Al margen de la crónica

El nodo de la cuestión

Transversalidad, testimoniales, plan estratégico, visión, misión, nodo; hay palabras cuyo uso dista de la función que les atribuye el diccionario, que resultan confusas al llegar a oídos y cerebros y son sólo comprensibles para la elite cercana al marketing.

Por ejemplo, según la Real Academia, nodo es cada uno de los dos puntos opuestos en que la órbita de un astro corta la eclíptica, o cada uno de los puntos que permanecen fijos en un cuerpo vibrante. Pero si modernizamos la búsqueda y recurrimos a Wikipedia, podremos adquirir conceptos nuevos -aunque no conformen nuestra curiosidad- y, además de la definición astronómica mencionada anteriormente, encontramos que: en física, el nodo es todo punto de una onda estacionaria cuya amplitud es cero en cualquier momento. Para la informática, un nodo es el “punto de intersección o unión de varios elementos que confluyen en el mismo lugar”. Ejemplo: en una red de computadoras cada una de ellas es un nodo, y si la red es Internet, cada servidor constituye también un nodo. En programación, un nodo es uno de los elementos de una lista enlazada, de un árbol o de un grafo. En computación paralela, “nodo de cómputo” es un término relativo cuyo significado viene dado por el contexto donde se utilice. También se denominaba así a los documentales que precedían a las películas en los cines en España durante la época franquista. En electrónica, un nodo es un punto de conexión entre dos o más elementos de un circuito. Hasta acá, es difícil de interpretar qué representación mental guió la división de la provincia en cinco “nodos”.

Lo de estratégico tiene connotaciones castrenses y trae a la mente batallas ganadas en el cine por ejércitos comandados, por ejemplo, por un siempre atractivo Sean Connery, previo planeamiento sobre un mapa apoyado sobre el capó de un clásico jeep verde.

Muchas veces, las buenas intenciones que encierra la planificación de un futuro mejor, se pierde detrás el lenguaje inasible de los expertos en marketing cuyo objetivo principal parece ser el de lograr un gran impacto en el auditorio.

Si tomamos literalmente lo del Plan Estratégico para los diferentes nodos, podemos interpretar que, para resolver los problemas que cada región tiene, dependemos de las órbitas de los astros y, en esa faena, ministros y asesores planifican “estrategias” en ropa de fajina.

Quizás mejor que mostrar tanta estrategia sería cambiar de táctica y, tal vez, la mejor táctica sería explicar de forma simple qué se quiere conseguir (para cada región, área, zona), cómo, en cuánto tiempo y, para llegar con el mensaje a más gente, evitar el uso de jeroglíficos al momento de comunicar. Más efectivo que cualquier léxico comunicacional es la palabra hecha obra.