? Y de suceder, ¿luego qué?

En rigor, la felicidad es algo que esperamos y que sólo esperamos siempre, sin garantías de que llegue, frente a la dolorosa certeza de la finitud humana. Y lo abstracto, lo indeterminado, genera demasiada incertidumbre. Quizás se trate de un espejismo, de una entelequia “positiva’ pregonada a viva voz por los gurúes de la autoayuda y bien vendida por los publicistas.

El escritor porteño Abelardo Castillo dijo alguna vez que lo más próximo a este concepto de felicidad socialmente aceptado vendría a ser una sumatoria de pequeños triunfos cotidianos, tangibles y reales, sostenidos en el tiempo. La lista de ejemplos sería infinita: el reencuentro con un amigo entrañable; el buen final de un libro; una cena en familia. La primera palabra de un hijo. Un cambio de hábitos saludable.

La felicidad podrá ser aquella meta -emocionalmente necesaria- que nos sirve para abonar y proyectar fervientes anhelos y objetivos. Pero el bienestar -que no es otra cosa que estar-bien, dicho al revés- está mucho más cerca, tan sólo a la vuelta de la esquina. Y aparece cuando tomamos conciencia de cuán importante es hacer valer cada momento gratificante de nuestras vidas.